Al son del aperturismo
El covid-19 y la llegada de Biden a la Casa Blanca impulsan al Gobierno de La Habana a ampliar el número de empleos privados para sus ciudadanos
Con la pandemia asfixiando su frágil economía y la mirada puesta en el vecino del norte y su nuevo presidente, el demócrata Joe Biden, Cuba anunció el pasado día 6 la liberalización de la mayoría de actividades económicas. Ha ampliado de 127 a 2.000 los trabajos privados que podrán ejercer sus ciudadanos, pero el Estado sigue reservándose 124 empleos de sectores estratégicos como la salud, educación, telecomunicaciones, energía, defensa o prensa.
«No es una tabla de salvación, es una medida un poco a la desesperada», sostiene Anna Ayuso, investigadora sénior del CIDOB para América Latina, quien subraya que para que sea efectiva y tenga impacto en la población son necesarios también cambios administrativos y legales para agilizar los permisos. No obstante, Ayuso concede que, junto con la desaparición del peso convertible cubano desde el pasado 1 de enero, es «un avance en la buena dirección».
La liberalización ya estaba prevista y supone un paso más en el proceso de reformas que arrancó Raúl Castro en el 2007, pero se hallaba bloqueada. Sin embargo, la grave crisis económica que sufre la isla como consecuencia de la pandemia, con una reducción drástica de los viajes y el turismo, las recientes sanciones estadounidenses y la falta de acceso a financiación internacional han forzado al Gobierno de Miguel Díaz-Canel a dar un mayor aire al espacio privado. El PIB de la isla se contrajo un 11% en el 2020 y algunos analistas comparan la situación actual con la del llamado período especial que vivió el país a principios de los 90 tras el colapso de la Unión Soviética.
Los principales beneficiarios de la reforma son negocios privados pequeños, trabajadores por cuenta propia (los llamados «cuentapropistas») y microempresas. «Es una medida que se estaba esperando desde hace tiempo y que permitirá expandir la actividad privada, sobre todo a profesionales [...]. Con suerte, ayudará a que las cosas en un futuro puedan cambiar de manera positiva», explica desde Cuba Raúl Relova, emprendedor y coordinador del Proyecto Vista Hermosa, que conecta la producción en el campo con los restaurantes.
600.000 empleados «Permitirá generar nuevos empleos y otras formas de ingresos para las familias», añade Pavel Vidal, profesor asociado de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali (Colombia) y experto en economía cubana. En la actualidad, el sector privado emplea a 600.000 personas (el 13% de la población activa), según datos oficiales, aunque en la práctica el número es mucho mayor. Esos 600.000 son los que cuentan con una licencia de «cuentapropista», pero a su vez emplean a más trabajadores. Vidal destaca la necesidad de que se defina «algo más amplio como un marco legal para la pequeña y mediana empresa». «Es crucial que dejen crecer a las empresas para que aporten a la productividad general de la economía», recalca este profesor.
En cuanto a la relación con Estados Unidos, la llegada de Biden a la Casa Blanca coincide con el anuncio del gesto económico. «Estas reformas son una señal para el presidente entrante y le permitirán conseguir apoyos internos, vencer resistencias para justificar la posible dinamización de las relaciones y una eventual salida de Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo», subraya la investigadora Anna Ayuso.
En una de sus últimas decisiones, Donald Trump volvió a incluir al régimen en la citada lista después de que Barack Obama lo retirara en el 2015. Esta medida comporta trabas al comercio y más sanciones. El país cuenta con cuatro proyectos en marcha, el más avanzado podría entrar en fase 3 en marzo.
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