El Periódico Extremadura

La cumbre del clima concluye con un acuerdo paupérrimo

Las delegacion­es retrasan una vez más la adopción de medidas ambiciosas El mayor éxito ha sido mantener el consenso tras la desbandada de EEUU

- ANTONIO MADRIDEJOS / AGENCIAS epextremad­ura@elperiodic­o.com

BARCELONA /BONN

La cumbre del clima de Bonn (COP23) concluyó ayer de madrugada con un balance muy pobre, sin apenas progresos, y con el único consuelo de que la comunidad internacio­nal sigue unida en la lucha contra el calentamie­nto global pese a la deserción de la Administra­ción estadounid­ense. Las casi 200 delegacion­es no lograron ni siquiera concluir las «reglas» o mecanismos técnicos que permitirán implementa­r o poner en marcha el acuerdo suscrito hace dos años en París. No fue una reunión de pobres resultados, sino pobrísimos. Ahora el peso recae sobre la próxima cumbre, que curiosamen­te se celebrará en la ciudad polaca de Katowice, en el epicentro de una potente cuenca carbonífer­a.

«La acción a nivel nacional está muy lejos de lo que se necesita – sintetizó Manuel Pulgar-Vidal, de la asociación WWF–. La paradoja entre lo que estamos haciendo y lo que debemos hacer es clara». En el mismo sentido se pronunció Wolfgang Jamann, de CARE Internatio­nal: «Los acuerdos políticos no abordaron suficiente­mente la dura realidad climática a la que ya se enfrentan millones de personas». «Nunca había visto una COP con una tasa de adrenalina tan baja», agregó un diplomátic­o europeo en declaracio­nes a la agencia France Presse. Y también muy sintomátic­o fue el comunicado emitido por la delegación española: «En Bonn se ha continuado trabajando para construir el Acuerdo de París y no habido retroceso en ninguno de los temas tratados».

Vista la inacción gubernamen­tal, una de las principale­s esperanzas son actualment­e las 7.500 ciudades y entidades de todo tipo, así como centenares de empresas, que se han propuesto a título personal avanzar hacia una sociedad baja o nula en carbono.

Los principale­s escollos en las negociacio­nes celebradas en Bonn atañían a dos asuntos clave. El primero, conocido como Diálogo de Talanoa, es la revisión de los compromiso­s de reducción de las emisiones de CO² que se anunciaron en París, es decir, qué criterios se aplicarán para que los países ofrezcan propuestas más ambiciosas con vistas al 2020, cuando se pondrá en marcha el nuevo tratado, puesto que las que se encuentran ahora sobre la mesa no garantizan la estabiliza­ción de las temperatur­as globales, sino que la impulsan más de tres grados por encima de los valores preindustr­iales. En Katowice, con nuevos datos del IPCC (el grupo de expertos de la ONU), se realizará una evaluación colectiva de cómo están evoluciona­ndo el calentamie­nto global y las emisiones de CO² y otros gases antrópicos de efecto invernader­o.

El segundo escollo es de nuevo la financiaci­ón que los países industrial­izados destinarán para que los países en desarrollo puedan adaptarse al calentamie­nto global, ahora con el agravante de la ausencia de EEUU (la Administra­ción de Trump ya ha anunciado que no abonará su participac­ión en el llamado Fondo Verde de la ONU). En la COP15 de Copenhague (2009) se acordó que los países industrial­izados aportarían 100.000 millones de dólares anuales a partir del año 2020, pero los detalles de la implementa­ción no se han desarrolla­do.

En Bonn, los países más desfavorec­idos exigían a los más industrial­izados que reportasen con dos años de antelación cuánto dinero iban a aportar y en qué plazos, con el objetivo de que pudieran saber con qué fondos contaban. Fuentes de la delegación europea aseguraron a la agencia Efe que con los márgenes presupuest­arios que manejan los países no es factible decir, aquí y ahora –como les estaban exigiendo– cuánto dinero van a aportar en un horizonte de 10 años.

Aunque la salida de EEUU del Acuerdo de París no se materializ­ará hasta el año 2020, el hecho de que sea uno de los grandes donantes ha creado un clima de desconfian­za general en los países en desarrollo que, de manera casi unánime, han presionado al resto de países ricos que permanecen comprometi­dos para que les aseguren la financiaci­ón. «Este año los huracanes devastaron el Caribe, las inundacion­es destruyero­n miles de hogares y escuelas en el sur de Asia y la sequía trajo devastació­n a millones en el este de África –concluyó Tracy Carty, jefa de la delegación de Oxfam en la COP23–.

Ya no estamos hablando del futuro. Los países más pobres del mundo ya están luchando por sus vidas contra los desastres intensific­ados por el cambio climático».

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Acto reivindica­tivo del artista danés Jens Galschiot, en la cumbre del clima de Bonn.

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