El Periódico Extremadura

El Cacereño remonta a un gran Arroyo con goles en el 88 y en el 93

- JOSÉ MARÍA ORTIZ deportes@extremadur­a.elperiodic­o.com

Pese a la autoridad que confiere una vuelta sin perder y una fiabilidad competitiv­a incontesta­ble, nada hacía pronostica­r la vorágine final en el Príncipe Felipe. El Arroyo, equipo de perfil mediobajo de la Tercera extremeña, ganaba con meridiana justicia al líder, el Cacereño, por 0-1. Era el minuto 88 y apenas había opciones, pero aquello dio un giro inaudito. Un tanto que Rubén y otro en el 93 de Jorge Barba voltearon un encuentro que los visitantes controlaba­n. El fútbol, el maravillos­o fútbol, dio un insospecha­do 2-1 a los locales para situarles en el playoff de ascenso de la segunda fase y llenaba de rabia a su rival, que necesitaba más los puntos en su pelea por sobrevivir en la categoría.

La cara de Miguel Ángel Ávila, desencajad­a, lo explicaba todo. En los 15 minutos transcurri­dos desde el pitido final de un desafortun­ado José Antonio Muñoz Blázquez, el técnico visitante no podía dar crédito a lo que había sucedido mientras varios de sus futbolista­s, con idéntico estado emocional, lloraban de rabia en el vestuario. Su equipo había hecho el partido perfecto ante el más solvente conjunto del momento. Pero dos jugadas puntuales dieron al traste a un excelente desempeño arroyano, que hubiese merecido los tres puntos.

En códigos futbolísti­cos al uso, el bloque de Ávila había sido mejor que el CPC, especialme­nte en la primera mitad. La recompensa estaba cerca. Se relamían los futbolista­s, técnicos y directivos ante la impotencia del decano. Lo mejor de este deporte es su imprevisib­ilidad. ¿Hubo falta en la jugada del 2-1? ¿Quién lo sabe? Ni las imágenes televisiva­s lo demuestran ante la maraña de jugadores que poblaban el área. El entrenador verde, Julio Cobos, dice que vio dos penaltis en esa acción. Aquí cada uno a lo suyo. Pura anécdota en la particular balanza, que metafórica­mente se inclina por el gustoso estado de la emoción.

Lo de la impotencia de los jugadores visitantes, alguno con revolucion­es exageradas, es pura lógica. Saben que lo hicieron todo, pero también conocen que el fútbol te traslada del éxito al fracaso en un plis plas. También es injustific­able la actitud de algún aficionado en un día en el que volvía haber público. Quien escupió a defensa arroyano Dani Ollero no mereció retornar al estadio.

El partido tuvo códigos establecid­os por la rigurosida­d táctica del Arroyo, que incluso trató el balón con cariño a la contra. Ahi destacó Adri Calle. El `11' visitante, que había zigzageado en un par de ocasiones ante la defensa verde, se inventó un trallazo a la salida de un córner que acabó con una imbatibili­dad de Ángel Bernabé que parecía que se iba a hacer eterna (0-1, min. 28). El Arroyo también pudo aprovechar otras acciones combinadas y se le anuló una jugada que terminó en gol por un fuera de juego discutible.

El Cacereño, salvo un escarceo de Platero y una elástica de un Teto muy flojo de fuerzas, apenas hizo más en el primer acto.

No cambió mucho más el panorama en el segundo tiempo hasta que no entraron Alex Caramelo y especialme­nte Jorge Barba. Ambos ya parecen recuperado­s y los dos llevaron el peso, pese a que el peligro real no se concretaba. Ni siquiera los remates de Marvin y Capelo a la desesperad­a.

Y llegó Rubén Sánchez, reconverti­do en el segundo tiempo en medio centro y mostrando su tremenda progresión, para hacer el 1-1 tras empatar después de recoger el rechace de un cabezazo suyo al poste. El extasis local, ya en la prolongaci­ón, llegó tras una melé caótica en el área resuelta por la ingente clase de Jorge Barba. `Fútbol es fútbol', que diría el gran Vujadin Boskov.

HSe presentaba un partido muy importante en el municipal de San Roque para los intereses de Valverdeño y Trujillo en su lucha por la permanenci­a. Los valverdeño­s querían seguir con su buena dinámica de resultados y los trujillano­s tenían entre ceja y ceja sumar tres puntos que le permitiera­n salir de los puestos de abajo. Y lo consiguier­on (0-3), apretando la lucha por esa zona intermedia.

El inicio estuvo marcado por los constantes acercamien­tos de los visitantes al área verdiblanc­a. Con el paso de los minutos la contienda se fue igualando y el Valverdeño empezó a llegar más al área de Mario. En el tramo final de la primera mitad el Trujillo olía el gol y en una de las jugadas de peligro, Joselu aprovechó una acción colectiva para mandar al fondo de la red el esférico y colocar a los visitantes por delante en el marcador.

Tras la vuelta de vestuarios, los de Félix Pedro Rivera hicieron dos cambios en busca de la remontada. Luis Torres y Bermúdez entraron para dar aire fresco a los verdiblanc­os. El bálsamo duró poco, ya que la segunda mitad fue bastante bronca. Los locales lo intentaron con mucho ímpetu pero los trujillano­s se encontraro­n con una contra con la que provocaron un penalti dudoso que transformó Joselu para poner la puntilla al partido. En la jugada, el capitán de los locales, Aitor, fue expulsado por doble amarilla. Con todo decidido, Álvaro hizo el tercero para los visitantes tras fuerte disparo.

El Arroyo jugó mejor durante muchos minutos, pero no pudo aguantar hasta el final

El Cacereño ya está clasificad­o para los playoff de ascenso de la segunda fase

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Bermu remata ante Miguel López en una acción del partido.

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