La lucha de una madre ante la anorexia infantil
Cómo su hija preadolescente se deteriora física y psicológicamente sin que el sistema hospitalario consiga darle la atención integral y personalizada que necesita para superarla especializados ingresan a pacientes con este trastorno a partir de los 15 año
Núria Busquet ve con angustia
Los centros públicos
Núria Busquet, con algunos de los informes médicos de su hija, ayer en su casa.
Cuando el coronavirus empezaba a dar sus primeros latigazos, hace ahora un año, Núria Busquet, traductora y escritora residente en Cardedeu (Vallès Oriental), observó comportamientos extraños en la mayor de sus hijas, de 12 años. Ella y el padre de la niña lidiaron con la situación como pudieron. Y la angustia pandémica y el confinamiento domiciliario a cal y canto no contribuyeron precisamente a mejorar el estado de la menor.
Pasaron los meses y todo fue a peor. En agosto, la familia tocó techo al constatar que la cría estaba desarrollando un grave trastorno alimentario. Apenas comía. Su salud física y la psicológica estaban en juego. Había llegado la hora de pedir ayuda a la sanidad pública. Pero siete meses después, Busquet sigue desesperada, atrapada en un absurdo carrusel burocrático de
entradas y salidas del hospital y un sistema sanitario que no ofrece una solución real y efectiva a un caso tan grave como el de su hija, que sigue sin poder hacer vida normal y sin asistir al instituto como cualquier chica de su edad.
En agosto, esta mujer se puso en contacto con el CAP de su zona para pedir cita con la pediatra, pero le informaron de que la profesional, debido a la sobrecarga de trabajo por la pandemia, tenía en ese momento otro destino. Le atendió telefónicamente otro médico. Tras varias gestiones, le explicaron que recibiría una llamada del Centre de Salut Mental Infantil i Juvenil de Granollers, que depende de Sant Joan de Déu. Sus profesionales le dieron cita para el 20 de octubre. Busquet se angustió. Su hija empeoraba por momentos.
Primeras mentiras
Los alimentos que ingería no pasaban de un yogur y alguna ensalada. Su deterioro no solo era psicológico también físico. «Teníaalgo