Borrell defiende su viaje a Moscú ante la avalancha de críticas
El jefe de la diplomacia europea abre la puerta a la imposición de nuevas sanciones contra Rusia Varios diputados califican la visita de «error» y «trampa mediática» y reclaman su dimisión
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, defendió su polémico viaje a Moscú de la semana pasada durante un tormentoso debate celebrado ayer ante el pleno del Parlamento Europeo en el que recibió un aluvión de críticas y reproches por mantener la visita en un momento en que para muchos eurodiputados no era el adecuado, con el opositor Alekséi Navalni recién condenado y encarcelado y cientos de manifestantes detenidos. Sin embargo, el alto representante para la política exterior de la UE se justificó alegando que «hay momentos en los que hay que plantar cara» y transmitir en persona lo que la UE dice a través de sus comunicados para «que le quede claro a quien los recibe».
«¿Saben cuántas visitas de delegaciones oficiales de nivel ministerial o superior ha habido en los últimos dos años por parte de miembros de la UE? Diecinueve. ¿Hay que ir o no hay que ir? ¿O puede ir todo el mundo menos el alto representante? Entonces ¿para qué lo tienen?», respondió con tono airado y en español durante el turno de réplica tras dos horas escuchando que no estuvo a la altura, que el viaje fue un «error» y un «fiasco» e incluso una «trampa mediática» tendida por su homólogo Serguéi Lavrov para humillar a la Unión Europea.
«Su visita fue un error. Si no disponía de margen para liberarlo [a Alekséi Navalni] había que haberla pospuesto. Obviamente mantener los canales diplomáticos abiertos es importante pero esta visita mandó la señal diplomática equivocada. Cayó en una trampa mediática del régimen de Putin», lamentó el jefe de filas del grupo liberal Renew, Dacian Ciolos, crítico con la decisión de Borrell al igual que los ultraconservadores, algunos populares o verdes, especialmente de los países del este y de los bálticos.
«Lo que ha hecho es dar al traste con la política que teníamos. A pesar de las atrocidades parece que estamos dispuestos a normalizar nuestras relaciones con Rusia», le reprochó el polaco Kosma Zlotowski. «¿Dónde están los cojones de la UE», le espetó por su parte la nacionalista flamenca de la N-VA, Assita Kanko. «Con su desatinada visita ha dejado en mal lugar a los ciudadanos y ha ayudado a Vladímir Putin a dañar al pueblo ruso», añadió la ecologista Marketa Gregorova, una de las pocas voces en pedir la dimisión de Borrell durante el debate.
PRESENCIA SOBRE EL TERRENO
Borrell no solo eludió entrar en este juego sino que arremetió en varias ocasiones contra quienes consideran que no debería haber ido y recordó que el viaje se produjo con el apoyo mayoritario del Consejo. «Francamente, yo no creo que no había que ir a decirles en la cara lo que les decimos por correspondencia», volvió a insistir subrayando que «la política de asuntos exteriores no puede reducirse a publicar declaraciones de prensa» desde su despacho en el Berlaymont. «Hay que estar allí sobre el terreno. En el momento y en el lugar justo», recordó.
Por eso, decidió asumir riesgos y mantener el viaje a Moscú y la reunión con Lavrov. Para transmitir «cara a cara» la posición de la UE en asuntos que preocupan a los Veintisiete –derechos humanos, libertades políticas, o la situación de Navalni– y, en segundo, para preparar el debate de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE en el que se abordarán las relaciones con Rusia. «Quería contrastar si las autoridades rusas están interesadas en hacer un intento serio de recomponer las relaciones», dijo Borrell.
«La respuesta ha sido clara: no están dispuestos», zanjó convencido de que «el Gobierno ruso está degenerando por una ruta autoritaria», con un margen cada vez más pequeño para la libertad de expresión y sin contemplaciones en cuanto a oprimir a la oposición. «La agresiva postura de Rusia muestra que no está interesada en el diálogo», admitió el portavoz del presidente de la UE, Charles Michel. Pese a la división que genera, los Veintisiete no cierran la puerta a nuevas sanciones contra el Kremlin. «Hay que recurrir a la única arma que estos gánsters entienden: sanciones ya. Son mucho más efectivas. El tiempo de la diplomacia blanda ha pasado», dijo el dirigente popular español Antonio López-Isturiz.