El Al-Qázeres vuelve a perder
El club cacereño cae ante un Gernika superior (38-69)
Joe Biden tomará posesión de la presidencia de Estados Unidos el próximo miércoles en las peores circunstancias posibles, en medio de una pandemia devastadora, una economía que no levanta cabeza y un clima político envenenado que ha obligado a blindar las principales capitales del país ante la posibilidad de que se produzcan altercados por parte de los seguidores de Donald Trump.
El demócrata, no obstante, llegará a la Casa Blanca con los deberes hechos, después de presentar el jueves un plan multimillonario para inyectar fondos de emergencia en la economía y poner orden en la gestión de la pandemia. Un rescate que incluye el pago directo de 1.600 dólares a los estadounidenses, así como la extensión de las ayudas a los parados y una moratoria contra los desahucios.
LOS PLANES Con una factura de 1,9 billones de dólares, el plan pretende cubrir las necesidades más inmediatas que ha generado la pandemia. Desde las carencias logísticas que están lastrando el inicio de la campaña de vacunación contra el covid-19 a los agujeros presupuestarios que enfrentan municipalidades y estados por el desplome de la recaudación fiscal o las necesidades del sistema educativo para reforzar la seguridad en los colegios y permitir que los alumnos vuelvan al aula tras nueve meses de clases virtuales en buena parte del país. En las próximas semanas lanzará un segundo plan más centrado en transformar la economía, la prometida transición verde, dijo el jueves.
Este último paquete de estímulo, que Biden espera financiar mediante la emisión de deuda, se suma a los otros dos aprobados por el presidente saliente. El primero, de un coste superior a dos billones de dólares y, el segundo, de 900.000 millones de dólares. La diferencia es que el plan demócrata tiene un carácter social más acentuado e incluye medidas para reducir la desigualdad. Una de ellas es el aumento del salario mínimo hasta los 15 dólares la hora, más del doble de su baremo actual.
También contempla un incremento del 50% en las deducciones fiscales por niño y del 15% en la aportación a los cupones de comida que reciben los más pobres. Por primera vez, además, los pagos directos de 1.600 dólares se entregarán también a los estadounidenses casados con inmigrantes indocumentados, hasta ahora excluidos de las ayudas.
De ponerse en marcha íntegramente, el plan reducirá el índice de pobreza desde el 12,5% actual hasta el 9%, según las estimaciones del Center on Poverty and Social Policy. Pero falta ver qué pasará en el Congreso, donde se espera que los republicanos recuperen la cantinela de la disciplina fiscal tras haber permitido sin pestañear que Trump engordase significativamente la deuda durante su presidencia.
Alguna de las medidas podrá aprobarlas con la mayoría simple que tiene su partido en las dos cámaras, pero otras como los fondos adicionales para la campaña de vacunación o las ayudas a los estados requerirán algunos votos republicanos.