No sólo de protocolos vivimos en pandemia
Disculpen que parafrasee el evangelio según San Mateo, «No sólo de protocolos vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» entendiendo que en pandemia, bueno, o sin ella, pero especialmente en Estado de Alarma, Dios son nuestros responsables políticos. Ciertamente no sólo vivimos del pan de cada día, que en parte también depende de ellos, las palabras que salen de sus bocas son casi tan vitales como el humilde alimento en estos difíciles momentos porque sus palabras se escriben en protocolos de obligado cumplimiento, que a diferencia de los diez mandamientos, si te lo saltas no se perdonan con un padre nuestro. Por eso los protocolos, que para eso están, también hay que actualizarlos según las necesidades y la evolución de los acontecimientos y de la pandemia.
Y en Educación, imagino como en muchas otras profesiones y trabajos, pero sobre todo en educación, urge la actualización de los protocolos unificando las distintas circulares e instrucciones constantes que han ido parcheando la situación. También es el momento de solucionar los errores y carencias que la premura o la falta de medios lo hacían imposible.
Un centro educativo no puede dejarse al margen de cribados masivos para docentes y alumnos. Es del todo ilógico que se estén realizando a la población en general y no se haga en centros escolares con trabajadores y alumnos en espacios cerrados. Es ilógico no considerar a los docentes como prioritarios en la administración de la vacuna después de los más vulnerables y sanitarios, pues el contacto en Infantil por ejemplo es directo y sin mascarilla. Es ilógico pretender que otra mascarilla que no sea la FPP2 homologada proteja a un docente cinco o seis horas consecutivas. Más ilógico es pedir fe en los grupos burbujas cuando las ausencias obligan a que por un aula pasen cuatro docentes que a su vez han pasado por seis aulas. Ilógico es pedir conciliar la docencia telemática y presencial en centros donde faltan tres docentes, eso es un milagro.
Pero no sólo de protocolos viven los docentes. También necesitamos permisos para cuando son nuestros hijos los confinados, en este caso, hechos, no palabras, que se las lleva el viento. Una regularización del teletrabajo no ya de cuándo tenemos que realizarlo, sino la regulación de cómo y con qué medios, y qué ocurre en su defecto. Dotación de filtros HEPA, medidores de CO2, y un sinfín de problemas que nuestras Administraciones, y me refiero a todas, dejaron a la fe de sus feligreses, docentes y equipos directivos.
No, no sólo de protocolos vive el docente, sino de las actualizaciones que deben salir del puño y letra de nuestras Administraciones.
Es ilógico no considerar a los docentes prioritarios en la administración de la vacuna