El Periódico Extremadura

Cerco policial al botellón

93 personas han sido identifica­das en 15 días por beber alcohol en la calle. Ya se han intervenid­o una docena de multitiend­as

- LOLA LUCEÑO caceres@extremadur­a.elperiodic­o.com CÁCERES

No se puede beber en la vía pública. Lo dice la Ley 2/2003, de 13 de marzo, de la Convivenci­a y el Ocio de Extremadur­a. Los menores tampoco pueden beber alcohol en bares ni bajo ningún concepto. Lo dice la misma ley y el sentido común. Sin embargo, casi ocho de cada diez estudiante­s de 14 a 18 años han ingerido alcohol en el último año, y siete de cada diez en el último mes, según datos del Plan Nacional so- bre Drogas del Ministerio de Sanidad. Nueve de cada diez aseguran que es fácil conseguir bebidas, y la edad media de inicio al consumo es llamativam­ente baja en España: 13,8 años.

En Cáceres se lo están poniendo más difícil. El ayuntamien­to ha adoptado una triple medida a fin de evitar que los menores puedan acceder al alcohol, pero también para hacer cumplir la prohibició­n de beber en la vía pública a cualquier ciudadano, tal y como exige la normativa y los propios vecinos de algunas zonas, cansados de los botellones. El Grupo Especial de Seguridad (GES) de la Policía Local, coordinado por la subinspect­ora Isabel Mendoza, está realizando controles en las noches de los fines de semana en tres frentes: vía pública, multitiend­as y bares.

El ayuntamien­to tiene este objetivo sobre la mesa desde el inicio de la legislatur­a. En el verano de 2016 se incrementa­ron los controles sobre las multitiend­as, que siguen hoy, y desde principios de noviembre se vienen establecie­ndo dispositiv­os específico­s cada fin de semana para atajar el consumo en la calle, especialme­n-

te entre menores. En estos quince días se ha identifica­do a 93 personas por consumir alcohol en la calle. En todos los casos se levanta acta de infracción y se requisan las bebidas. Si son mayores de edad se les tramita la multa, que puede derivar en cuantías de 300 a 30.000 euros. «Si son menores, automática­mente nos ponemos en contacto con sus padres y no nos movemos del lugar hasta que vienen a recogerlos. Por ejemplo, hace unos días intercepta­mos a tres chicos que estaban consumiend­o calimocho. Lo primero es informar a las familias de lo que están haciendo sus hijos», subraya la subinspect­ora. El testimonio de los menores resulta fundamenta­l para conocer dónde han adquirido las botellas.

El GES frecuenta y vigila las zonas donde se reúnen las pandillas para consumir alcohol, y en las que se producen las denuncias de los vecinos. Una de las áreas más frecuentad­as es el entorno de la avenida Ruta de la Plata, Rodríguez de Ledesma y parque del Príncipe. También parques como el Padre Pacífico o el Olivar Chico de los Frailes, y el entorno de las discotecas. Desde algunas barriadas se alza la voz por la proliferac­ión de botellones, como Montesol, Castellano­sMacondo, El Junquillo, Gredos y Mejostilla. Suelen realizarse en zonas de esparcimie­nto familiar y dejan restos de cristales y orines, con las consiguien­tes quejas de los padres.

«Tratamos de que no haya un mayor aumento de menores que consumen bebidas alcohólica­s. Pero es que además está prohibido para cualquier ciudadano en la vía pública, salvo muy contadas ocasiones en las que el ayuntamien­to pide la debida autorizaci­ón a la Junta, en determinad­as fiestas», indica la subinspect­ora.

Hay otras vías para cortar el consumo de alcohol en el caso de los menores: evitar que puedan adquirirlo. Por ello se ha acentuado el control sobre la venta en las multitiend­as. Desde el pasado verano se han levantado una docena de actas a estos establecim­ientos por distintas causas. Unas veces porque algunas no tenían el permiso específico que se exige para dispensar alcohol (en ocasiones desconocen que necesita una licencia especial, por ello el ayuntamien­to las advierte y desde ese momento sí les pide los papeles). Otras veces porque, aun teniendo permiso, despachan alcohol a partir de las 22.00 horas (prohibido sin excepcione­s). Y en el peor de los casos, porque son pilladas vendiendo bebidas a menores, un extremo nunca permitido.

Cuando un establecim­iento incumple estas normas, «automática­mente se instruye un expediente», matiza la subinspect­ora. La policía levanta acta de infracción por constituir una violación grave del artículo 13.2 de la Ley de la Convivenci­a y el Ocio de Extremadur­a, y seguidamen­te se decomisa de manera cautelar toda la mercancía para depositarl­a en jefatura. Si el propietari­o de las bebidas acredita más tarde que la adquisició­n ha sido legal, se le devuelve. De lo contrario, se destruye. La sanción a la que se enfrenta una tienda puede rondar entre 30.000 y 300.000 euros. La última ha sido una tienda en la avenida del Brocense, el pasado 4 de noviembre, por carecer de permiso de suministro de alcohol y hacerlo además fuera del horario.

Existe otra vía para impedir que los chavales beban: controlar la dispensaci­ón y venta en los bares De hecho, los menores ni siquiera tienen permitido entrar a los locales especiales de horarios nocturnos, los

de licencia F. La Ley de la Convivenci­a y el Ocio de Extremadur­a lo deja muy claro: «No se permitirá, con carácter general, el acceso de menores de 18 años a bares especiales, salas de fiesta, de baile, discotecas y establecim­ientos similares en los que se venda o facilite el consumo de bebidas alcohólica­s, excepto cuando se realicen actuacione­s en directo, en cuyo caso los menores de 16 años de edad deberán ir acompañado­s de sus progenitor­es o tutores».

Eso sí, la ley admite la entrada de los mayores de 14 años en dichos establecim­ientos cuando se trate de sesiones específica­mente destinadas a ese colectivo (fiestas light). «Deben ser previament­e solicitada­s y autorizada­s, pero además exigen varios requisitos: tienen que retirarse las bebidas alcohólica­s y su publicidad, no pueden estar conectadas las máquinas de juego, deben acabar a las 23.30 y tiene que haber un tiempo prudencial entre estas fiestas y las sesiones en las que haya alcohol», señala la subinspect­ora.

Pues bien, el grupo Especial de Seguridad (GES) también realiza controles en los establecim­ientos de copas. Durante la pasada noche de Halloween identifica­ron a 12 menores de entre 10 y 13 años que asistían a una fiesta light en un local de la zona del Perú, pese a que la edad mínima es 14 años. «Cuando detectamos estos casos identifica­mos a los menores y telefoneam­os a los padres para que vengan a por ellos. También se incoa expediente al empresario que ha cometido la infracción de dejar entrar a menores», precisa la subinspect­ora Isabel Mendoza.

Estos controles policiales también permiten detectar el consumo de estupefaci­entes en la vía pública. Desde principios de mes se ha identifica­do a cuatro personas en el Olivar Chico, el parque de la Judería y Hernán Cortés. En estos casos se hace cargo de la instrucció­n la Subdelegac­ión del Gobierno, que aplica la Ley de Seguridad Ciudadana para interponer la sanción correspond­iente o proceder como sea oportuno.

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Jóvenes consumen bebidas alcohólica­s en la calle. Se trata de una infracción con multas de 300 a 30.000 euros.

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