Lo que la pandemia tapa
Hay otras guerras abiertas y sus `heridos' y `víctimas' son igual de importantes
Está científicamente comprobado que en situaciones de peligro extremo el cuerpo humano produce una cantidad de adrenalina suficiente para que se reduzca la capacidad de percibir dolor y es lo que nos permite sacar fuerzas para intentar sobrevivir, incluso estando malheridos. Yo creo que debe ser esa hormona la que de una u otra manera ha ayudado a mantener en pie a muchos en este año de muerte y enfermedad. Pero ese terror que ha generado un virus que está matando a miles de personas en nuestro país, a millones en el mundo, también tiene su contrapartida, y es una visión en túnel que no nos permite ver todo lo que la pandemia tapa, y las consecuencias que a corto o largo plazo vamos a tener que soportar.
Solo así se puede entender cómo otras amenazas tan terribles como el cáncer han podido dejar de ser prioritarias en nuestro sistema de salud. La semana pasada con motivo de la celebración del día mundial de la enfermedad, se dio a conocer el dato de que uno de cada cinco casos no se está diagnosticando por la crisis del coronavirus. Que en Extremadura los cribados de colon o mama, tan esenciales para la detención precoz y el tratamiento temprano de estos tumores letales, van con retraso importante. Y que hasta un 40% de los pacientes oncológicos que ya luchan por su vida, sufre problemas psicológicos derivados de la ansiedad que les produce la saturación hospitalaria y las listas de espera que está generando la covid.
Es difícil imaginar otro escenario en el que todas esas aberraciones, esa realidad, no sirvan para poner en pie a la opinión pública y que le cueste el puesto al responsable de su gestión, por negligente. Pero parece ser que todo cabe en este año de `récords', en el que lo imposible ha demostrado ser más factible que nunca. Y nuestro sistema de valores y prioridades se tambalea a diario incapaz de recordar lo que era el equilibrio. Así que en el que pasará a la historia como el año de la pandemia, el cáncer fue `solo' la tercera causa de mortalidad en nuestro país, según el Instituto Nacional de Estadística, con un 20,4% de muertes, superada, aunque yo subrayaría que por poco, por las enfermedades cardiovasculares (23%) y las infecciosas y parasitarias entre las que se encuentra el covid-19 (20,8%).
En este contexto, alguien ha decidido que es oportuno poner el resto de las dolencias en modo `pausa', mientras en la pantalla principal de nuestras vidas la película que acapara toda la atención social y mediática es la del `bicho' y toda su coyuntura: los nuevos casos, los fallecidos del día, los ingresos, el número de enfermos en las UCI, las restricciones... Todo lo demás parece ahora ocupar un segundo plano. Fuera de foco. Menos para quienes sufren otros males en sus carnes, claro. Ellos y sus familias viven su particular infierno, con el mal añadido de la falta de empatía de un sistema que vive de espaldas a todo lo que no sea coronavirus.
Amenazas tan terribles como el cáncer han dejado de ser prioritarias en nuestro sistema sanitario
PERO BAJARÁN LOS
niveles de adrenalina, porque si hacemos bien las cosas, y por fin se mete en varas el desbarajuste de las vacunas, las cifras mejorarán, y volveremos a respirar al ver la luz al final del túnel. Y será entonces cuando tendremos que lidiar con los destrozos que dejará a su paso este tsunami. Con el desgaste de nuestra sanidad y nuestros sanitarios, con el duelo aparcado de los familiares de las víctimas, con las secuelas psicológicas de este episodio traumático en nuestros niños y jóvenes; y con los parados y las colas del hambre de una ruina económica, que será lo más cercano a una posguerra que la mayoría de los supervivientes habremos conocido.
Y ahí seguirá el cáncer con su guadaña. Esa otra pandemia mundial para la que no existe vacuna, ni se la espera. Y que también se lleva cada año miles de vidas, aunque no leamos en titulares su macabro recuento diario. Porque ese `virus' no entiende de `pausas' y si nadie hace nada por remediarlo, las consecuencias de tenerlo desatendido y fuera de control serán nefastas. Que recuerden nuestros mandatarios que el coronavirus no es el único enemigo a vencer cuando se habla de salud pública, y aunque es comprensible que haya que priorizar esfuerzos y recursos en las batallas más inmediatas, hay que recordar que tenemos otras guerras abiertas y que sus `heridos' y sus `víctimas' son igual de importantes. *Periodista