Residencias, un año de luto
Lo ocurrido y lamentan que, en el ámbito judicial, su querella «no ha avanzado mucho», aunque se felicitan porque «se ha cortado el reguero de muertes»
Las familias no olvidan
En estos meses se ha cumplido para unos y se cumplirá para otros un año desde que sus familiares murieron en residencias de mayores de Plasencia. Mientras la pandemia perdura con la esperanza de las vacunas, maridos, mujeres, hijos e hijas, nietos... no olvidan lo ocurrido. «Estamos un poco tristes estos días», reconoce Félix Pérez, portavoz de las familias que han presentado una querella contra el exdirector de la residencia Los Pinos de Plasencia por el fallecimiento de sus familiares.
Tampoco quieren que la sociedad olvide lo ocurrido. Es el motivo por el que ha aparecido un cartel con la imagen de una de las fallecidas, Rufina Blanco, acompañado por la frase Nostalgia sin fin y que firman sus hijos.
«Nosotros hemos seguido dos líneas de actuación, una para que se haga justicia y otra para que se recuerde lo ocurrido, que no quede en el olvido».
Respecto al trámite judicial, desde que en el mes de noviembre seis familias decidieron presentar la querella hasta hoy «no se ha avanzado mucho». Según Pérez, tras entregar en el juzgado sus declaraciones, lo último que ha recibido su abogado, Marco Antonio Tobías, del despacho Pita & Broncano de Cáceres, es un informe
Cientos de valientes placentinos y comarcanos han acudido, cargados de esperanza, a recibir la primera dosis de la vacuna contra la Covid-19. Obedientes y arrugados héroes supervivientes de la guerra, la posguerra y ahora una pandemia global.
Nuestros mayores, hoy dependientes o semidependientes, acompañados de familiares, andadores y sillas variopintas, se han visto obligados, dependiendo de los recursos de cada zona sanitaria, a desplazarse desde sus domicilios a los, vulgarmente denominados, vacunódromos, habilitados por los centros de salud para este fin y soportar largas colas en plena calle.
Alivio, miedo, nervios e incertidumbre eran algunos de los sentimientos que expresaban. Alivio por, como decía una señora entrevistada, «no ser uno de tantos como se han ido para no volver». Miedo, por todo lo escuchado a cerca de los efectos secundarios de las distintas marcas comerciales y
Un cartel con la imagen de una fallecida, colocado por sus hijos en la puerta de Los Pinos.
enviado desde la residencia en el que esta da su versión sobre lo ocurrido.
«Los familiares lo hemos visto y hay bastantes discrepancias u omisiones, no se ajusta a la realidad», afirma.
No saben qué sucederá a partir de ahora ni cuánto tardará. Por eso, «tenemos una sensación de impaciencia, la gente empieza a estar ya cansada, aunque debemos mantener la paciencia y veremos los resultados».
Pese a que reconoce que se sienten mal, tras recurrir al Defensor del Pueblo y a Amnistía Internacional, ahora intentan que los datos oficiales de las residencias aparezcan en el portal de transparencia de la Junta.
Con todo, Pérez destaca algo positivo: «Me alegro de que se haya cortado de raíz el reguero de muertes en las residencias, eso es señal de que para algo ha servido lo que hemos hecho».
Hlos nacidos entre 1957 y 1959 para llevar a cabo la primera experiencia piloto de vacunación libre en la región (¿improvisación?), quienes, al no tener cita previa, acudieron sin saber que tendrían que soportar horas de espera para ser atendidos.
Trabajaron para dejarnos un mundo mejor al suyo aunque a ellos, esta excepcional situación de salud pública vuelva a robarles y vulnerar uno de los derechos fundamentales, el de la intimidad, recogido también en nuestra Constitución, leyes civiles y sanitarias y en el propio código deontológico sanitario, al convertir en público un acontecimiento privado. Entiendo la urgencia, aunque me pregunto si es el más conveniente modo de proceder con este necesario trámite y si no existen alternativas posibles que garanticen dicho derecho. Algo más que sumar a la ya casi perenne pérdida de valores humanos. Todo por un poco más de vida.
TÉCNICA EN INFORMACIÓN TURÍSTICA
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