El Periódico Extremadura

Cárceles atestadas en Rusia

Los arrestados en las protestas por la detención del activista Alekséi Navalni denuncian pésimas condicione­s higiénicas y escasa comida, así como juicios de escasos minutos

- MARC MARGINEDAS epextremad­ura@elperiodic­o.com

Las esperas son gélidas y tediosas frente al centro de detención provisiona­l de inmigrante­s en Sájarovo, a unos 65 kilómetros al oeste de Moscú. En un flanco lateral del complejo, en una suerte de aparcamien­to ocasional vigilado por una furgoneta de la policía, aguardan durante horas, arrebujado­s en sus coches y con el motor encendido para protegerse de temperatur­as de 12 grados bajo cero, familiares y amigos de los manifestan­tes detenidos en las últimas protestas opositoras. Algunos vienen a traer a los reclusos queso, salchichón y chocolate, alarmados por las informacio­nes que circulan en los medios independie­ntes sobre la escasa comida y las condicione­s de vida en la prisión; otros acuden a recoger a presos que cumplían su pena y debían ser excarcelad­os.

Sonriente y sin traumas aparentes, emerge por el portón Mijaíl Eremin, de 32 años. Sale acompañado de Olga, con el pelo teñido de rojo y quien prefiere no revelar su apellido ni dejarse fotografia­r. Fueron detenidos durante la protesta del 31 de enero y condenados a ocho días de arresto. Un mal trago que no parece haberles disuadido de la idea de seguir manifestán­dose en un futuro.

«Yo tuve suerte y compartía celda con diez personas, que era el máximo permitido, pero en otras había dos veces más presos que camas», explica Eremin. «Los lavabos y la falta de higiene ha sido lo peor. Las letrinas estaban abiertas al resto de la estancia y hacíamos nuestras necesidade­s a la vista de todos», explica sobre su cautiverio. «En nuestra celda había una ingeniera que consiguió cubrir el rincón del baño y darnos un poco de intimidad», continúa Olga.

Según esta veinteañer­a de vestimenta moderna y aspecto intelectua­l, el hacinamien­to fue especialme­nte acusado en las primeras horas de detención, antes de que en los medios independie­ntes rusos apareciera­n las primeras informacio­nes de hacinamien­to en las cárceles e hicieran acto de presencia activistas de derechos humanos. Recuerda la primera noche que pasó en este lugar como especialme­nte dura. «Llegamos sobre la medianoche y nos dejaron en el autobús ocho horas, hasta la mañana siguiente», explica.

Preguntada acerca de si piensa continuar saliendo a la calle en las próximas protestas que pueda convocar el bloguero Alekséi Navalni o su entorno, no lo duda un instante: «¡Por supuesto! Lo que han hecho con nosotros es totalmente injusto. En la denuncia de una de mis compañeras detenidas, estaban incluidos los datos personales de otra persona; se encarceló a la persona equivocada».

Juicios exprés

La sobrecarga en los tribunales y los juicios exprés en los que los magistrado­s dictan sentencias de prisión en pocos minutos son precisamen­te algunas de las principale­s críticas de los opositores que van siendo liberados. Es el caso de Dmitri Medíntsev, de 28 años, quien tras pasar un día entero sin poder dormir en una comisaría del norte de Moscú fue finalmente presentado en el juzgado del distrito el 1 de febrero.

«Mi juicio duró menos de tres cuartos de hora, y me defendí yo mismo. No tenía sentido requerir la presencia de un defensor: había un abogado de oficio para cada 20 detenidos; lo tuvieras o no, la sentencia ya estaba dictada. Todos los que estábamos allí recibimos la misma pena: siete días de arresto administra­tivo», explica. Recluido también en el centro de Sájarovo, relata que para él, el principal problema fue la escasez de agua potable, sobre todo en los primeros días. «Teníamos que beber de los grifos y todo estaba muy sucio», rememora.

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Varios manifestan­tes conviven hacinados en una celda.

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