El Periódico Extremadura

«Mientras tenga fuerzas no me voy a ir del Cacereño; no tengo límites»

- JOSÉ MARÍA ORTIZ deportes@extremadur­a.elperiodic­o.com

Dice que tiene el corazón ya verde, más que rojo. El empresario Carlos Ordóñez (Cáceres, 2 de octubre de 1974) va camino de su segundo año al frente del consejo de administra­ción del Cacereño. Asegura en esta entrevista que está empeñado en subir con el decano extremeño «hasta lo máximo posible» y que este año le hubiera gustado estar en Segunda B, pero que para él «ha sido mejor» quedarse en Tercera «para ir este año con más fuerza». Haber ascendido la pasada temporada a lo mejor no le hubiera venido bien al club, considera. Convencido de sus fuerzas y empeñado en hacer grande a la entidad, asume que es «masoca» y que le gustan los grandes retos. Al mismo tiempo, anuncia, enigmática­mente, que este año deparará sorpresas para los aficionado­s del CPC y desvela que le han preguntado para comprar un club «que no está en venta».

--Cumplirá en este 2021 dos años como presidente del consejo de administra­ción del Cacereño. ¿Se hubiera imaginado que su vida iría encaminada, en buena parte de su tiempo, hacia el fútbol?

--Anteriorme­nte a esto es evidente que no, las cosas como son. Entré como un colaborado­r del club a través de publicidad por mis empresas, como saben todo el mundo, y poco a poco fui metiéndome y tengo que reconocer que mi vida también va enfocada en ese frente, sobre todo porque mi sangre ya no es roja, sino verde. Soy una persona muy cabezota y de los que cuando empiezan algo me gusta acabarlo. Y me he puesto una meta: llevar al Cacereño a la máxima categoría posible que pueda.

--¿Se ha arrepentid­o alguna vez de dar el paso al frente?

--Arrepentir­me no. Tengo un amigo que me dice que soy masoca, que me gusta la marcha. Sí tengo que admitir que el año pasado fue muy duro. Lo de masoca puede ser porque los retos difíciles son los que me gustan, los que me motivan, pero en éste… lo del año pasado fue demasiado difícil. Ya dije en su día que fue el peor año de toda mi vida, porque había un problema detrás de otro, no habías arreglado uno y ya tenías tres esperando para solucionar. Es de estas veces que dices: `no puedo más, estoy cansado ya, no soy capaz de solucionar todo', pero gracias a Dios tengo que reconocer que eso es agua pasada. El club se está llevando ya, desde mi punto de vista, bien, y mucho mejor que se va a llevar.

--¿Se puede decir que es su mejor momento desde que llegó al Cacereño, entonces?

--No. Mi mejor momento está por llegar.

--¿Cuál es su diagnóstic­o económico sobre el Cacereño?

--El diagnóstic­o es ver cómo estaba y cómo está ahora el club. Y se puede decir que es totalmente positivo. Puedo decir que está casi el cien por cien de las deudas cubiertas. No es que el Cacereño dé para mucho, pero sí puedo asegurar que lo poco que da y el empujón que le doy yo... por lo menos se están atendiendo los pagos, cosa que no se ha hecho siempre y son muchos de los problemas que me han venido llegando durante estos dos años.

--¿Cómo ha afectado lo de la pandemia al club?

--Como a todos los clubs, ha sido muy duro. Ingresos prácticame­nte 0, no tenemos taquilla, ni bar, ni sorteos, y todo ello suma. Si antes con lo poco que sacábamos nos daba por lo menos para el arbitraje, pues ahora hay que ponerlo de otro sitio. Aparte de ello es muy frío ver un partido en el palco sin la afición. Para mí ese calor es único. Te falta algo. A mí no me gusta el fútbol sin público.

--Un par de días después del no ascenso ante el Villanoven­se dijo

«Tengo un amigo que me dice que soy masoca, pero a mí me gusta mucho la marcha»

«El diagnóstic­o económico del club es que está casi al cien por cien de las deudas cubiertas»

en este periódico que el Cacereño no se podía permitir este año no subir. ¿Lo sigue pensando?

--Por supuesto. Hay que subir sí o sí, no hay vuelta de hoja. Eso lo hemos hablado desde el cuerpo técnico y el consejo y sabemos que tenemos que ascender sea como sea.

--¿Y si ello no ocurre, qué?

--Bueno, pues como el año pasado. Un año más a seguir luchando y ya está, pero vamos, no me gustaría. Creo que ya lo merecemos, tanto la afición como nosotros.

---¿Cuántas veces se ha acordado de la acción de Tapia sobre Rodri en el último minuto de aquel partido en Almendrale­jo?

--Fue un penalti claro, todo el mundo que lo ha visto lo ha dicho. Evidenteme­nte que me hubiese gustado subir a Segunda B, y posiblemen­te hubiéramos subido si ese penalti se hubiera pitado. Pero viendo un poco cómo estaba este año con lo de la pandemia, lo he llegado a pensar en varias ocasiones, y sigo pensándolo: yo creo que ha sido incluso mejor habernos quedado en Tercera para haber reestructu­rado el club mejor de lo que estaba ya e ir con más fuerzas a este año para no solo llegar a Segunda B, sino ir subiendo escalones, que es nuestra meta.

--¿Ha querido decir que le ha venido bien no subir?

--Yo pienso que sí, por una serie de cosas internas que había en el club, de contratos y de todo, además de que no estaba bien estructura­do el propio club. Vuelvo a decir, de todas formas, que me hubiese gustado estar en Segunda División B, cómo no, a mí y a la afición, pero claro: desde dentro se ven las cosas de otra manera. Y lo digo porque ves las cosas más claras, con documentac­ión y todo eso, cosas que a lo mejor la afición desconoce.

--Ha lavado la cara al Príncipe Felipe desde su inicio de mandato y ello se lo han agradecido los aficionado­s porque usted personalme­nte, se ha implicado en ello… ¿se ha visto recompensa­do?

--Por supuesto que sí. A través de Twitter he agradecido todo ese apoyo que he tenido y que nos están dando esos aficionado­s. Soy una persona a la que le gusta trabajar y voy a seguir igual me den o no esa palmadita en la espalda, y todo porque soy muy cabezota y me he propuesto llevar al Cacereño a lo más lejos que pueda. Claro que me gusta que me den esa palmadita, ¿y a quién no?

--Y en estos tiempos, más…

--No es fácil seguir cubriendo el presupuest­o y a la vez gastándote el dinero extra en modificar un estadio que lleva tantísimos años abandonado. Esto lo tiene que soportar el club, pero había que hacerlo porque era un estadio que no era digno para la ciudad de Cáceres.

--¿Su familia entiende lo que está haciendo?

--Tengo que agradecer a mi mujer, a mi hijo y a todos los que me rodean el apoyo que me están dando. No es fácil, lo reconozco. Mucha gente sabe lo que es llegar a casa del trabajo. Yo no tengo horas, no tengo días. Mi trabajo es de lunes a viernes en la oficina desde las 8.30-9 de la mañana hasta las 910 de la noche y llega el fin de semana y mi mujer, como cualquiera, quiere que te vayas por ahí a comer o a cenar. Yo le digo que no puedo porque me tengo que ir al Príncipe Felipe, a preparar el césped, a pintar, a hacer todas las cosas como uno más. No se me caen los anillos porque no los tengo. Soy el primero que me engancho a la brocha si me tengo que enganchar; me monto en el rulo si me tengo que montar, hago lo que sea. Soy uno más allí y así quiero que me vean. Mi padre me inculcó desde bien pequeño que las metas hay que conseguirl­as y que para ello el primero que tiene que dar ejemplo es el jefe. Siempre lo tengo ahí, siempre lo he hecho. Aparte de ello, es que a mí me gusta. Repito que no tengo sangre roja, tengo sangre verde. Cada día que voy al estadio para mí es una desconexió­n de la oficina, de todo el tema de papeles y demás, que era muy complicado tal y como estaba el club. Es una forma de evadirme. Allí llego y me relajo. Me gusta y evidenteme­nte voy a seguir haciéndolo. Voy a hacer cosas que van a ser muy positivas. Tenemos un año 2021 que vamos a dar muchas sorpresas a la afición del Cacereño… y hasta aquí puedo llegar, como diría el otro. Al final la ciudad de Cáceres y los que están un poco reacios van a volver al Cacereño.

--¿Cuánto tiempo calcula que estará en el Cacereño?

--Mientras que tenga fuerzas yo no me voy a ir de aquí. Te puedo asegurar que ha venido ya gente a preguntarm­e si vendía el club y les he dicho que el Cacereño no está en venta. No tengo límites. Siempre y cuando vea que la gente vaya creyendo en el proyecto, vaya reconocien­do todo el trabajo que se está haciendo y toda esa gente que ya no está vea que esto ha cambiado y vuelva, te puedo decir que no me voy a poner límites mientras que pueda y tenga fuerzas.

--¿Se ha encontrado más problemas de los previstos o han sido los esperados?

--Cuando entré, evidenteme­nte, no esperaba que hubiese tantísimos problemas. Tengo que reconocer que ahora ya no, porque ya estoy metido de lleno y que el Cacereño ya forma parte de mi familia. Ahora ya no hay vuelta atrás. No soy cobarde, no me rindo, trabajo hasta el final, pero al principio, cuando te llegan tantísimos problemas, sí hay un momento en el que dices que `estoy es un girigay lo que está montado aquí' y no sabe uno por dónde empezar. No soy de tirar la toalla.

--¿Alguna vez se ha sentido engañado en este tiempo?

--Sí, varias veces. Y hasta ahí puedo llegar.

--¿Cómo es su relación con Julio Cobos? ¿Se dejan aconsejar mutuamente?

--Del 1 al 10, a Julio Cobos le pondría un 11. Es una persona buenísima, una persona encantador­a, alguien en quien confío plenamente. Ahora no es solamente mi entrenador, sino mi amigo. Es alguien que quiere lo mejor para el Cacereño. Tener una persona que mire al Cacereño como si fuese su casa, es para ponerle, sin duda, esa puntuación.

«Hay que subir este año; creo que ya lo merecemos, tanto la afición como nosotros»

«Del 1 al 10, a Julio Cobos le pongo un 11; es alguien que siempre quiere lo mejor para el club»

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►► Carlos Ordóñez, ayer en Cáceres.
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SILVIA SF

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