Preguntas sin respuesta
Un año después del peor ataque ultra en Alemania en décadas siguen abiertos los interrogantes Los expertos dudan que fuera «un lobo solitario» H
Alja Kurtovi duda cuando se le pregunta si vive con miedo. «Honestamente, no sé si estoy suficientemente protegida por el Estado. La sensación de seguridad sería mayor su supiésemos cómo pudo ocurrir algo así». Es la hermana de Hamza Kurtovi, una de las 10 víctimas mortales del atentado de Hanau, el peor ataque ultraderechista en Alemania desde la bomba que golpeó la Oktoberfest de Múnich el 26 de septiembre 1980, con 13 muertos y más de 200 heridos.
Al filo de las 10 de la noche del 19 de febrero del 2020, Tobias Rathjen, un ciudadano alemán de 43 años con licencia de armas, se desplazó con su coche hasta el centro de Hanau, una pequeña ciudad del estado de Hesse. Se dirigió a dos locales frecuentados por alemanes con raíces migratorias y extranjeros. Disparó a discreción contra la clientela. Finalmente, condujo hasta su casa y allí asesinó a su madre y se suicidó, según la policía. Nueve de las diez víctimas de Rathjen, a excepción de su madre, eran de origen extranjero.
Alja Kurtovi y otros familiares de las víctimas de Hanau se siguen preguntando cómo el asesino pudo acceder a una licencia del arni mas. Las autoridades dicen que nunca había llamado la atención de la policía ni de los servicios secretos. Sus compañeros del club de tiro también dicen que jamás mostró tendencias xenófobas.
Todos los detalles han alimentado la narrativa del «lobo solitario» trastornado mentalmente; es decir, que actuó sin colaboradores apoyado por una estructura política ni un grupo armado. Es lo mismo que defiende el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Pero la teoría del «lobo solitario» parece poco verosímil si se analiza la historia reciente de atentados ultraderechistas de Alemania. «Hay una continuidad ideológica», asegura Matthias Quent, sociólogo y director del Instituto para la Democracia y la Sociedad Civil de Jena. «Los atentados no tienen por qué estar siempre respaldados por estructuras, pero se producen en un determinado ambiente social y político», añade en referencia al racismo estructural, al avance electoral de AfD y al aumento de crímenes xenófobos desde la llamada crisis de refugiados en el 2015.
«La imagen del lobo solitario es una metáfora fácil de entender», responde Andreas Zick, doctor del Instituto para Investigación Interdisciplinar de Conflictos y Violencia de la Universidad de Bielefeld. Y añade: «El análisis sistemático de los agresores que cometieron ataques en solitario muestra, sin embargo, que tenían ideologías. Y las ideologías no caen del cielo. Las autoridades tienen que aclarar si realmente nada les llamó la atención».
Hla vida a consecuencia de los golpes de la policía. La Fiscalía acusaba a las periodistas de incitar a la población a salir a la calle y «atentar de forma grave contra el orden público», delitos de los que las encausadas se habían declarado inocentes. Las oenegés de derechos humanos han calificado a las dos chicas de «presas de conciencia».
El fallecimiento de Bondarenko galvanizó de nuevo a la oposición bielorrusa hace tres meses, después de la primera oleada de protestas en el verano. Considerado uno de los símbolos de la revuelta contra el Gobierno de Aleksándr Lukashenko, se envalentonó con miembros de las fuerzas del orden que retiraban lazos rojiblancos, el símbolo de la oposición, en unas vallas.
Fue golpeado por éstos, según los testigos, y llevado a un autobús. Horas después, falleció en un hospital con traumatismo craneoencefálico y hematomas en el cuerpo. Pese a las sospechas, la fiscalía local acaba de determinar que «ningún miembro de las fuerzas del orden tuvo relación alguna con las heridas» que causaron la muerte del joven.
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