Las elecciones se convierten en una consulta sobre Correa
Unos 13 millones de ecuatorianos estaban llamados ayer a votar en unas elecciones en las que se pone en juego algo más que un recambio presidencial. A su modo, esta contienda es una suerte de plebiscito sobre Rafael Correa, el hombre que durante más de una década fue la figura determinante del país. Correa tuvo que marchar al exilio belga en el 2017, cuando su heredero, Lenín Moreno, rompió amarras con él y lo convirtió en su principal enemigo y causa de todos los males.
Por eso, de los 16 candidatos, solo importa si el joven economista Andrés Arauz, delfín del exmandatario y primero en los sondeos, logrará la proeza de imponerse en primera vuelta. De lo contrario, deberá enfrentar en un segundo turno y bajo condiciones aún más adversas a todos los que no quieren saber nada con un posible retorno a los días de la «revolución ciudadana», en su versión 2.0.
El exbanquero Guillermo Lasso, segundo en los sondeos, aspira a ser el hombre que, el 11 de abril, frene lo que define como «populismo correista» y consolide el giro neoliberal que Moreno imprimió al país, donde más del 30% de sus habitantes han caído en la pobreza. El desprestigio del actual jefe de Estado (7% de popularidad) es tan grande que no pudo presentar candidato. El recuento de los votos no estará exento de situaciones de tensión. La sociedad está polarizada.