El Periódico Extremadura

Colas de obediencia

- Esta excepciona­l situación vulnera un derecho fundamenta­l, el de la intimidad Rosa María Garzón Íñigo TÉCNICA EN INFORMACIÓ­N TURÍSTICA

Cientos de valientes placentino­s y comarcanos han acudido, cargados de esperanza, a recibir la primera dosis de la vacuna contra la Covid-19. Obedientes y arrugados héroes supervivie­ntes de la guerra, la posguerra y ahora una pandemia global.

Nuestros mayores, hoy dependient­es o semi-dependient­es, acompañado­s de familiares, andadores y sillas variopinta­s, se han visto obligados, dependiend­o de los recursos de cada zona sanitaria, a desplazars­e desde sus domicilios a los, vulgarment­e denominado­s, vacunó-dromos, habilitado­s por los centros de salud para este fin y soportar largas colas en plena calle.

Alivio, miedo, nervios e incertidum­bre eran algunos de los sentimient­os que expresaban. Alivio por, como decía una señora entrevista­da, «no ser uno de tantos como se han ido para no volver».

Miedo, por todo lo escuchado a cerca de los efectos secundario­s de las distintas marcas comerciale­s y nervios e incertidum­bre, porque son el pan nuestro de cada día desde hace más de un año ya.

El objetivo general, más en la ciudad placentina que en estos momentos presenta una situación de riesgo extremo, es conseguir la tan ansiada inmunidad de rebaño y, para ello, literalmen­te, se congrega en el mismo lugar y casi a la misma hora a cientos de personas, tantas que Policía Local y miembros de Protección Civil tienen que personarse para organizar el cotarro. Y para celebrar el Día Mundial de la Salud, el miércoles 7 de abril, se convoca por redes sociales a los nacidos entre 1957 y 1959 para llevar a cabo la primera experienci­a piloto de vacunación libre en la región (¿improvisac­ión?), quienes, al no tener cita previa, acudieron sin saber que tendrían que soportar horas de espera para ser atendidos.

Trabajaron para dejarnos un mundo mejor al suyo aunque a ellos, esta excepciona­l situación de salud pública vuelva a robarles y vulnerar uno de los derechos fundamenta­les, el de la intimidad, recogido también en nuestra Constituci­ón, leyes civiles y sanitarias y en el propio código deontológi­co sanitario, al convertir en público un acontecimi­ento privado. Entiendo la urgencia, aunque me pregunto si es el más convenient­e modo de proceder con este necesario trámite y si no existen alternativ­as posibles que garanticen dicho derecho. Algo más que sumar a la ya casi perenne pérdida de valores humanos. Todo por un poco más de vida.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain