El Periódico Extremadura

Biden plantea una regulariza­ción de inmigrante­s a dos velocidade­s

La propuesta de ley impulsada por el presidente inicia su arduo camino en el Congreso de EEUU Las ajustadas mayorías en las cámaras dificultan que sea aprobada sin cambios en el texto final

- IDOYA NOAIN epextremad­ura@elperiodic­o.com

En sus primeras horas en la Casa Blanca Joe Biden envió al Congreso las líneas maestras de su plan para iniciar una reforma profunda y ambiciosa de las leyes de inmigració­n en Estados Unidos. Era una promesa de campaña y también una muestra de su determinac­ión de romper radicalmen­te y desde el primer día con el clima político de criminaliz­ación del inmigrante y la política de mano de hierro que marcaron los cuatro años de Donald Trump.

Ayer, la propuesta legislativ­a concreta fue presentada formalment­e en la Cámara Baja y la que semana que viene se hará en el Senado, poniendo sobre la mesa una vía que llevaría a la primera regulariza­ción masiva en 35 años, concretame­nte de cerca de 11 millones de personas que viven sin dovar cumentos en EEUU. Y aunque el camino queda ahora abierto, nadie, ni siquiera en la Administra­ción, tiene duda de que será extremadam­ente arduo recorrerlo o llegar al final deseado.

El núcleo central de la propuesta de Ley de Ciudadanía estadounid­ense es abrir esa vía a la regulariza­ción. Concretame­nte, es un camino bifurcado según el tipo de inmigrante. Los llamados dreamers (que llegaron como niños a EEUU), los beneficiad­os actualment­e por el Estatus de Protección Temporal y trabajador­es esenciales podrían solicitar inmediatam­ente (tras pasar los controles de historiale­s policiales y de seguridad y pagar impuestos) un permiso de residencia (la green card) y, tres años después, pedir la ciudadanía. El resto (siempre que hubieran llegado a EEUU antes del 1 de enero de este año, para evitar el efecto llamada), podrían pedir la green card tras cinco años y tres después la ciudadanía.

La propuesta legislativ­a también tiene otros elementos, de elelos cupos de visados de trabajo y facilitar los de reunificac­ión familiar a plantear una inversión de 4.000 millones de dólares en cuatro años en Honduras, Guatemala y El Salvador para tratar de contribuir a mejorar una situación que ahora empuja a muchos a emigrar de allí. Y en una diferencia de fondo con proyectos de reforma anteriores, no pone tanto el foco en el refuerzo de la seguridad en la frontera, aunque incluye propuestas para reforzar la tecnología que permita combatir a traficante­s de narcóticos y de seres humanos o más fondos para los tribunales de inmigració­n.

La regulación masiva que se propone sería la primera en 35 años

DIFICULTAD­ES DESDE EL PRINCIPIO / Las ajustadas mayorías demócratas crean unas perspectiv­as complicada­s para la aprobación de la propuesta de ley. En la Cámara Baja ya hay congresist­as del partido de Biden que le ponen peros y hasta han llegado a avisar de que tendrá efectos electorale­s «catastrófi­cos», especialme­nte en distritos fronterizo­s como los de Texas en los que Trump logró mejores resultados entre hispanos de los esperados. Y en el Senado, donde harían falta diez votos republican­os, también el consenso es esquivo incluso entre los 50 demócratas.

Cabe la posibilida­d de que se intente aprobar la ley, o al menos partes de ella, en un proceso de reconcilia­ción presupuest­aria que solo requiere mayoría simple, una idea que defienden los activistas pro inmigració­n. Tanto la posible división en propuestas legislativ­as parciales como ese voto sin republican­os es algo que Biden está dispuesto a discutir.

Para el presidente, en cualquier caso, era importante poner el proyecto sobre la mesa, y hacerlo con fuerza y también con simbolismo. Los encargados de la presentaci­ón fueron el senador Bob Menéndez y la congresist­a Linda Sánchez, ambos hijos de inmigrante­s. «Es un imperativo económico y moral», dijo en un acto virtual Menéndez, hijo de cubanos, que fue parte del llamado Grupo de Ocho que intentó la reforma en el 2013, que aprobó el Senado pero los republican­os que controlaba­n la Cámara Baja frenaron. «Esta vez puede y debe ser diferente», declaró la representa­nte california­na, de padres mexicanos.

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