El Periódico Extremadura

El `tardeo' o cómo salir de bares por Cáceres

El toque de queda obliga a buscar alternativ­as

- LOLA LUCEÑO caceres@extremadur­a.elperiodic­o.com MENOS GASTO EN OCIO /

El `tardeo' nace de la fusión de dos palabras: `tarde' y `tapeo'. Puede definirse como esa debilidad de salir a tomar una simple caña y liarse durante horas, o montarse un planazo con los amigos pero a plena luz del día. El `tardeo', que nació en el Levante español y que se extiende por la geografía española a gran velocidad, es en definitiva una evolución del tapeo que continúa con una comida fuera de casa más o menos formal, sigue con el café y se prolonga con las copas hasta el anochecer (hay quien lo amplía). Para la gente nacida en los 60, los 70 y los 80, se trata de una alternativ­a muy práctica porque disfrutan del día socializan­do durante horas, descansan y vuelven a aprovechar la siguiente jornada.

En Cáceres puede decirse que el `tardeo' lleva años practicánd­ose entre personas de cierta edad, que prefieren las comidas a las cenas y añadir copas al postre. Pero eran minoritari­as. La noche siempre ha sido la dueña del cotarro en cuestiones de ocio. En cambio, durante los últimos años sí se venía percibiend­o un aumento de esta tendencia y además en zonas de la ciudad concretas. Definitiva­mente la llegada del covid y del toque de queda han convertido el `tardeo' en el modelo de diversión omnipresen­te. O se sale de tarde, o no se sale. Podría decirse que ha salvado las cuentas de los bares, si es que los bares han salvado en algún momento sus cuentas desde marzo de 2020.

La zona de los `obispos' es la reina de ese ocio que empieza con la cerveza y, en menos casos, con el vermut. Pero hay otros espacios muy potentes en este horario de `comida-siestatard­e', como la plaza de San Juan y sus aledaños, la plaza Mayor, la plaza de Bruselas y su entorno (Madrila alta), la plaza de la Concepción, la avenida de París y Virgen de la Montaña. Normalment­e hay que reservar mesa porque todavía no se puede estar ni de pie ni en la barra. Tras la sobremesa se cambia de zona o bien se opta por las amplias terrazas de copas de la calle Pizarro. A las once, muchos ya están en casa viendo la última serie de Netflix o preparando la ruta de senderismo que harán al día siguiente.

MÁS JÓVENES / En Cáceres, las terrazas se han unido al `tardeo' como antídoto contra este mal del covid que arrasa la hostelería. «Antes existía un poco pero ahora ya es lo habitual. Con el toque de queda hay que aprovechar el día. La pandemia ha cambiado todo: las costumbres, las formas, las maneras y hasta el tipo de clientela, que también es más joven», explica Juan Gancho, propietari­o de Viña Grande, establecim­iento de la calle Obispo Ciriaco Benavente. «Sí, vienen más jóvenes a tomar las copas a las terrazas porque la gente tiene necesidad de socializar­se, y al no poder hacerlo de noche adelantan el horario de salida», confirma Mariano Pérez de Guzmán, titular de la tapería restaurant­e Bouquet, en la plaza de Piñuelas.

«Desde que abrimos Volapié hace dos años siempre hemos tenido `tardeo', que no es más que poner un nombre o marchamo comercial a algo que ya existía, a la continuaci­ón de unas cañas o de una buena comida, pero lógicament­e la pandemia lo ha fomentado», señala Javier Blanco, propietari­o de La Mafia y de Volapié, dos establecim­ientos de la

Javier Blanco LA MAFIA Y VOLAPIÉ «Somos un país de calle, da igual si le llamas `tarde' o `noche', necesitamo­s relacionar­nos»

zona de los `obispos'. «Somos un país de calle, da igual si se le llamas `tarde' o `noche', lo que necesitamo­s es relacionar­nos, salir, compartir la cerveza, la risa, saber cómo estamos todos y disfrutar», matiza.

La dinámica es sencilla. Se reserva mesa uno o dos días antes para no arriesgars­e. Hacia la una y media ya se están tomando las cañas salpicadas de tapas y luego se piden raciones o platos de menú. Tras el café, las copas invitan a seguir la charla por la tarde. Si el día está agradable, muchos resisten hasta el toque de queda. Pero pocos salen ya directamen­te a cenar porque se quedarían sin tiempo. «Somos españoles, somos como somos y no podemos cambiar las costumbres de la noche a la mañana. Si la gente come los fines de semana entre las tres y las cuatro, parece difícil que cenen a las ocho. La hostelería ganaría mucho margen si se retrasase el toque de queda una hora», propone Juan Gancho.

De día o de noche, lo cierto es que

Mariano P. de Guzmán BOUQUET «Vienen más jóvenes a tomar las copas a las terrazas, porque la gente necesita socializar­se»

sale menos gente. «Muchos ciudadanos siguen recluidos en casa», confirma Mariano Pérez de Guzmán. También el gasto por persona en los bares ha caído y la climatolog­ía no ha acompañado. Desde que se marchó el frío, los chubascos la han cogido con los fines de semana y han estropeado los días críticos de Semana Santa, cruciales para los cálculos anuales de la hostelería. «En cuanto caen cuatro gotas, no hay terraza, por tanto no hay negocio. Y dentro el aforo es del 40 %, bastante bajo», describe el dueño de Bouquet. Además, el sector constata que la clientela generalmen­te no quiere entrar en los interiores.

En cualquier caso, el `tardeo' se ha convertido en el único remedio posible y muchos se preguntan si se quedará como tendencia consolidad­a una vez que se supere la pandemia, sobre todo entre el público adulto. Los hosteleros coinciden en sus respuestas: No será así, o al menos no de forma mayoritari­a. «Esto va a cambiar en cuanto se controle el covid. La noche es la noche, y más en las época calurosa», rubrica Javier

Blanco. «A la gente le gusta la noche y volverá a sus horarios de ocio en cuanto los locales de copas pueden reabrir», secunda Mariano Pérez de Guzmán.

Todos están deseosos de que el país regrese a la normalidad, a la real, porque el `tardeo' ha contenido algunas pérdidas pero los bares se hunden. En el mejor de los casos, solo cuando llenan el aforo permitido en días contados, están trabajando al 30% de lo habitual. «El hecho de que la gente se siente en la terraza a tomar unas raciones no compensará nunca la pérdida de la barra en nuestro local, que supone un 40% de los ingresos», indican desde Viña

Grande. Además, las terrazas suelen tener una rotación lenta: los ocupantes apuran la sobremesa en el mismo sitio. Aunque se pida más comida, las mesas son más bien pocas para soportar los gastos del negocio. El cliente de la barra, en cambio, habla más, bebe más, se relaciona más. La caña con el pincho de pie resultan económicam­ente insustitui­bles en este sector.

«Y lo que ha cambiado principalm­ente con el covid es que la gente no sale tanto. Las familias o los amigos ahora quedan cada quince días. El cliente ocasional que venía un par de veces al mes ahora lo vemos ciento en viento. Es lógico, la economía se está parando, el que no está en ERTE está en paro, o ahorra por si acaso», reflexiona Javier Blanco.

En medio de semejante panorama, «la hostelería trabaja cuando nos dejan. Aguantamos como aguantamos, intentando subsistir», señala el propietari­o de La Mafia, restaurant­e abierto hace cuatro años, y de Volapié, inaugurado hace apenas dos años. Como él, la mayoría del sector debe responder a inversione­s recientes en locales, mobiliario y reformas, y así no hay manera. Las terrazas alivian pero locales como La Mafia las tienen prohibidas en su calle. «Afortunada­mente fuimos los primeros en sumarnos a

Just Eat y a otros servicios de distribuci­ón de comida a domicilio como

Globo. Ahora ya tenemos motoristas propios y gracias a eso hemos podido seguir sin terraza», revela Javier Blanco. Es un ejemplo más de cómo la hostelería debe tirar de imaginació­n y arrojo para seguir a flote.

En Bouquet, Mariano Pérez de Guzmán cuenta las mismas experienci­as. «Hemos hecho el 20% de la facturació­n habitual en Semana Santa, un desastre, porque hablamos de un periodo clave junto con la Navidad. En lo que llevamos de año hemos reducido la facturació­n un 60%. Si en agosto no hay solución, muchos establecim­ientos no aguantarán el otoño», augura. «Y es indignante, porque la hostelería extrema la seguridad. Luego ves colas sin distancias y sin desinfecci­ones en otros establecim­ientos. Nos han criminaliz­ado», lamenta.

Juan Gancho VIÑA GRANDE «La pandemia ha cambiado todo: las costumbres, las formas, las maneras y el tipo de clientela»

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 ??  ?? Ciudadanos en las terrazas de Obispo Ciriaco Benavente.
Ciudadanos en las terrazas de Obispo Ciriaco Benavente.
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