Cuomo, en apuros por una acusación de abuso sexual
Cuando Nueva York era el epicentro de la pandemia en Estados Unidos, mientras desde la Casa Blanca Donald Trump minimizaba la gravedad de la crisis, Andrew Cuomo, el gobernador demócrata de Nueva York, fue para muchos un bálsamo de confianza y empatía, icono de una gestión ejemplar. Ahora, casi un año después, el relato cobra otra forma y el ídolo muestra sus pies de barro.
Las acusaciones de que el Gobierno de Cuomo ocultó la dimensión de la tragedia en las residencias de ancianos y el número de mayores fallecidos, así como la renovada indignación por la inmunidad ante demandas en los tribunales contra residencias y hospitales que Cuomo integró en el presupuesto estatal, han puesto al gobernador en el punto más complicado de sus más de diez años al frente de Albany. El escándalo y la reacción de Cuomo, que ha admitido un «error» pero ha quedado lejos de una disculpa y ha atacado duramente a sus críticos, han hecho además que se exponga su estilo agresivo e intimidatorio.
El miércoles pasado se sumó al intenso escrutinio a Cuomo una acusación de acoso sexual. La hizo una antigua ayudante, Lindsey Boylan, que en diciembre ya denunció que el gobernador creaba un «ambiente tóxico de equipo» y le acusó de haberla acosado durante años, algo que entonces Cuomo también negó. Boylan cuenta ahora varios episodios, de un beso no deseado y otras conductas inapropiadas de Cuomo.
Varios legisladores democrátas han condenado los hechos, en unos casos más directa que en otros, del supuesto comportamiento con Boylan. Desde las filas republicanas se ha aprovechado para pedir de nuevo su dimisión.
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