`Yellowstone', Kevin Costner contra todos
Después de tres años, la exitosa serie se estrena por fin en España
Expediente X de las series recientes: ¿por qué ha tardado tanto en llegarnos (tres años) una serie protagonizada por Kevin Costner y creada por el guionista nominado al Oscar por Comanchería? Puede que el (neo)wéstern no sea demasiado popular ahora mismo por estas tierras, pero Yellowstone es, además de un ejemplo de dicho género, un efectivo culebrón de prime time, una Dinastía de brillante poesía lapidaria. Bien promocionada, debía funcionar.
Sea como sea, más vale tardísimo que nunca: hoy lunes, a las 20.15 horas, Paramount Network inicia la emisión de las dos primeras temporadas (existe una tercera y tendrá una cuarta) de esta saga de riqueza y poder. La primera de ellas, dirigida en su integridad por Taylor Sheridan, el guionista (antes actor) revelado con Sicario, confirmado con Comanchería y consolidado como director con Wind river.
Tres thrillers tensos sobre tierras ariscas, sobre la complicada historia de Estados Unidos con, respectivamente, el control del narcotráfico, el reparto de la riqueza y la protección de los nativos americanos.
En Yellowstone, Sheridan vuelve a explorar la América menos atendida por las ficciones mainstream actuales; esta vez, el tercio occidental de Montana. Kevin Costner, uno de los actores (y directores) que mejor ha portado la llama del wéstern en el Hollywood moderno, se calza de nuevo el sombrero vaquero para encarnar al dueño del rancho de ganado más grande del país; «del tamaño de Rhode Island», según se nos precisa en la serie.
Ganadero de ya sexta generación, John Dutton es el padre duro pero entregado, pétreo solo en apariencia, de varios hijos bien distintos entre los que debe encontrar a un heredero. El mayor de ellos, Lee (Dave Annable), no parece la mejor opción; aunque trabaja como un mulo, no destaca en agilidad mental ni crueldad. En esto último brilla Beth (la británica Kelly Reilly), que trabaja en un banco de alto nivel y representa a John en las más despiadadas operaciones de negocios. Beth tiene sus vías de escape en la bebida y el sexo, aficiones que suele practicar con Rip (Cole Hauser), capataz del rancho y mano derecha (bruta) de John.
EL REINO FAMILIAR / Por la parte legal, John cuenta con ayuda de otro hijo, Jamie (Wes Bentley), destinado a entrar en política de la mano de la gobernadora de Montana (Wendy Moniz), quien también parece interesada en alegrar la vida al viudo John. ¿Y si el mejor heredero fuera la oveja negra, Kayce (Luke Grimes), ex-Navy Seal que dejó el reino familiar para casarse y tener un hijo con Monica (Kelsey Asbille), profesora de la reserva indígena Broken Rock?
El primer episodio, que dura hora y media, se cierra con un diálogo cortante entre el patriarca y su hija Beth. «Dime contra quién hay que luchar», le pide ella. «Contra todos», sentencia él. Y dice toda la verdad, porque conocemos a los Dutton en un momento en que sus enemigos se multiplican. Es el problema de tener un rancho que hace frontera con un pueblo en expansión (Bozeman), una reserva indígena y el parque nacional más antiguo de América. Costner tiene en el punto de mira al constructor Dan Jenkins (Danny Huston), que espera expandir sus holdings comiendo terreno al rancho, o el nuevo jefe de la reserva indígena, Thomas Rainwater (Gil Birmingham), obstinado en recuperar lo que perdieron sus ancestros.
NI HÉROES NI VILLANOS / Como siempre con Sheridan, es difícil discernir quién es el héroe y quién el villano. En Comanchería nos hacía empatizar con unos ladrones de bancos porque, al fin y al cabo, al menos uno de ellos robaba con buenos fines e inspirado por la ansiedad de clase. Aquí el único personaje simpático cometa un crimen reprochable en el primer capítulo, lo que complica la cuestión de la empatía y la identificación. Además, antes de disparar suelta una frase épica: «Por si acaso no lo sabes, el cielo no existe». Es decir, el arrebato es solo relativo; antes de matar, nuestro antihéroe pontifica.
Si esta serie parece la nueva película de Sheridan, es porque el director no ha querido renunciar al aliento cinematográfico; de hecho, se trajo consigo al director de fotografía de Wind river, Ben Richardson, revelación de Bestias del sur salvaje. Hay una claustrofobia extraña en las partes domésticas y una conexión viva con el paisaje en la acción exterior: vemos todo el tiempo cómo el hombre conversa, o mejor, lucha con un entorno hostil e indiferente. Pero también vemos cómo la naturaleza sufre por culpa nuestra: tan solo en el segundo episodio, un perro se queda sin patas traseras por una explosión y un lobo es atropellado por un camión. Siempre cruento, no poco enigmático, Taylor Sheridan.
El actor encarna a un ambicioso ganadero en esta truculenta historia de riqueza y poder