El Periódico Extremadura

«Trabajé más de 35 años y jamás estuve asegurada»

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Desde los 15 años estuvo trabajando Carmen J. como empleada de hogar en Badajoz . Llegó a estar en cinco casas a la vez cobrando por horas. «Eran chalés enormes», cuenta. En una de ellas, durante más de tres décadas y media. «Jamás en la vida estuve asegurada, lo pedía pero ninguno me lo dio, me decían que no podían». A inicios del año pasado, tras salir de una de esas viviendas, «me puse como `mareona', con dolor de cabeza, y lo que tenía era neumonía». Para no buscarle problemas a sus empleadore­s, «en el hospital en ningún momento dije que estaba trabajando, porque eran muchos años de confianza», asevera.

Durante tres meses, los que tardó en recuperars­e, no pudo usar productos químicos y, por tanto, tampoco seguir trabajando. Sin poder tener una baja, reconoce que esperaba que, después de tantos años, al menos hubieran tenido «algún detalle» con ella, algo que nunca se produjo. «No he acabado mal con ninguno, pero te das cuenta de que llevas toda la vida luchando por ellos y que luego no se han preocupado por mí», lamenta. En aquel momento tenía 52 años. Su marido está en paro desde hace ya nueve y cobra únicamente el subsidio para mayores de 55. «Yo tenía mis ahorros de toda una vida trabajando, pero en un año se te van».

Más ofertas en `b'

Después de hacer un curso de capacitaci­ón en Cáritas, volvió a intentar encontrar una ocupación

los resultados de las pruebas, pero ellos ya sabían que habían tenido contacto directo con un contagiado», esgrime, contrariad­a aún más por el hecho de que ella ni siquiera ha compartido las navidades con los familiares que tiene en España «porque todos trabajamos en este sector y hemos sido muy responsabl­es».

Su PCR ha sido negativa, pero ha tenido que estar una semana confinada, un periodo de baja que «deberían haberlo gestionado ellos pero me han dicho que me busque la vida», indica Juana, que como con otros testimonio­s de mujeres recabados para este reportaje prefiere mantener el anonimato para evitar problemas con los que fueron sus empleadore­s o a la hora de buscar trabajo. También ha tenido que ir a hablar ya en varias ocasiones para que le paguen lo que le pertenece en concepto de vacaciones, de momento sin resultado. como empleada de hogar. «Me han llegado a ofrecer varios trabajos, pero tampoco querían asegurarme, y no los que querido aceptar por eso. En uno me daban cuatrocien­tos euros entrando a las siete y media de la mañana y estando hasta la una», detalla.

Ahora lleva un mes desinfecta­ndo colegios con un contrato de cuatro horas y de un semestre de duración. Aunque reconoce que las horas `en b' pueden estar mejor pagadas, «es después de mayor cuando de verdad te das cuenta de lo que supone estar dada de alta», remacha. «No estoy pidiendo ni más ni menos que lo que por ley me correspond­e», asevera.

No es la primera mala experienci­a laboral que esta mujer tiene desde que llegó a España hace 16 años. «Siempre me han pagado menos horas o en negro», subraya. «La peor fue cuando estuve trabajando cinco años y medio con una familia y de un día para otro me dijeron que la señora iba a una residencia y no me dieron absolutame­nte nada. Si entraba el lunes me avisaron el viernes. Allí nunca me dieron una paga extra y siempre sin contrato. Como en ese tiempo no tenía papeles me aseguraron que no tenía derecho a nada», rememora. Y eso que, como ocurre «generalmen­te con las familias con las que nosotros trabajamos», estaban «muy bien económicam­ente».

HH

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