LA CRUZ DE CÁCERES
LEl complejo San Francisco de Cáceres fue el escenario a lo largo de la tarde del jueves de las jornadas sobre la paz que complementaron la visita de la delegación nepalí para rubricar el hermanamiento con la capital cacereña y que pretenden convertir a la ciudad en un emblema mundial de la concordia. Silvia Sánchez o mínimo que se demanda de un gobernante es que sepa transmitir confianza, seguridad y certidumbre a la población. Pedir esto tampoco es exigir demasiado. Pero, con la clase dirigente actual, parece que aspirar a un cierto orden y algo de concierto es reclamar un imposible. Llevamos un año confirmando esa sensación que nos hacía intuir que habíamos caído en las peores manos posibles para gestionar la situación más angustiosa de nuestra historia reciente. Y, por certero que haya resultado aquel pálpito, no deja de indignar la ineptitud, irresponsabilidad y egoísmo de quienes manejan el timón del país como si fuesen niños de los ochenta a los que acabaran de regalarles su primer Scalextric.
Durante meses trataron de justificar sus errores con la excusa del carácter inédito del desafío pandémico. Pero llevamos ya más de un año asistiendo a un siniestro espectáculo en que no hacemos otra cosa que tropezar y dar tumbos. De modo que ya no existen dudas de que, en los continuos vaivenes a los que nos someten, tiene mucho que ver el hecho de que, a menudo, prima el vulgar criterio político sobre los dictámenes científicos. Y de ahí las flagrantes y frecuentes contradicciones con que, cada día, hemos de desayunarnos.
Pero lo que más pavor provoca es la ausencia de actos de constricción protagonizados por aquellos que saben de las graves consecuencias que tuvieron sus palabras y mandatos. Porque esto conduce, inevitablemente, a pensar que quienes circulan por los pasillos del poder tienen la conciencia atrofiada. Y eso es aterrador. En esta ceremonia del desconcierto ¿Si nosotros rociáramos de agua bendita un panel prehistórico lleno de cruciformes y, acto seguido, afirmáramos que tal panel se había convertido en el ara de un altar cristiano, acaso dicho panel perdería el carácter que le otorgó la mentalidad mágico-religiosa de nuestros antepasados? Eso es lo que hacen ustedes con la Cruz de los Caídos de Cáceres, que fue levantada por el odio, la homofobia, la xenofobia, el genocidio y el totalitarismo fascista. Ahora, pretenden blanquearla, bastardear sus raíces, como acostumbra a hacer con otras vidas y hechos esa asociación, que solo es un lobby ultraconservador, presidido por la letrada Polonia Castellanos, que se querella contra todo lo que se mueve a su izquierda y que suma ya un largo listado de fracasos en sus demandas. ¿Cómo una asociación cristiana puede tener como presidenta a una señora vinculada a la secta “El Yunque”: organización ultraderechista de origen mexicano y desautorizada por la misma Iglesia Católica? ¿O tener, entre sus máximos dirigentes, a destacados militantes de VOX, tal que Juan José Liarte, portavoz de la ultraderecha en el parlamento murciano; Norberto Domínguez o Alfonso González Rodríguez-Vilariño, candidato de VOX al senado en las pasadas elecciones generales de 2019 y marido de la presidenta de dicha asociación de `Abogados Cristianos'? Que sepamos, el cristianismo de base no es homófobo, ni xenófobo ni fascista. a la que nos han abocado, con tantas normativas, prohibiciones, restricciones y regulaciones de quita y pon, ya solo les faltaba alentar dudas sobre las vacunas. Las noticias de casos de trombosis y la actitud dubitativa de los gobernantes ha generado cierta histeria a propósito de los efectos secundarios que pueden derivarse de la inoculación del contenido de los viales de AstraZeneca. La preocupación de la gente es razonable, porque el ministerio, además de pausar la vacunación con AstraZeneca, cambiar el protocolo y variar los grupos de edad para los que estaba prescrita, ha llegado a manifestar que no sabe aún qué hará con los menores de 60 años que ya han recibido la primera dosis de la fórmula anglosueca.
Con afirmaciones y decisiones así es hasta normal que la gente desarrolle complejo de ratón de laboratorio, y no por las ocurrencias que se les han oído a Miguel Bosé o a Victoria Abril, sino por el errático modo de proceder y expresarse que tiene este gobierno de agitadores y propagandistas.
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