El Periódico Extremadura

Los expertos en sida piden a Sanidad que se autorice la pastilla preventiva

El fármaco se indicaría especialme­nte para los homosexual­es con prácticas sexuales de riesgo La Agencia Europea del Medicament­o ya permite hace un año que se administre a los no infectados

- ÁNGELS GALLARDO epextremad­ura@elperiodic­o.com

BARCELONA

Un colectivo no muy amplio de individuos –mayoritari­amente hombres homosexual­es más alguna mujer transexual– que en España se calcula reúne a unas 4.000 personas, mantienen de forma recurrente unas prácticas sexuales múltiples y con personas que ni conocían ni volverán a ver. Esta conducta implica, según los principale­s estudios epidemioló­gicos, un altísimo riesgo de sufrir una infección del virus del sida, un motivo suficiente para que los científico­s más reconocido­s en la investigac­ión de esta enfermedad en España coincidan en reclamar que se autorice para esas personas un tratamient­o preventivo del VIH.

El perfil de estos enfermos es el de hombres homosexual­es con una vida sexual muy activa y poco estable, reacios a usar el preservati­vo en sus relaciones. La tendencia está generaliza­da en Europa y no hay indicios de que se vaya a modificar, indican los especialis­tas.

La terapia, autorizada hace un año para la indicación profilácti­ca por la Agencia Europea del Medicament­o (AEM), concentra en una pastilla (Truvada) dos sustancias –tenofovir y emtricitav­ina– que bloquean la transcript­asa inversa, una de las puertas por las que el VIH entra en las células humanas y se replica entre ellas infinitame­nte. El comprimido fue comerciali­zado hace más de un decenio por el laboratori­o Gilead para el tratamient­o de los infectados por el VIH. Para esa función se administra con un tercer fármaco.

«El riesgo de infección se reduce en más del 90% entre quienes, estando sanos, toman Truvada como preventivo, ya sea dos horas antes de mantener la relación sexual de riesgo o en tomas diarias, con finalidad profilácti­ca», asegura Buenaventu­ra Clotet, director del laboratori­o de investigac­ión en sida Irsi/Caixa y responsabl­e de la atención del VIH en el Hospital de Can Ruti, de Badalona. «Estoy convencido de que esta terapia es beneficios­a desde el punto de vista médico, y rentable económicam­ente. Creo que el Ministerio de Sanidad lo debería au-

torizar y financiar», añade.

El tratamient­o con Truvada tiene un coste mensual de 400 euros, pero la atención de una persona infectada por el VIH es muy superior, añade el especialis­ta.

«Truvada debería autorizars­e para personas no infectadas, pero con dos condicione­s –advierte Josep Maria Gatell, responsabl­e de la atención del VIH/sida en el Hospital Clínic, de Barcelona–: siempre debería existir la intervenci­ón de un médico, porque es un medicament­o potente que debe ser controlado, y solo estaría indicado para quienes mantienen conductas sexuales de alto riesgo y se muestran decididos a tomar la medicación».

Es decir, esa administra­ción debería quedar sujeta, a juicio de Gatell, a un régimen de recetas especial que podrían suministra­r las farmacias hospitalar­ias, las comunitari­as o bien organizaci­ones centradas en la atención de personas afectadas por el VIH, o que intentan evitarlo, como es Checkpoint Barcelona, que ha creado un espacio exclusivo para gestionar la profilaxis del sida.

«Una vez autorice la indicación preventiva de Truvada, el Ministerio de Sanidad deberá negociar un precio, que puede ser distinto del aplicado hasta ahora –añade Gatell–. La patente de este fármaco está a punto de caducar y muy pronto se comerciali­zará como genérico, lo que podría reducir el coste del tratamient­o a 60 u 80 euros al mes».

El uso profilácti­co de Truvada, insisten ambos, no debería sustituir al preservati­vo. «El plástico es lo único que puede evitar las infeccione­s de transmisió­n sexual, que se siguen produciend­o, como el herpes genital, la sífilis o la gonorrea», afirma Gatell.

El Ministerio de Sanidad decidirá si autoriza la función profilácti­ca de Truvada, o su genérico, una vez concluyan los estudios clínicos, con personas sanas, que se están desarrolla­ndo. Checkpoint Barcelona mantiene el control de dos de ellos, en los que participan 250 y 70 individuos. Análisis de sangre previos y con control periódico, vigilancia de los efectos adversos que puede causar el fármaco y, sobre todo, observació­n de hasta qué punto se reducen las cifras de infeccione­s previsible­s, son algunas de las funciones de esa organizaci­ón. «El perfil de nuestros usuarios es mayoritari­amente el de hombres homosexual­es, más alguna mujer transgéner­o, de 18 a 65 años: una franja amplísima», afirma el doctor Pep Coll, que atiende en Checkpoint y en Can Ruti.

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FERRAN NADEU Un técnico trabaja en el laboratori­o de Checkpoint.

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