Scout Marwan hace una batida de limpieza en las Crispitas
Este grupo decidió b recoger la basura presente en uno de sus lugares de reunión Jóvenes de entre 11 b y 17 años conciencian sobre la importancia de cuidar la naturaleza
La zona de las Crispitas luce un poquito más decente desde ayer por la tarde. El Grupo Scout Marwan de Badajoz decidió hacer allí una batida de limpieza debido a las recientes alarmas emitidas sobre la suciedad que los pacenses dejan en un entorno donde este colectivo suele llevar a cabo muchas de sus actividades. Este fin de semana, de hecho, habían pensado pasarlo allí. «Vimos lo poco responsable que está siendo la gente que viene y pensamos que era una buena oportunidad para poner nuestro granito de arena y mejorar la situación», cuenta Patricia Cáceres, coordinadora de la agrupación.
18 jóvenes de entre 11 y 17 años se dedicaron a recoger la basura presente en este espacio para «dejar el mundo mejor que como lo encontramos». Álvaro Trianes, uno de los monitores, cuenta que se trata de una de las máximas expresadas por Robert Baden-Powell, el fundador de los en 1907.
Las Crispitas no es el único espacio natural que han visto sucio. Antes de que estallara la pandemia, se reunían en el IES Zurbarán, pero el coronavirus provocó que se prohibiese la entrada a cual
Scouts y monitores recogen basura del suelo.
Recogieron alrededor de una treintena de bolsas, además de otros residuos.
quier persona ajena a la comunidad educativa, por lo que el Grupo Scout Marwan se quedó sin lugar donde concentrarse, ya que, a pesar de llevar más de seis años funcionando (se creó en septiembre de 2014), todavía no tienen una sede fija. Están esperando a que el ayuntamiento estudie su situación y les ceda aunque sea un local pequeño donde poder guardar sus materiales o juntarse en días de lluvia. Les dejaron utilizar una pista en el Viejo Vivero, pero cuando empezaron las competiciones deportivas tuvieron que abandonarla.
Mientras tanto, van rotando de sitio en sitio según las acciones que tengan pensado realizar. Plaza Alta, parques de la Legión y Castelar, San Isidro, Tres Arroyos... En estos dos últimos espacios naturales el colectivo ha notado también falta de limpieza. «Creemos que la gestión de residuos podría ser mejor. Además, como por esas zonas no vienen mucho las autoridades, la gente no entiende que es algo malo», lamenta Cáceres. Quienes sí que están concienciados sobre este problema es su grupo de
que ayer acabó recogiendo finalmente una treintena de bolsas de basura.
El colectivo se fundó en 2014 pero todavía no cuentan con una sede fija, tienen que reunirse en lugares públicos
HSolo resta techado el ábside de una de ellas. Lo demás son cuatro paredes y unos cuantos nichos de enterramiento, destruidos hace mucho. ¿No irán a reconstruir lo desaparecido sin saber cómo era? Otro pastiche más, después del estrepitoso fracaso del fuerte de San Cristóbal, vacío, sin destino conocido, a fuer de restaurado. Ni fortificación, ni mirador, ni restaurante. Nada. Valientes asesores tiene esta descarriada corporación. Nadie pone en duda la necesidad de consolidar las ruinas en cuestión; su proceso de deterioro no admite más espera. Pero ¿rehabilitar qué y para qué? ¿Acaso para levantar un restaurante sobre un subsuelo de fallecidos por el cólera, vecinos y, seguramente, antepasados de nuestros paisanos? Un poco más de respeto. Y de sentido común. ¿No hay cosas que restaurar – bien–, rehabilitar, limpiar o, mire usted por dónde, investigar en la alcazaba más descuidada de Europa? En la línea de la ya famosa actuación del cencerro de la torre de La Atalaya –¿sonará; para qué?– coloquen en los nichos unos fallecidos de silicona. Sabemos que los hubo. Así recuperamos el espacio histórico. Ciencia ficción.
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