La LIJ: un tesoro escondido
Sin esos libros iniciáticos, pocos habríamos desarrollado el hábito y la pasión lectora
Abril es el mes de la literatura, y no solo por los actos en torno al día 23, sino por otra conmemoración cuyo valor es crucial para acabar siendo los lectores -y las personas- que somos: el 2 de abril se celebra cada año el Día del Libro Infantil y Juvenil.
Sin esos libros iniciáticos, pocos habríamos desarrollado el hábito y la pasión lectora, y con ellos, estimulado nuestra imaginación, creatividad, sensibilidado capacidad crítica y de reflexión. Y de eso, de despertar amor por la lectura en las edades más tempranas, trata esa efeméride para la cual se eligió la fecha de nacimiento de Hans Christian Andersen, creador de cuentos inmortales como
o
Por eso no entiendo que muchos desdeñen este género, considerándolo menor. Ni lo es por la dificultad que entraña (adaptarse al lenguaje de cada etapa de desarrollo y contar con la suficiente empatía y recursos para conectar con cada tipo de público es algo que muchos de la literatura no alcanzarían ni de lejos) ni lo espor lo que supone, esa contribución al desarrollo, a ese «ser persona»: de que tengamos al alcance buena literatura infantil y juvenil dependerá en gran parte los adultos que logremos ser.
Me temo que en Extremadura no lo hacemos mejor que en otros sitios, y que este género sigue sometido a una invisibilización doblemente inmerecida, puesto que contamos con grandes autoras que han traspasado las fronteras regionales y nacionales y de las que rara vez nos hacemos eco.
Por eso quiero dedicar esta columna a acordarme de algunas de ellas, como Pilar López Ávila, cuyo libro
fue reconocido como Mejor Libro
Ilustrado Infantil por el New York Times y la Biblioteca Pública de Nueva York, además de llevarse reconocimientos en los «International Latino Book Awards» y los «Moobbeam Children's Book Award». Con su colección de libros didácticos
López Ávila ha vendido muchos miles de ejemplares y continúa a fecha de este artículo como número uno en ventas en varias clasificaciones.
Entre los referentes de los que hablo se encuentra Carmela Trujillo, original de Talayuela, con más de una docena de libros a sus espaldas y traducida al catalán, euskera e italiano. Su primer libro infantil ganó el premio de Narrativa Vila d'Ibi y ya va por su octava edición, y algunos de sus libros juveniles se han publicado en Ecuador. Ahora es finalista del Premio del Libro Ateneo Riojano, que se fallará el día 23. Desde aquí le deseo toda la suerte.
En esta lista tampoco puede faltar Carmen Ibarlucea, quien vendió más de diez mil ejemplares en España con su obra
traducido al euskera y utilizado en escuelas populares de Honduras como libro de texto. Con
da una vuelta de tuerca en forma de versión sostenible al clásico planteando cuestiones esenciales para nuestra supervivencia como especie a través del cuidado del medio ambiente. Y es que esa es una de las claves de la literatura infantil: entretener, pero también formar en valores.
Juan Ramón Santos, aunque recién iniciado en este género, se ha alzado en 2021 con el premio de Literatura Infantil por su libro
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En Extremadura no lo hacemos mejor que en otros sitios, y que este género sigue sometido a una invisibilización
alegrías de este tipo.
A Beatriz Osés la meto en el saco, pues no en vano ha pasado gran parte de su vida laboral como docente en Extremadura. Ganó el premio Edebé de Literatura Infantil en 2018 con
se hizo con el de Barco de Vapor en 2019 con entre otros galardones. A destacar su saga juvenil del detective Erik Vogler, que lleva ya ocho entregas y ha sido traducida a varios idiomas.
Quizá no en las listas de de librerías y plataformas digitales, pero haciendo un gran trabajo encontramos varias editoriales extremeñas con su contribución a la LIJ. Entre ellas, Norbanova, De la luna, La Moderna o Letras Cascabeleras. En esta última podemos encontrar los libros de Pilar Alcántara, que se caracterizan, al igual que los de Ibarlucea, por su transmisión de valores para la formación de una sociedad más diversa y respetuosa. Esto no es ni mucho menos un
pues en eso reside precisamente la buena salud del género y el talento al que me refiero. Y lo tenemos al alcance de la mano, como regalo para los más pequeños o para alimentar a nuestro niño interior. No seamos tan torpes como para desdeñar justo lo que nos hace más grandes.
H