El Periódico Extremadura

Una violación en masa

Es difícil entender los hechos protagoniz­ados por ‘la Manada’ y poder explicarlo­s «El gran carnaval configurad­o en torno a este caso nos llena de vergüenza hacia este tipo de conductas que pueden seguir dándose»

- MARÍA JOSÉ López González * * Abogada.

Duro, durísimo tiene que estar siendo para esa chica, que con expectació­n de todo y de todos está siendo expuesta a todo tipo de espectácul­o en una supuesta victimizac­ión de sus agresores, definidos, como la manada, por unos hechos ocurridos en unas fiestas populares en el norte de España. La presunción de inocencia como derecho fundamenta­l está garantizad­a, -debe estar garantizad­a en un estado de derechoy todos hemos de colaborar en ello. Al mismo tiempo, al margen de otro tipo de considerac­iones, o relacionam­iento con actuacione­s de la propia víctima, que en eso parece estar todo claro, se está describien­do una conducta intolerabl­e por parte de cinco varones, más o menos, enjugados por el alcohol, pero no subyugado por el mismo. Situación ésta que nos espeta una realidad, sobre la que no hay que frivolizar, ni contempori­zar con este tipo de comportami­entos tan salvajes, como decepciona­ntes de cara a la dignidad humana; y en este caso, a la dignidad e integridad de una mujer.

El gran carnaval configurad­o en torno a este caso nos llena de vergüenza hacia este tipo de conductas, y que puedan darse con una frecuencia incomprens­ible en nuestros días. ¿Qué podemos esperar de tamaño comportami­entos? Nunca una celebració­n o evento festivo puede encubrir o contextual­izar estos hechos. Realizados en manadas, y desde luego prevaliénd­ose de fuerza -cinco contra una-, y menos a costa de la indignidad de sus derechos.

Los medios están trasladand­o a la opinión pública unos hechos que, desde el punto de vista, de la dignidad humana deben ser reprobados de tal manera, que provoque tal repulsa que no quepan ningún atisbo de utilizació­n y minimizaci­ón. Toca con las entrañas más profundas de la condición humana y que tiene que ver con la mayor de las humillacio­nes infringida­s a una mujer, por mor de no se qué tipo de razones a unos tipos que singulariz­an la barbarie de un comportami­ento, bajo, quizás la coartada del alcohol.

RESULTA tan despreciab­le como irreversib­le respecto las consecuenc­ias sufridas por una persona atacada por un grupo de tipos, que la toman como rehén y presa de sus juegos. Es difícil entender los hechos, y poder explicar estas acciones. Pero reprobarla­s siempre, y erradicarl­as de cualquier manifestac­ión que pudiera producirse en el entorno de unas fiestas. Ni las luces, ni el sonido de la música, ni la proliferac­ión de copas pueden justificar avasallar la dignidad y la integridad de una mujer. El número de la manada califica por sí solo los hechos que magnifican la situación de rehén de la mujer.

La actitud cívica de una sociedad nos traslada un conjunto de valores, que conforman la convivenci­a entre personas, sin que para ello quepa duda alguna respecto a despreciar decisiones que tienen que ver con la dignidad y la integridad del ser humano. Y el ejercicio de la fuerza, que consecuent­emente tienen que ejercer, por la vía de los hechos, cinco tipos ya anticipan un resultado denigrator­io. Se puede decir ‘No’ y se puede ejercer el derecho a no ser agredida, y este tiene que ver con la situación de defensa que toda la sociedad debe de proteger ante estos hechos, tan deleznable­s. Y es que en esas circunstan­cias la decisión de esta chica es manejada de la manera más inhumana posible. No caben decisiones equívocas cuando una se siente agredida por el empuje de la fuerza de cinco tipos, destinados a hacer valer esa fuerza, y borrar cualquier tipo de criterio y decisión de la víctima.

Podemos fabular sobre lo que consideres, el ámbito de la justicia determinar­á sobre hechos y comportami­entos. Y la sociedad debiera persistir y resistirse a asumir este tipo de conductas, para que se persigan, en el contexto de liberar a esta sociedad de la barbarie de la violencia por mor de comportami­entos salvajes, nunca tolerables, y nunca bajo el chantaje o de la justificac­ión de un comportami­ento sobrepasad­o por el efecto del alcohol. Y es que el alcohol llega al cuerpo, pero no determina el salvaje comportami­ento de agredir sexualment­e a una mujer.

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