«Parece que si no eres corrupto, eres tonto o no has podido serlo»
«La realidad es tan surrealista, incomprensible y contradictoria que debemos explicarla con recursos no tan reales, como los fantasmas»
«Sin ego no podrías estar dos años metido en un proyecto de escritura. Yo escribo para que me lean»
Cinco amigas de vida privilegiada no olvidan que un año atrás Teresa, joven hondureña que contrataron para limpiar sus casas, se quitó la vida. Toni Hill (Barcelona, 1966) regresa tras el celebrado `Tigres de cristal' con una intrincada y redonda novela de misterio, `El oscuro adiós de Teresa Lanza' (Grijalbo), donde aborda temas como el suicidio, la inmigración, el clasismo y la corrupción.
– Ese adiós de Teresa alude al suicidio. ¿Debe dejar de ser tabú? -Es un gran tema del que no se habla por esa teoría del efecto contagio. Pero es necesario un plan para abordarlo. En Japón han creado un ministerio de la soledad y el aislamiento ante la ola de suicidios por el confinamiento y la pandemia. El suicidio se oculta o disimula pero es la primera causa de muerte violenta en España. – ¿Qué lleva a alguien al suicidio? -Es el gran misterio. Quien tiene la respuesta ya no está. ¿Porque no ve otra solución? ¿Para llamar la atención? Ante un asesinato hay un culpable, pero en un suicidio hay una mezcla de circunstancias.
– Da voz a un fantasma, el de Teresa. ¿Un poco a lo John Connolly y algo de `Ghost'? -Solo algo. No es una novela de miedo. La realidad es tan surrealista, incomprensible y contradictoria que debemos explicarla con recursos no tan reales, mirándola desde el otro lado. La presencia de Teresa resulta natural. Los fantasmas son recuerdos de gente que no podemos olvidar. No se van nunca.
– Al fantasma solo lo ve Ander, un niño colombiano adoptado que no encaja. En `Tigres de cristal' hablaba de niños y `bullying'. ¿Qué tiene el mundo infantil que a menudo nos inquieta tanto? -La infancia es inquietante. Niños de 4 o 5 años que dependen de ti no reaccionan como crees porque son un ente propio. Y en el caso de Ander, dicen que siempre estará mejor que en su lugar de origen, pero a veces no es así y no se habla de ello. Hay adopciones que no salen bien por muy buena voluntad que haya porque juntas seres humanos que no tienen nada en común. Y hay padres que se preguntan por qué se han metido en ese lío y no aguantan más.
– Muestra un microcosmos en las antípodas del barrio obrero de `Tigres de cristal': una zona residencial cercana a Barcelona. -Es Castellverd, es inventado, pero es como Valldoreix. El que sí existe es Las torres, en Rubí, donde viven los personajes inmigrantes. Tras la trilogía de Héctor Salgado no quería la etiqueta de novela policiaca. Y después de Tigres… no quería la de autor de novela de extrarradio. Aquí me fui al otro extremo, donde hoy viven profesionales liberales o con buenos sueldos.
– Pero sigue ahí el tema de la inmigración. Antes la española de los años 70 y ahora la extranjera. -Ya es hora de que los personajes de las novelas sean de diversos orígenes. Vas por Barcelona y no toda la gente es blanca. No quería una novela sobre los que llegan en patera sino integrar de forma natural a los inmigrantes, que se relacionan con los de aquí y que no solo son mujeres explotadas. Hay muchos inmigrantes en España pero no parecen importar a nadie. En el debate de las elecciones en Cataluña solo un partido habló de ellos y fue para criminalizarlos. – Son invisibles hasta para quienes les dan trabajo. Pero les necesitan porque les son útiles. -Las mujeres que van a limpiar, a cuidar el jardín, a los niños o a los abuelos… les pagamos para que estén con ellos y hasta para que los quieran. Hacen los trabajos que nadie quiere hacer. Son testimonios invisibles de lo que pasa en cada casa pero no pueden intervenir. No les damos ni voz ni voto.
– Y no quieren a su hijo de pareja de Teresa. ¿Clasismo o racismo?
-Clasismo. Intento entender la sorpresa de los padres cuando un hijo les comunica que en vez de ir a estudiar al extranjero se irá a vivir con la inmigrante que limpia su casa . Hemos asignado roles a personas de otras razas y las vemos como mano de obra o en el súper pero todavía no como profesores o médicos.
– Cinco amigas con profesiones de éxito y muchos secretos. Recuerda a series como `Big Little Lies' o `Mujeres desesperadas'. -Son referentes potentes pero la idea inicial era Teresa. Siempre he tenido personajes masculinos y femeninos pero el protagonista siempre era hombre. Y le di la vuelta. A Teresa era fácil relacionarla con esas mujeres con vínculos de amistad, que me servían para establecer tensiones entre los personajes.
– La corrupción también está ahí. -No todos los ricos son corruptos pero dejarla fuera de la novela no sería ser fiel a la realidad. Desde la dictadura nos acostumbraron a la manga ancha y la tolerancia a una manera de hacer que no era legal. Antes, los negocios se hacían así. Parece que si no eres corrupto, es que eres tonto o no has tenido la oportunidad de serlo.
– Reflexiona también sobre el sensacionalismo de cierta prensa. -De cierta prensa, sí, que confunde emoción con información. Hay muchas horas de tele que llenar. Con tertulias eternas donde solo especulan y pueden hacer mucho mal. Donde se pone un presuntamente al principio y al final y en medio se dicen 300 barbaridades. Como pasó con el niño que murió en el pozo o el caso Madeleine, con la idea de que una madre es una santa o es muy mala. Pero la gente se lo traga. El morbo nos gusta: todos miramos el accidente de la carretera.
– Un personaje dice que solo hay dos tipos de autores, los que tienen éxito y los que no, pero que todos se convierten en cabrones exigentes, o por arrogancia, o por resentimiento. ¿Algo que alegar? -¡Pero si los escritores somos encantadores! (ríe). Bueno, creo que hay autores cuyos libros tienen impacto, sean o no cabrones, y otros que no. Los de más éxito tienden a volverse más exigentes y chantajistas con sus editores. Y los hay que nunca asumen que su fracaso de ventas se debe a que lo que han escrito no interesa y culpan de ello a la editorial. – ¿Demasiados egos? -Es que sin ego no podrías estar dos años metido en un proyecto de escritura que te absorbe tanto. Lo haces porque piensas que lo que escribes interesará a alguien. Yo escribo para que me lean. – ¿Acabó la novela ya en pandemia? -Sí. Tenía lo suficiente escrito como para terminarla pero pensé que igual cuando se publicara habría cambiado todo tanto que no tendría sentido lo que contaba. De hecho, pasa en 2019 y la última escena es el 1 de febrero de 2020, justo cuando se desencadenaba todo. Pensé en hacer algún guiño pero acabé descartándolo. Creo que habrá muchas novelas en los próximos años que acabarán en esa fecha y el resto tendrán la pandemia como tema central.