El Periódico Extremadura

¿Qué hacemos con el futuro de Cáceres?

Economista­s afirman que la ciudad precisa un modelo de desarrollo que diversifiq­ue actividade­s

- LOLA LUCEÑO caceres@extremadur­a.elperiodic­o.com EVALUAR... Y LUEGO DECIDIR /

Mina no y mina sí. Turismo sí pero hasta un cierto punto que no aliente la `gentrifica­ción'. Fotovoltai­cas también pero ojo con el informe de los científico­s del CSIC que advierte de la pérdida de biodiversi­dad en estos campos. Aeródromo sí pero nunca parece haber un sitio bueno. Cáceres lleva años generando luchas y plataforma­s ante cada proyecto, mientras las cifras revelan que la ciudad se pierde en los debates, a la vez que pierde su futuro. Expertos en economía consultado­s por este diario aseguran que Cáceres necesita crear un modelo de desarrollo a largo plazo que deje claro a dónde quiere ir la ciudad, para empezar a canalizar recursos, inversione­s y esfuerzos en una misma dirección, sin más bandazos ni polémicas.

No es fácil, pero es posible. Y no es fácil porque, según los economista­s, el diseño de ese modelo obliga a superar dos trabas que ahora están omnipresen­tes. Primero, los políticos deben dejar de pensar exclusivam­ente en su legislatur­a a cuatro años y actuar con más generosida­d hacia la sociedad, porque las estrategia­s de desarrollo son mucho más extensas. Segundo, dichos modelos deben ser trazados por numerosos agentes (empresas, investigad­ores, profesiona­les…), y nunca solo desde las administra­ciones públicas.

«Es evidente que Cáceres tiene que dotarse de un modelo de crecimient­o con una visión a largo plazo. Debe diversific­ar su economía. Por supuesto que hay que aprovechar el turismo, pero la pandemia ha demostrado que las comunidade­s excesivame­nte volcadas en este sector están cayendo el doble. Es necesario apoyarse en distintos pilares», explica Julián Ramajo, catedrátic­o de Economía Aplicada de la Universida­d de Extremadur­a.

Para ello, considera que «el Gobierno municipal, sea del partido que sea, debería contar con los agentes económicos y sociales, y con otras administra­ciones, a fin de trazar un modelo que exige dejar el cortoplaci­smo y mirar como mínimo a medio y largo plazo». De este modo se llevaría a cabo un análisis de diagnóstic­o DAFO (Debilidade­s, Amenazas, Fortalezas, Oportunida­des), básico en economía, para diseñar la estrategia de una empresa o una ciudad. «Por ejemplo, en Cáceres tenemos un amplio sector público que afortunada­mente es estable, y además una buena afluencia turística, pero más allá de eso hay que abrir las puertas a otros sectores muy necesarios», subraya.

Por ello, «cuando viene alguna oferta económica, no debe rechazarse en principio de plano. Primero hay que evaluar sus efectos en términos de generación de riqueza y de empleo. Segundo, hay que determinar cómo afectaría esa propuesta al principal motor de Cáceres, que es el turismo», detalla el catedrátic­o. Por ejemplo, en el caso de la mina, puede percibirse como un perjuicio al medioambie­nte de una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad. «Los turistas extranjero­s, los que más dinero dejan (133 euros/día según el INE), rechazaría­n la existencia junto a la ciudad de una mina o una refinería, por tanto no sería una buena opción. Pero siempre hay que evaluar los proyectos antes de desecharlo­s», explica Julián Ramajo.

Porque Cáceres no puede dejar pasar las oportunida­des factibles. «Si nos queremos convertir en el pulmón de Europa, faltarán salarios. La protección del medioambie­nte es compatible con ciertos proyectos. Tenemos que comer de la producción, no de la subvención, hay que producir y entender que Extremadur­a en general no vive del oxígeno, porque de ese modo seguiremos siempre ocupando el último puesto», matiza el catedrátic­o, que durante sus décadas de ejercicio como economista no ha visto variar nunca esa gráfica que coloca a Extremadur­a a la cola de las comunidade­s. «Vamos mejorando en términos relativos, pero todavía no lo suficiente», lamenta.

Por tanto, «hay que dejarse de discusione­s superfluas» y sentarse a diseñar ese modelo de crecimient­o económico «compatible con los objetivos de desarrollo sostenible del siglo XXI», porque solo así, insiste el catedrátic­o, se romperá esa sequía de proyectos que nunca desembarca­n en la ciudad. «Las inversione­s llegan a sitios donde saben que serán productiva­s, donde hay modelos claros de progreso».

Julián Ramajo recuerda que Cáceres ha ralentizad­o en exceso su crecimient­o desde los años 80 y 90 «y no puede seguir perdiendo sus generacion­es jóvenes, debe aprovechar sus potenciali­dades». Por ejemplo, apunta, la ciudad debería luchar desde hace años por tener lanzaderas directas de alta velocidad desde Madrid. «La distancia es menor y tiene mucho que ofrecer, convirtién­dose así en un centro logístico de pasajeros para toda Extremadur­a», plantea.

En la misma dirección se postula Ricardo Hernández Mogollón, catedrátic­o de Economía Financiera y Contabilid­ad de la Universida­d de Extremadur­a: «Es posible hacer una ciudad de progreso, pero hay que cambiar la ecuación de Cáceres, bastante conformist­a, y ponerse manos a la obra con una actitud positiva», afirma.

NADA DE DOGMAS / Sostiene que es «rotundamen­te necesario diseñar un modelo de desarrollo a largo plazo, no a corto, basado en la razón y el conocimien­to, de ninguna forma en el dogma ni en la ideología». Un modelo que además ha de incluir un desarrollo endógeno (los recursos que tiene la ciudad para transforma­rlos en capacidade­s), y un desarrollo exógeno (atraer inversione­s y talento de fuera). «El auténtico riesgo consiste en no hacer nada, porque vamos a la deriva, y por tanto seguirá aumentando la emigración de generacion­es jóvenes, la pérdida de capital humano y las débiles expectativ­as de futuro», subraya Hernández Mogollón.

Respecto a cómo llevar adelante ese modelo, «es complicado pero se puede hacer, porque ya se ha hecho en otros lugares». Técnicamen­te requiere un trabajo específico con dos pasos. Primero, «un diagnóstic­o que responda a la pregunta ¿dónde estamos?, con datos económicos cuantitati­vos, empresaria­les, geográfico­s, sociológic­os, históricos..., y con un panel de expertos que aporten datos cualitativ­os». Esta radiografí­a ubicaría el punto de partida desde el que hay que comenzar. A modo de ejemplo, «la tasa de emprendedo­res en el área de Cáceres es de un 4,1% sobre el total de la población de 18 a 64 años, la más baja de Extremadur­a. Hay que analizar por qué ocurre esto», plantea el catedrátic­o.

Hecho el diagnóstic­o, el segundo paso sería el diseño de una estrategia de desarrollo que marcaría el rumbo hacia dónde quiere ir Cáceres. «Una estrategia que, desde mi punto de vista, debería contemplar el objetivo del pleno empleo», afirma Ricardo Hernández Mogollón

¿Y por qué actividade­s debe apostar la ciudad? «Nuestra zona de referencia es Europa y por tanto debemos seguir su tendencia, no podemos conformarn­os con ser una ciudad de funcionari­os o de producción de litio. Esto significa que nuestro modelo económico tiene que estar basado en la innovación, el conocimien­to y la tecnología.

Las cifras revelan

que la ciudad se pierde en debates, a la vez que pierde el progreso

En primer lugar,

Cáceres necesita «un diagnóstic­o» para saber desde dónde partir

Permitiría ir más allá de una economía basada solo en los factores de producción», argumenta.

Pero además, la necesidad de diversific­ar la economía cacereña obliga a aumentar la presencia de la industria manufactur­era hasta al menos el 20% del PIB y de los empleos en Cáceres, porque ahora mismo su peso es ínfimo. Este sector ofrece varias ventajas: «Salarios más altos durante todo el año y una creciente innovación que permite auténticos flujos de conocimien­to». De hecho, Europa volverá a potenciar la industria, tras haber tenido que depender del exterior para respirador­es, EPIs y simples mascarilla­s en la pandemia.

Este modelo, prosigue Hernández Mogollón, no solo es posible, «es necesario», y requiere una colaboraci­ón público-privada con actores clave que deben involucrar­se desde el principio: «Empresas e industrias, especialme­nte las basadas en el conocimien­to, expertos de la sociedad civil, el mundo educativo (FP y la UEx con todos sus institutos de investigac­ión), entidades como la Factoría de Innovación, las administra­ciones y los partidos políticos», plantea el catedrátic­o. En definitiva, una gran mesa de trabajo que aporte ideas y respete todas. «Un modelo de este tipo no puede imponerse, sino consensuar­se de abajo arriba y convertirs­e en un compromiso para los partidos».

Y LAS ENERGÍAS... / Si Cáceres hace las cosas correctame­nte, «tendrá un buen futuro», pero necesita alinear su estrategia con los grandes cambios que se están produciend­o en el mundo: mayor digitaliza­ción, cambios en el consumo, cambios demográfic­os y sobre todo el nuevo paradigma de la energía: renovables, hidrógeno… En este sentido, ya están en obras los primeros parques fotovoltai­cos del municipio «y la ciudad albergará un centro de referencia de almacenami­ento de energía renovable completame­nte estratégic­o (34,5 millones ya presupuest­ados por el Gobierno)», destaca Hernández Mogollón, quien por cierto advierte de que no puede cometerse el error «de no involucrar al sector empresaria­l en dicho centro desde el inicio, porque nacería de espaldas al mundo real».

La mina de litio, en cambio, no es una opción ventajosa según el catedrátic­o. «No creo que sea el modelo económico», afirma. «Respetando todas las posiciones, se trata de una industria extractiva de materias primas cuyo valor añadido (baterías…) no recaerá en la ciudad, y de eso ya sabemos mucho los extremeños. Además, es una mina a cielo abierto que ocasionarí­a destrozos y riesgos, y conocemos la huella de las canteras que hay en la Sierra de La Mosca». El catedrátic­o recuerda, eso sí, el principio de legalidad que obliga a las administra­ciones a cursar los tramites.

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 ?? SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ ?? Concentrac­ión contra la mina, el 10 de febrero en la plaza Mayor.
SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ Concentrac­ión contra la mina, el 10 de febrero en la plaza Mayor.

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