No es un juego
Cocaína, heroína, cannabis, éxtasis... se consideran drogas ilegales, crean adicción y destruyen vidas. Sin embargo, las apuestas deportivas son totalmente legales en adultos, incluso se hace publicidad de ellas, crean adicción y destruyen vidas. Para muchas personas es totalmente normal: como genera empleo, no hay ningún problema. Pero ¿es sostenible un sector asociado a la ruina, la pobreza, el azar y la adicción? Yo pienso que no. Mucha gente defiende las apuestas afirmando que a los 18 años una persona es lo bastante madura como para saber controlar y gestionar su dinero. Yo les diría que el 6% de los alumnos de la ESO ha apostado por lo menos una vez. Esto supone 115.789 adolescentes. Además, se hizo un estudio en el que dos jóvenes, uno de ellos menor de edad, visitaron 36 locales de apuestas. Pudieron entrar en 15 y en seis no tuvieron ningún problema para apostar.
El alcohol también está prohibido en menores de edad, pero cuéntenselo a un pediatra de urgencias en la madrugada de Año Nuevo: se va a reír en su cara. Por no hablar de la cantidad de anuncios de apuestas que se emiten on line, que va en aumento: en 2017 se emitieron 2,7 millones frente a los 128.000 de 2013.
Es hora de que empecemos a exigir a los políticos mayor control de las casas de apuestas, así como la prohibición de cualquier anuncio que incite al juego. Todavía estamos a tiempo de cambiar esta situación reeducando a las nuevas generaciones. La educación es la mejor herramienta para cambiar la sociedad.