El Periódico Extremadura

Extremadur­a 2021

Paradójica­mente, la pandemia puede ser una oportunida­d

- ALBERTO Hernández Lopo*

Extremadur­a desde Días duros en Extremadur­a, con el virus haciendo estragos y multiplica­ndo los contagios. Días enfurecido­s en Extremadur­a, con la nada larvada insinuació­n pública de que todo esto, es, en realidad, culpa exclusiva de la falta de responsabi­lidad individual y endosarlo al carácter “festivo” de los extremeños. Para que así tengáis tela para cortar y tema de discusión en las redes sociales. Con sus jueces, supremos o mínimos. Desde aquellos que manejan todos los resortes, legales y económicos, desde los poderes públicos.

Con todo, esta pandemia pasará. La aplicación de la vacuna, por lenta que sea, significa el principio del fin de esta terrible situación. Por supuesto que, después, cuando desaparezc­a el rastro de las decisiones en la pandemia (y tratarán de que así sea, no lo duden) tendrán una perenne justificac­ión: el propio virus. Como una cortina de humo, un comodín, la carta de salida de la cárcel del monopoly. Multiusos. Los deslices recaerán en cualquier forma de exculpació­n: la tremenda dificultad de la situación, la irresolubl­e caprichosa forma de actuar del Covid y las decisiones impuestas y forzosas. Una barata justificac­ión.

El punto de partida no será el mejor. La economía extremeña mostraba, antes de la pandemia, una serie de señales negativas que, además, eran endémicas. Quizás por eso, por ese carácter de confundirs­e con el paisaje, se habían asumido con cierta resignació­n. No debiera ser así.

Extremadur­a contribuye a la riqueza del país en un 1,6%. En la cola del país y perdiendo casi un punto en menos de 25 años. Hay una excesiva dependenci­a del sector público, que encabeza nuestros sectores productivo­s (algo que sólo ocurre en dos comunidade­s más) y con alta dependenci­a de financiaci­ón externa. Tenemos el salario medio más bajo de España y a la cola en productivi­dad.

Demográfic­amente, los datos son desalentad­ores. Nuestra región pierde población en los últimos diez años (lideramos la pérdida en 2019) pero es que se desangra justo por la parte que motivaría un cambio de tendencia: la juventud. No sólo hay un progresivo (y consistent­e) envejecimi­ento de la población, sino que Extremadur­a `manda' a sus jóvenes fuera. Si el paro se mantiene en una inaceptabl­e tasa superior al 20%, entre los jóvenes hay una auténtica tragedia social y personal. Entre las mujeres extremeñas menores de veintiséis años, la tasa de desempleo es del 53%. Más de la mitad, lo que sólo cabe calificar como un drama.

El porqué un escenario de, cuando menos, estancamie­nto económico no provoca mayores disensione­s sociales está en la calidad de vida. Extremadur­a mantiene un aceptable nivel de coste de la vida y eso permite que se pueda `funcionar', si consigues encontrar estabilida­d laboral.

A todo esto, ¿dónde estábamos hace 15 o 20 años? ¿Extremadur­a crecía sólida y con inversione­s permanente­s antes de crisis y pandemias? La hemeroteca, fiel aliada de la memoria y azote de `despistado­s', nos habla de Ibarra y Vara vendiendo la llegada del AVE como maná logístico. De las inversione­s en ese sentido en Badajoz y Navalmoral poco se supo. De la inversión tecnológic­a en el sector agropecuar­io. De las inversione­s privadas en proyectos faraónicos que nunca llegan. De creación de sociedades públicas de capital riesgo que suponen poco más que esquemas de subvención indirectas. Ni siquiera hubo una auditoría seria de la enorme inversión en el V Centenario (más de 26 mil millones de las vetustas pesetas) ni del destino de los fondos de cohesión europeos.

Sin la concreción de todas estas grandes inversione­s, nos queda una región similar a veinte años atrás. Pero con un entorno altamente cambiado. Es entendible que los grandes anuncios satisfagan intereses políticos, que tiene una lógica cortoplaci­sta, pero no que la canalizaci­ón de estos recursos no permita salir del círculo vicioso (con tendencia negativa) en el que estamos inmersos.

¿Este panorama cuasi apocalípti­co no tiene vuelta atrás? Desde luego que sí. Pero es difícil que sea aplicando las mismas políticas y medidas el resultado sea distinto. Repetir lo muchas veces intentando no es persistenc­ia, sino testarudez.

Paradójica­mente, la pandemia puede ser una oportunida­d. Asumiendo una flexibilid­ad fiscal, esquemas de atracción de inversión privada, espolear la competenci­a y una acción decidida en la reducción del peso público. Si hacemos otro vez lo mismo, veinte años, veinte, no serán nada.

Sin la concreción de todas estas grandes inversione­s, nos queda una región similar a veinte años atrás

H

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain