«Entiendo cómo se siente...»
La diócesis 15 años del instituto El Brocense han escrito 85 cartas nominativas por correo postal a dos residencias de En ellas se interesan por los ancianos, les dan ánimos, pero además les cuentan su vida y sus problemas
Alumnos de
Pasar una pandemia mundial en plena adolescencia debe ser muy duro. A los 15 años, cuando se abre la jaula y todo parece cielo, no hay daño más cruel que cortar las alas. Por eso, y aunque parezca que ambos colectivos están en las antípodas, los chavales saben mejor que nadie cómo se encuentran los mayores que han vivido el año del covid recluidos en sus residencias. Sin ver a quienes aman, sin abrazos, sin esa libertad que los primeros inician y los segundos prolongan como el mayor tesoro... Y así lo demuestran los alumnos del IES El Brocense en las entrañables cartas que han escrito a los ancianos de dos residencia de la diócesis de CoriaCáceres.
«Me gustaría que usted también me cuente sus aficiones, o las que tuvo, que me hable de cosas que le gustan, de cómo se entretiene, cómo se encuentra usted... Que me cuente todo lo que quiera, y si quiere, claro, que yo estaré encantada de recibir respuesta y leerle». Así le escribe la joven Laura a don Francisco Javier, con su `don', porque tratan a los ancianos con respeto. No se conocen, solo saben sus nombres, pero eso basta. Es una de las 85 cartas que han salido desde las aulas del instituto El Brocense rumbo a la residencia Nuestra Señora del Rosario, en la urbanización la Zambomba de Cáceres, y también a la Casa de la Misercordia de Alcuéscar.
La idea ha tenido una acogida unánime entre el alumnado. Ha partido del profesor Eloy Remedios, profesor de Lengua Castellana y Literatura en dicho centro. «Supe que en el colegio Sagrado Corazón de Cáceres estaban enviando cartas a una residencia de la congregación, y como en mis clases tengo que explicar todo tipo de textos, pensé que podíamos enviar cartas nominativas a los abuelos de las residencias», explica el docente. Sin duda, una didáctica reforzada con valores.
«Hablé con la compañera de Religión, pedimos permiso al Obispado y efectivamente nos facilitaron el listado de residentes en estos centros», relata. Los alumnos solamente conocen el nombre de los abuelos, y viceversa, para salvaguardar la protección de datos. El profesor es el que tiene las direcciones completas y se ha encargado de ponerlas en todos los sobres.
Porque las cartas van por correo postal, como siempre, como gusta a los mayores, con frases de
Foto 1: Carta de Lucía a don Antonio.
Foto2: Carta de Jonathan a don Felipe.
Foto 3: Carta de Celia a don Gabriel.
Foto 4: Los alumnos en una de las clases, mientras redactan sus misivas a los abuelos. puño y letra, con sellos… «Seguro que les hace ilusión, y a los jóvenes les ayuda a aprender. Se trata de una generación que prácticamente no ha enviado nunca cartas por correo ordinario», indica el profesor. Los abuelos pueden leerlas o permitir que se las lean sus cuidadores. «Queremos que les sirva para hacerles un poco más dulce estos días todavía tristes. Pensamos que la pandemia ha tenido que ser muy dura en las residencias, con las visitas limitadas y con una difícil conexión con el exterior, porque los mayores generalmente no se manejan bien con las nuevas tecnologías», subraya.
Por ejemplo, Lara cuenta a don Bernardo que ahora vive ella sola con su madre y con su padre, porque su hermana mayor estudia ya en otra ciudad. «Pero afortunadamente todos estamos bien. ¿Usted tiene muchos amigos en la residencia?» le inquiere.
Los alumnos son en su mayoría de 4º de la ESO y de 1º y 2º de PMAR, en torno a los 15 años. Ha sido una actividad por completo voluntaria pero han participado