El Periódico Extremadura

«Trabajar en Cáceres era mi sueño. De aquí no me muevo»

Andrés Cano asegura que ha cumplido una meta, quedarse en su ciudad

- ALBERTO MANZANO caceres@extremadur­a.elperiodic­o.com

Fue un reto para él apasionant­e. Venía de la Escuela de Hostelería. Apuntaba maneras. Pero aprender entre los fogones del restaurant­e Albalat era dar un paso más, una motivación para dedicarse al arte de la cocina. Aterrizaba así Andrés Cano Ceballos en este establecim­iento cacereño. «Me sentí muy cómodo desde el primer día, he aprendido un montón, aunque estuviera de prácticas siempre me hicieron sentir como uno más... somos una familia», confiesa.

«Toqué todos los palos y dio la casualidad que cuando entré querían a una persona más en la plantilla. Al hacer un buen periodo de prácticas me dijeron que me quedara con ellos. Y ni me lo pensé, no puedo estar en un lugar mejor. Siento la camiseta», resume el joven cocinero.

Echando la vista atrás acaba de cumplir tres años el pasado 3 de abril en el restaurant­e, pero con la mirada puesta en lo que viene. «Todavía tengo un gran aprendizaj­e por delante en el mundo de la gastronomí­a», asegura con una sonrisa a este diario.

Desde una de las cocinas más demandadas de la capital cacereña, Cano defiende: «Tenemos que estar más que orgullosos de nuestro trabajo y del equipo». Argumenta que el objetivo es que la gente que venga a Albalat «sepa que somos garantía de calidad».

¿Y qué hace falta para ser un buen cocinero? «Lo fundamenta­l es que te guste. Es un oficio sacrificad­o, duro y muy bonito, aunque si lo realizas con gusto y cariño se lleva mejor. Es importante conocer técnicas, métodos, recetas, y a partir de ahí, dejarse llevar», contesta.

El cocinero

Andrés Cano Ceballos posa en la cocina del restaurant­e Albalat.

«Ahora me encargo de las carnes y uno de nuestros platos estrellas es el solomillo de ternera de Discarlux, con un medallón de fuá y un meloso de PX... es una comida que se vende genial». Y es que entre

sus fuegos pasan las más nobles carnes y sabrosos productos del mar y de la huerta, así como una gran variedad de vinos.

Andrés detalla la carta haciendo gala de toda su profesiona­lidad y donde lleva al cliente a complacers­e con esa cocina que se basa, sobre todo, en alimentos extremeños y su temporada, tratándolo lo mejor posible, cuidándolo y llevándolo a su máxima expresión.

¿Y el postre? «Es a día de hoy una costumbre, una parte imprescind­ible de cualquier comida o cena diaria». Y pone un ejemplo: «Hemos hecho una tarta de queso de las de horno de toda la vida, pero la estamos elaborando con un queso de cabra de Granadilla que le da

un toque potente y mezclado con lo dulce». A juicio del chef, «debemos darle más importanci­a a los postres». Y reitera: «Es una cosa fundamenta­l en las comidas».

Mientras ofrece su relato, insiste en que el restaurant­e-tapería sigue apostando por ir cada vez más hacia arriba. «Cuando entré aquí no estábamos en la Guía Michelin y ya son dos años en los que nos han incluido, es un privilegio».

En Albalat trabajan seis cocineros y dos chicas de limpieza. En total en plantilla están 18. «Me siento muy feliz de poder trabajar en mi ciudad, para mí es un sueño. Y yo de aquí no me muevo, me quedo en Cáceres».

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El joven chef

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