Paso a paso, página a página
Plasencia, la Vera, el Valle del Jerte, las Hurdes, la Sierra de Gata, el Ambroz y Tierras de Cáparra han sido descritos por escritores de todos los tiempos Viajar con sus textos es una experiencia recomendable para todos
A veces el viaje interior y el exterior se entrelazan, se mezclan en una amalgama que convierte la experiencia en algo único. En esos momentos el tiempo y el espacio adquieren una dimensión nueva, más exclusiva para el ser humano. Si un buen viaje se alterna con los textos de quienes pasaron y pisaron antes por ese destino es seguro que se convertirá en algo inolvidable, más vívido en nuestra mente.
El norte de Cáceres es un gran ejemplo de esta simbiosis que literatura y viaje ofrece a todos sin excepciones. Plasencia es un buen punto de partida para conocer a fondo la provincia de Cáceres, especialmente las comarcas de las Hurdes, el Valle del Jerte, Sierra de Gata, el Valle del Ambroz y la Vera. Hacerlo arropado por los escritos que esas mismas zonas inspiraron a los grandes talentos de nuestra literatura a su paso por ellas hacen el viaje más provechoso.
Inés del alma mía es una de las novelas más conocidas de Isabel Allende, que arroja luz sobre la conquista de Chile y el papel que jugó una placentina, Inés Suárez, que se embarca hacia el Nuevo Mundo en busca de su marido. Allí su vida se entrecruzará con Pedro de Valdivia el conquistador extremeño. Hace poco que una adaptación televisiva de la novela se difundió por las principales plataformas de televisión con gran éxito. Los rincones históricos están perfectamente descritos en esta obra y en otra, El alma de
la ciudad, de Jesús Sánchez Adalid que obtuvo el prestigioso Premio Fernando Lara. También en las famosas Cantigas del Rey Alfonso X el Sabio aparece citada la plaza Mayor placentina, escenario de un maravilloso milagro taurino. El placentino Álvaro Valverde en Plasencias aborda lugares específicos de `la perla del Jerte' y también puede ser una excelente guía para conocer la ciudad.
La Vera y Carlos V
La Vera puede ser nuestro siguiente destino. Un personaje histórico y muy bien estudiado despierta inmediatamente nuestro interés por la zona: El Emperador Carlos V la elegía para pasar sus últimos días y morir en paz con Dios y los hombre. Documentado está su viaje a Jarandilla de la Vera donde permaneció unos meses hasta que el cenobio de Cuacos de Yuste estuvo listo. Jaraíz de la Vera, capital del Pimentón homónimo, y Garganta la Olla merecen una también visita en la zona.
El Valle del Jerte tiene una época del año señalada en los calendarios: la floración de los cerezos. Su contemplación provoca en el espectador una suerte de saturación de la belleza, muy parecida a la que Stendhal describiera en sus textos como un auténtico síndrome. Esa belleza es la que ha inspirado a poetas de la zona como José María Bermejo o Irene Sánchez Carrón, que han reflejado en sus escritos el paisaje nevado en primavera que conforman los cerezos en flor.
Si nos gustan los clásicos de nuestra literatura lo mejor es visitar el valle del Ambroz y las Tierras de Granadilla. El jardín del palacio de Abadía ha inspirado a gigantes como Garcilaso de la Vega, Juan Boscán o Lope de Vega. Allí durmieron los Reyes Católicos, Juana la Loca o Felipe II, personajes clave de la historia de España. Y si hablamos de Guijo de Granadilla, es el gran poeta extremeño José María Gabriel y Galán quien nos reconforta con su verso sentido y profundamente regional. Las ruinas de Cáparra y su imponente arco cuadrifronte sedujeron al viajero decimonónico Antonio Ponz, quien por encargo de otro gran literato, Campoamor, recorrió la Vía de la Plata.
La Sierra de Gata es otro de los espacios que se recorre mejor con un libro bajo el brazo en cualquier época del año. El filósofo Ortega y Gasset y el escritor Pío Baroja recorrieron la zona, dando como fruto
El espectador donde el primero desgrana alguna anécdota de su recorrido por esta zona. También lo hará Pío Baroja en Memorias de
un hombre de acción. Trevejo, Eljas, Robledillo de Gata impactan al viajero por su sabor auténtico rural. Y hay un intangible en la zona que también seduce: la fala, un habla propia que sumerge a quien la escuche en la edad media.
Pero si hay un espacio donde el misterio, el impacto visual de su arquitectura y la literatura: Las Hurdes. De hecho, Miguel de Unamuno dijo de Las Mestas que era «un pueblo que ni pintado por un pintor» y de Casares de Hurdes habla de los cantares populares. Nuñomoral aparece reflejado y bien descrito en un artículo periodístico del diario ABC sobre el documentado viaje del rey Alfonso XIII a la zona en 1922. Pero no solo de imágenes sensoriales vive el viajero: prueben la miel de la zona y no se arrepentirán. Les dará fuerza para seguir los caminos con el ímpetu que requieren. En un tono más reivindicativo, el extremeño Víctor Chamorro aborda la realidad de la comarca en su Las Hurdes, tierra sin tierra.
Ortega y Pío Baroja describieron la Sierra de Gata en dos de sus grandes trabajos literarios
Miguel de Unamuno dijo de Las Mestas que era un pueblo que «ni pintado por un pintor»