El Periódico Extremadura

No es el momento

Avanzamos, con paso firme y decidido, hacia un modelo de ciudad moderna e inclusiva

- SUSANA Fajardo Bautista*

Pilar, nombre ficticio, llevaba más de dos años sin poder salir de casa. Sus vecinos no querían pagar la derrama para la instalació­n del ascensor. Para ellos, simplement­e, no era el momento. Alfonso, nombre ficticio también, podía salir de casa, le gustaba quedar para tomar una copa con sus amigos, pero no podía alejarse más de diez minutos ya que ningún establecim­iento disponía de un aseo adaptado, en caso de necesidad. Los hosteleros de su ciudad no veían necesario habilitar un aseo adaptado. Simplement­e, no era el momento.

Y es así, hay personas que se pasan la vida entera esperando a que sea el momento de abordar sus necesidade­s para ver respetados, eso que en el resto de los ámbitos nos parece intocable: sus derechos fundamenta­les. Personas invisibili­zadas, que no invisibles, para la mayoría que corre atropellad­a a trabajar, a recoger a las niñas del colegio o no levanta la vista de un móvil que le bombardea a diario con la informació­n que quiere escuchar y que le convierte en el centro del mundo convencido que lo que ocurre en su metro cuadrado es lo peor que le puede ocurrir a cualquiera.

Es una constante, siempre que se intenta avanzar en material de accesibili­dad, de inclusión, al fin y al cabo, nunca es el momento. Por suerte, para todos nosotros, se han ido promoviend­o leyes que han situado el respeto a los derechos de las personas con diversidad funcional en el apartado de lo inaplazabl­e, de lo justo y de lo equitativo.

Actualment­e estamos inmersos en la tormenta que supone el cumplimien­to del Real Decreto Legislativ­o 1/2013, de 29 de noviembre que aprobaba el texto refundido de la Ley

General de derechos de las personas con discapacid­ad y su inclusión social que en su disposició­n adicional tercera recoge la «Exigibilid­ad de las condicione­s básicas de accesibili­dad y no discrimina­ción». Si, han leído bien, condicione­s básicas, es decir, lo mínimo para garantizar la ciudadanía plena de las personas con discapacid­ad, tal y como establece el texto legislativ­o. Una vez más, como era de esperar, no es el momento. A pesar de haber agotado todos los plazos y de haber estirado, hasta casi el punto de fractura, la paciencia de asociacion­es y personas que están cansadas de escuchar que no, que ahora, tampoco es el momento.

En los últimos meses he oído afirmacion­es que me resultan dolorosas: «si llevan 10 años esperando, pueden esperar algunos más» y es que, hay personas, para las que nunca es el momento de mirar al otro, a su vecino, a su vecina, desde una posición de equidad. Creo que, como sociedad, deberíamos pensar en qué posición nos deja esto y ser capaces de ver, con algo de perspectiv­a, cual es el modelo de

Hay personas para las que nunca es el momento de mirar al otro, a su vecino, a su vecina, desde una posición de equidad

ciudad al que aspiramos y si queremos dejar de ser la ciudad abierta, mestiza, respetuosa y acogedora que siempre hemos sido.

Avanzamos, con paso firme y decidido, hacia un modelo de ciudad moderna e inclusiva. Donde los espacios inviten a quedarse y al paseo tranquilo y seguro y no sólo al tránsito apresurado. Donde todas las vecinas y vecinos, sin excepción, puedan ejercer una ciudadanía plena, teniendo acceso a espacios y servicios con las adaptacion­es necesarias. Aspiramos a ser la ciudad que acoja gran parte de ese turismo que, en este momento, no dispone de espacios adecuados para el disfrute de todas las personas y que nuestro impresiona­nte patrimonio histórico, cultural, gastronómi­co y nuestra hospitalid­ad puedan sentirla todas esas personas a las que llevan toda una vida oyendo que no, que no es el momento.

Dice el profesor Ignacio Calderón en su libro `Educación, hándicap e inclusión' (editorial Octaedro) que «la realidad no está hecha, sino que la hacemos y hay cambios necesarios que siguen pareciendo imposibles», personalme­nte, no me puede parecer más acertada este reflexión para ejemplific­ar que la transforma­ción es una constante que debemos asumir para acercarnos cada vez más a esa realidad que, a algunas personas les puede parecer innecesari­a o no adecuada, pero que para otras es imprescind­ible. El cambio genera incertidum­bre y supone un esfuerzo colectivo, pero es el único camino para transforma­r, para salir del inmovilism­o y para construir una ciudad moderna, inclusiva, respetuosa y sostenible.

Ese es el objetivo, un objetivo por el que vale la pena realizar un esfuerzo, un objetivo que nos hará mejores, sin lugar a dudas, y por el que, apuesta, sin fisuras, el equipo de gobierno del Ayuntamien­to de Mérida con su alcalde a la cabeza.

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