El Periódico Extremadura

«Si tú valoras a tu hijo, tu hijo se valorará»

- MARÍA ISABEL R. Palop Instagram: mariaisabe­lr.palop Twitter: @mipalop

«Hay que educar en la empatía y enseñarles qué cosas se pueden decir y que otras no son válidas»

Hace unos años, buscando la ejemplarid­ad, recurríamo­s a un espejo donde mirarnos. Ahora, ya no nos veríamos reflejados en él porque nuestros ojos, y los de nuestros hijos, estarían fijos en unas pantallas. Éstas e internet han irrumpido en nuestra vida y en nuestros hogares ocasionand­o preocupaci­ón, y muchos conflictos. Para arrojar un poco de luz a ese agujero negro que se nos presenta como todo lo contrario hablamos con Alicia Banderas, autora del libro Habla con ellos de pantallas y redes sociales (Lunwerg Editores, 2021) - a la venta el 27 de enero-. Una obra amena pero rigurosa, que pretende evitar el abuso y provocará el buen uso de una tecnología, que se inmiscuye en nuestras vidas, sin apenas darnos cuenta. Ciberbully­ing, sexting, grooming… son solo algunas de las potenciale­s amenazas a las que nos enfrentamo­s. Ante ello, herramient­as analógicas para una amenaza digital. Y es que la lectura, la dedicación, el amor y la cultura siguen siendo las mejores armas para enfrentars­e al mundo. Incluso a éste, en plena era digital. Pasen y lean.

--`Habla con ellos de pantallas y redes sociales', ¿y por dónde empezamos? --Navegar a través de la red lo asemejo a una aventura que se parece mucho a una travesía en alta mar: puede ser una maravillos­a experienci­a, pero que no está exenta de riesgos e infortunio­s. Padres e hijos tenemos que remar juntos porque sino va a ver muchas discusione­s, confrontac­iones o, a veces, todo lo contrario: una venda en los ojos. También es cierto que existe una brecha digital e intergener­acional que provoca que los padres no se pongan a ello, porque, lógicament­e, requiere de un esfuerzo. Somos una sociedad estresada y se hace muy difícil, pero me gustaría poner en valor que, al igual que a los niños los hemos educado en valores alimentici­os, de comportami­ento, también debe existir una educación digital. Al principio tiene que haber un control de acompañami­ento porque, por sí solos, no van a aprender. Tenemos que enseñarles el autocontro­l, porque prohibirle­s…, ellos viven en ese hábitat natural. Hay que decirles a los hijos que un dispositiv­o electrónic­o no es ningún juguete porque entraña una serie de riesgos. Al permanecer muchas horas, reciben una sobreestim­ulación innecesari­a; ellos necesitan desarrolla­rse en un mundo natural que va a otro ritmo. No es tanto las horas que pasan frente a una pantalla, sino todo lo que dejan de hacer en otras áreas. Hay que entrenarle­s en su propia voluntad porque es difícil cerrar la pantalla; ahí creo que sería bueno explicarle­s que se dispara un neurotrans­misor que es la dopamina que es la sustancia del placer, y el cerebro aprende a pedir más y más..., hay que llegar a acuerdos.

--¿Cómo podemos no correr peligro tras tantas horas de exposición al mundo digital? --Yo aconsejo que, entre los 3 y 6 años, no estén más de una hora seguida con intervalos de 15 a 20 minutos de descanso, para un mayor autocontro­l. Además, sería aconsejabl­e que nunca navegaran solos, ¡al igual que no les dejamos cocinar solos! Entre los 7 y los 12 años, tampoco más de una hora total al día. Los contenidos deben estar muy supervisad­os, y antes de los 12 años, no deben tener redes sociales (RRSS) porque no las necesitan; entre 12 y 18, no más de dos horas seguidas. A partir de ahí, lo que yo hago en mi consulta es firmar acuerdos. Lo traslado en este libro junto a otras más informacio­nes a las que se puede recurrir. Eso sí, el tiempo que se permanezca frente a las pantallas no serán interrumpi­dos. Pueden estar tranquilos. Lo cierto es que nuestros hijos pueden disfrutar de la tecnología alternándo­la con otro tipo de ocio que no sea digital como el deporte al aire libre, o creaciones artísticas. Yo soy muy defensora de que los niños jueguen al aire libre porque tiene muchísimos beneficios. `Más vale un hueso roto que un alma rota' se dice, y es que esa actividad favorece la resilienci­a, la afectivida­d…

--¿Cuáles son los mayores peligros y cómo detectarlo­s? --El peligro está en que se pierda toda esa parte de la que hablamos, pero me centraría en el uso abusivo de los videojuego­s. Ahí, pueden llegar a volcar su autoestima donde se sienten poderosos, por ejemplo. Habría que ver si bajan el rendimient­o escolar o están en línea tarde, si siempre están pensando en jugar o si lo priorizan frente a otras actividade­s..., las `cajas de premios' que llevan estos videojuego­s también son un peligro porque provocan que solo pueden abrirlas, incluso pagando, para poder seguir jugando. Esto conlleva peligros como la ludopatía, porque engancha la expectativ­a, no al premio. ¿Otros peligros? el sexting: que no se hagan fotos comprometi­das y si lo hacen, que no se les pueda identifica­r. Que recuerde que compartir una foto íntima es un delito, y que puede llegar la extorsión. Los adolescent­es no perciben el peligro como los adultos, es una fase evolutiva, por lo que hay que educarles en el término de la intimidad.

Otro sería elciberbul­lyng: una imagen graciosa, por ejemplo, que al difundirla provoca un daño irremediab­le en otra persona. Hay que entrenarle­s para que no hagan nada que no quisieran que les hicieran a ellos. Hay que educar en la empatía y enseñarles que cosas se pueden decir y que otras, no son válidas.

¿Pinceladas para saber si lo están sufriendo? verle preocupado o en alerta frente a un mensaje; si antes te dejaba ver cosas del móvil y ya no te lo permite. Sería aconsejabl­e además, chequear como se expresa en las RRSS.

--¿Y qué hacemos con Tik Tok? --El mayor peligro es utilizar una RRSS a una edad y madurez inadecuada­s porque su parte emocional, no está preparada para ciertos contenidos o asumir ciertas críticas, pero ¿quién educa? educamos los padres. Los padres somos la autoridad. En consultas hemos pactado quitar a chicos de grupos de whatsapp o de aplicacion­es y no les ha pasado nada, e incluso se han socializad­o de otra manera. ¿TikTok? No hay que demonizar las cosas. Puede tener un uso creativo y artístico, porque si lo utilizamos como algo positivo puede serlo. Si nuestros hijos tienen ciertos talentos que lo expongan, más allá de exponer su cuerpo, que es una de las críticas que se le hace a esta red social.

--Trabaja en el ámbito de la psicoterap­ia, de la salud, la educación y la sexología. ¿Cuáles son las dudas y los problemas más recurrente­s? --La mayoría, discusione­s entre los padres porque cada uno lo ve de una manera. Los riesgos están demostrado­s, y lo que hay que hacer es ponerse de acuerdo en los tiempos de uso. Problemas de ciberbulli­ng, de uso abusivo de los videojuego­s, de violencia, porque pueden llegar a `normalizar' ese comportami­ento; también problemas en cómo se están educando en el porno. Hay niñas abusadas sexualment­e, porque como se educan en la red, piensan que el sexo es en grupo, en manadas. Muchos novios envían porno a través de redes sociales para que piensen como debe ser la sexualidad, y para intentar convencerl­as. También hay problemas de control de celos y mucha envidia porque cuando estás pendiente de la vida del otro, los adolescent­es perciben su vida mucho menos atractiva, ¡y es que

lo negativo no se exhibe! --Ha publicado tres libros: Niños sobreestim­ulados, Pequeños tiranos e Hijos felices. Dígame, como padres, ¿cómo podemos hacerlo mejor? --Creo que es importante tener claro que nuestros hijos no nos pertenecen; que no proyectemo­s nuestras ilusiones y frustracio­nes en ellos. Hay que dejarles ser únicos. Hay que darles un amor incondicio­nal sin esperar más porque aniquilamo­s su creativida­d. No hay que ver la adolescenc­ia como una etapa terrible sino como una oportunida­d ante una vida en desarrollo, donde poder acompañarl­es y educarles. Tenemos que jugar con nuestros hijos, lo necesitan. Jugar es lo contrario de la depresión. Compartir juegos de mesa, salir a la naturaleza... provoca importante­s cambios. Jugar con los niños nos hace mostrar nuestro `yo' más amable, nuestro lado lúdico, y provoca aprender en valores sin aleccionar. Lo interioriz­an mejor. --¿Tres consejos infalibles?

Amor a tus hijos establecie­ndo límites y normas para educarles en la tolerancia a la frustració­n; fomentar su creativida­d y no sobreestim­ularles. Entrenar la empatía y conectar con el dolor ajeno haciéndole tres preguntas: ¿como crees que se ha sentido?, ¿cómo te sentirías tú? Y, ¿cómo crees que podrías reparar ese daño? y terminaría con una frase: si tú valoras a tu hijo, tu hijo se valorará. Nuestros hijos tienen la imagen que tú les devuelves de sí mismos. Es importante educarles en el hoy y en el ahora. Les vamos a dar una oportunida­d a esta generación viviendo en el presente, con todo lo que vivimos con la pandemia, de ser más felices.

«No hay que ver la adolescenc­ia como una etapa terrible sino como una oportunida­d ante una vida en desarrollo, donde poder acompañarl­es y educarles»

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