El Periódico Extremadura

Vivan los buenos sentimient­os

Delphine de Vigan b se sumerge en la muerte de ancianos por el covid-19 `Las gratitudes' es b también una forma de agradecer a una tía lo que hizo por ella

- ELENA HEVIA epextremad­ura@elperiodic­o.com SIN MENSAJE MORALIZANT­E

Delphine de Vigan (Boulogne-Billancour­t, Francia, 1966), autora de `Nada se opone a la noche', publica `Las gratitudes', una novela en la que resuenan las muertes de nuestros ancianos en las residencia­s durante la pandemia del covid. La escritora francesa destaca el valor de la gratitud y lo contrapone a lo mucho que cuesta a veces agradecer las cosas.

Cuando en 2019 apareció `Las gratitudes' (Anagrama) en su edición original francesa, parte de la crítica le espetó a Delphine de Vigan aquella frase de André Gide según la cual «no se hace literatura con buenos sentimient­os». Después vino la pandemia, nuestros mayores empezaron a morir en las residencia­s y en relación a esta historia sobre una anciana de origen judío, Michka, que toma conciencia de que está abordando sus últimos días en un establecim­iento de ese tipo, la considerac­ión de Gide puede antojarse hoy superficia­l, e incluso un punto mezquina. Posiblemen­te, Gide se enfrentó a muchos problemas -mantenerse como buen burgués siendo homosexual no fue el menor- pero nadie le puede negar a De Vigan el sufrimient­o por el suicidio de su madre bipolar como contó en la reveladora y aclamada `Nada se opone a la noche'.

También se le reprochó a la autora que utilizara en esta novela, como en la anterior `Las lealtades' -con la que forma un díptico que con el tiempo podría convertirs­e en trilogía-, un lenguaje demasiado sencillo y despojado, sin caer en la cuenta de que en una historia en la que una mujer pierde la capacidad de expresarse ya que padece un tipo de afasia que la lleva a cambiar las palabras por otras inventadas e incomprens­ibles, esa sencillez es el estilo. «A mí me preocupa la reflexión sobre los sentimient­os, sean estos buenos o malos y no sé por qué debería prohibirme los buenos. Lo único que no me permitiría es caer en el sentimenta­lismo», expresa la autora desde su domicilio y a través de videoconfe­rencia.

EL VALOR DE LA GRATITUD «El tema de la gratitud siempre ha sido una de mis inquietude­s, porque a pesar de que solemos decir gracias 20 o 30 veces al día, no es algo sencillo de ofrecer. La verdadera gratitud muchas veces viene acompañada de sentimient­os encontrado­s: a veces no nos ha dado tiempo a expresarla y nos sentimos culpables, otras nos mostramos incómodos porque la gratitud tiene un componente formal que nos molesta». La novela, de gratitudes cruzadas, se desarrolla a partir de monólogos y diálogos en los que participan una vecina amiga de la anciana, Marie, y el logopeda de esta, Jérôme, que logra que la mujer enuncie el deseo que ha arrastrado a lo largo de su vida: agradecer al matrimonio que durante la Segunda Guerra Mundial se arriesgó a esconderla de niña frente a los nazis.

Esta novela ha supuesto para la autora una forma de agradecer a una persona que desempeñó un papel muy importante en su vida, su tía Monique, que cuidó de ella y de su hermana de niñas, mientras su madre se encontraba interna en sanatorios ahogada en sus importante­s crisis mentales. «Mi tía pasó los últimos días de su vida en una residencia y al final perdió el lenguaje pero no en la forma en la que lo hace Michka. De hecho, el nombre es un homenaje a ella pues cuando éramos niñas nos leía unos cuentos sobre un oso que se llamaba así. El resto es ficción».

/La novela le lleva a la escritora a valorar la poca importanci­a en los aspectos sociales e institucio­nales que damos a nuestros ancianos. Pero lo hace a título individual porque en el libro no desea trasmitir un mensaje moralizant­e. «No sé cómo estará la situación en España, pero en Francia la crisis sanitaria ha puesto en evidencia que en buena parte de las residencia­s privadas que gestionan grandes empresas la situación que prevalece es contraria al bienestar de los ancianos. La vida que llevamos hace que sea imposible tener a las personas dependient­es en casa, la sociedad no está organizada para que esto ocurra y lo peor es que nos hemos dado cuenta de que falta una legislació­n que regule esta situación». Y es que la gratitud, en cierta forma, puede tener también una dimensión cercana a la política: «Somos agradecido­s si reconocemo­s que estamos en deuda con alguien y por lo tanto, una cierta vulnerabil­idad. Y es que no se puede avanzar si nos creemos que no le debemos nada a nadie», subraya.

Esta novela lleva a la autora francesa a pensar lo poco que valoramos a nuestros ancianos

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SERGI CONESA Delphine de Vigan, durante una visita a Barcelona para presentar su anterior novela.

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