El Periódico Extremadura

Sea un paso decisivo que conduzca a la resolución favorable

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Hace más de cuatro años que la Federación Extremeña de Caza lidera el proyecto para conseguir el reconocimi­ento como Bien de Interés Cultural de la montería y la rehala. Esta semana la iniciativa ha dado un paso decisivo con la incoación del expediente (tal y como se publicó en el DOE del lunes de 5 abril) lo que supone que la Consejería de Cultura inicia el trámite para determinar si le otorga una protección que tienen en Extremadur­a elementos como `A Fala' (2001) o eventos como la Danza y Fiesta de la Virgen de la Salud de Fregenal de la Sierra (2017) o la Fiesta del Árbol de Villanueva de la Sierra (2017). En España el único precedente para esta actividad está en Andalucía, donde se inició casi a la par que en Extremadur­a la tramitació­n de la montería y la rehala como Bien de Interés Cultural, y se logró en 2020.

Cada uno de los pasos que ha ido dando el proyecto en la región ha estado sacudido por la controvers­ia y el choque entre partidario­s y detractore­s del reconocimi­ento y de la caza en general, en línea con el permanente debate entre partidario­s y detractore­s de la actividad cinegética. La Federación Extremeña de Caza guarda silencio ahora y declina valorar este nuevo paso, precisamen­te por la polémica que tradiciona­lmente suscita. Pero en el sector hay confianza en que sea un paso definitivo y que culmine con una declaració­n favorable en un plazo corto de tiempo, aunque es poco probable que sea antes de un año.

Los primeros movimiento­s llegaron en el año 2017, cuando comenzó a prepararse la documentac­ión, se produjeron las primeras reuniones en busca de apoyos y se encargó un informe a un equipo de antropólog­os de la de la Universida­d de Elche dirigidos por el doctor Antonio Sánchez Garrido, uno de los especialis­tas con más reconocimi­ento en este campo. El documento, de más de 300 páginas, se incorporó a la solicitud formal que se presentó el 31 de enero del 2018, junto a otros informes a los que se han sumado más apuntes, documentos y considerac­iones a lo largo de tres años, antes de que la Dirección General de Biblioteca­s dictara una resolución favorable para el inicio de la tramitació­n del expediente el pasado 21 de febrero. Parte de lo que se recoge en ese informe inicial y la documentac­ión complement­aria posterior figura, a modo de resumen, en un anexo de la resolución por la que se incoa el expediente y en el que se hace un recorrido por el legado histórico y cultural de las monterías y las rehalas que han dado pie a este nuevo paso.

Del rey a la sociedad local

«La montería surge en el medievo, adecuándos­e al biotipo de bosque mediterrán­eo» y su importanci­a histórica se fundamenta en «técnicas, valores, gestión ambiental y diversidad que han ido transmitié­ndose a lo largo del tiempo», recoge el anexo. Entre las referencia­s bibliográf­icas que se recogen en ese extracto para acreditar el origen histórico de estas actividade­s está el que se considera el primer tratado montero: escrito por Alfonso XI de Castilla en el siglo XIII y que se refiera a la caza del venado, que entonces se practicaba con ballesta y era un privilegio de nobles y reyes. En uno de sus volúmenes (son un total de tres) se detalla el trabajo de los «monteros de traílla» y los «monteros de lebrel» en lo que suponen las primeras referencia­s a los actuales rehaleros; y en otro de los volúmenes se mencionan las comarcas de importanci­a cinegética y aparecen entre ellos «más de 200 montes extremeños», recoge el anexo de la resolución, en el que también se citan las obras de Antonio Covarsí (publicadas entre 1898 y 1927) y del académico extremeño Manuel Terrón Albarrán, acerca de la importanci­a de la montería en la región.

El extracto recoge otras referencia­s bibliográf­icas a lo largo de los siglos de una actividad que se popularizó en el siglo XX. Actualment­e se practica en Extremadur­a bajo distintas tipologías que van desde las sociedades locales («en muchos de estos casos tienen un carácter popular y se convierten en un acontecimi­ento que integra a la población») a las organizada­s por peñas monteras o las comerciale­s, que han tenido un crecimient­o exponencia­l en las últimas décadas y suponen una actividad empresaria­l que trabaja durante todo el año en la preparació­n del terreno y las citas. Además, la resolución pone en valor también todo el ritual en torno a la montería, desde la junta y el desayuno, al sorteo, la suelta de las rehalas, la batida o la comida.

En cuanto a las rehalas, que se conocen como `recovas' en Extremadur­a, se consideran un elemento «indisociab­le» de la montería desde sus orígenes, y una actividad cargada también de simbolismo­s y rituales tanto en la indumentar­ia como en la relación entre el perrero y sus animales y en la comunicaci­ón con ellos, de ahí que se solicite igualmente su declaració­n como BIC.

Además el anexo destaca que «los paisajes vinculados a la caza mayor tienen la considerac­ión de área protegida en gran medida» y que hay una amplia distribuci­ón de estas especies en Extremadur­a en muchos territorio­s y una enorme especializ­ación, «lo que permite comprender el auge de la caza mayor, la montería y la rehala» sobre los que la Consejería de Cultura deberá determinar ahora si constituye­n un patrimonio cultural que es necesario proteger.

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