El cierre perimetral enfría la vuelta del mercadillo: «Es difícil sin los pueblos»
El miedo a contagiarse del virus y la lluvia también condicionan la tímida respuesta de la clientela Los vendedores ambulantes se congratulan del regreso pero lamentan las pérdidas acumuladas
Tímido regreso del Mercado Franco en el primer miércoles desde enero que reabre con todos sus puestos. El cierre perimetral, que provoca que un grueso de clientes habituales de localidades cercanas que se desplazan a comprar al mercadillo cacereño cada semana no puedan desplazarse, ha condicionado en gran medida que la vuelta se produzca `a medio gas'. «Sin la gente que viene de los pueblos, es difícil», pone de relieve a este diario, Luis Ángel, uno de los vendedores ambulantes que ayer pudo volver a instalar su puesto de menaje de cocina después de tres semanas sin actividad.
Fue a mediados de enero cuando la Junta decretó la prohibición de abandonar los municipios salvo por determinados supuestos como acudir a trabajar. Para llegar a Cáceres se desplazó este miércoles desde Zarza de Granadilla. Él sí pudo hacerlo porque tiene salvoconducto. Reconoce que hizo cien kilómetros desde su localidad hasta la capital cacereña por la necesidad de volver a la rutina. Reconoce también que hay compañeros que han decidido hacerlo teniendo en cuenta la situación actual porque no compensa pero en su caso asegura que no se es algo que se puedan permitir. «No podíamos elegir no venir hoy -por ayer--, nosotros dependemos de esto y es nuestra única fuente de ingresos», sostiene.
En la misma línea se expresa a este diario Martina, que lleva «toda su vida» con su negocio de ropa de cama. También tenía claro su vuelta tras el anuncio del ayuntamiento. «Había que abrir, hay que buscarse la vida si no va a ser la ruina», pone de manifiesto. Pasadas las doce y media, sin apenas movimiento, decide desmontar el estand y recoger la mercancía. En declaraciones a este rotativo aplaude que se haya podido volver a vender y aunque manifiesta que el vaivén de clientes ha sido «escaso» en comparación a la dinámica habitual que mantiene mercadillo en Cáceres, se muestra ligeramente positiva. «Algo es algo», concluye.
A unos metros de Martina, Israel desembala unos pijamas que muestra a un grupo de clientas. Él también lleva toda la vida en el mismo negocio, que heredó de sus padres. Cuarenta años tras el mostrador, asegura. Él es menos halagüeño que Martina y lamenta que acumulan ya pérdidas de meses anteriores y no haber sumado nada en el último mes que se ha mantenido sin actividad el mercado para determinados sectores. «Muy mal», sostiene y precisa que la bajada de la afluencia ha hecho mella en sus ingresos. «Apenas para sacar para el mes», pone de relieve.
Entre los condicionantes que también alegan los propios vendedores ambulantes para achacar la bajada de clientes este último
Luis Ángel
VENDEDOR AMBULANTE «No ha habido gran movimiento pero no podíamos elegir no venir, es nuestra fuente de ingresos» Martina
VENDEDOR AMBULANTE «Pocas ventas y poca gente pero algo es algo, había que abrir si no va a ser la ruina»
miércoles se encuentran también el miedo a contagiarse de coronavirus por parte de un grueso de clientes locales, a menudo con factor de riesgo, y en segundo lugar las condiciones climáticas adversas de ayer. «Ha hecho una mañana muy desagradable, sí a eso le juntamos el miedo, pues este es el resultado», apunta Israel.
En cualquier caso, sobre el temor a los posibles contagios, los propios vendedores quisieron hacer hincapié en que el mercado es «un lugar seguro» y recalcaron la baza que supone que se encuentre en un espacio al aire libre y con distancia de seguridad entre los puestos y por tanto se garantizan las condiciones para que se desarrolle sin riesgos para los asistentes.