La memoria de Sarajevo
► Gervasio Sánchez vuelve a la ciudad con `Álbum de posguerra'
Edo tenía 5 o 6 años cuando a finales de agosto de 1992 vio arder desde su casa la biblioteca de Sarajevo. Algunos días después condujo entre montañas de cenizas aún humeantes a los periodistas españoles Gervasio Sánchez y Alfonso Armada. La biblioteca fue reinaugurada años después, en el 2014, pero jamás se pudieron recuperar los cientos de miles de ejemplares devorados por las llamas del horror de una guerra que ese verano estaba en sus inicios en Bosnia-Herzegovina. Esa guerra acabó en 1995, pero quienes la sufrieron siguen sin recuperarse del dolor y las heridas que dejó el peor conflicto vivido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Un dolor que Gervasio Sánchez conoce bien porque viajó a Bosnia 12 veces durante la guerra y porque ha vuelto unas 15 veces después y que ahora muestra en el documental Álbum de posguerra (Movistar+). Allí ha fotografiado muerte y ha fotografiado vida, allí ha retratado la destrucción y la reconstrucción, la violencia y la convivencia. De uno de sus viajes, en 2008, surgió la idea de empezar a buscar a los niños que retrató en blanco y negro en las calles del Sarajevo sitiado. «Como periodista quiero saber qué ha pasado con los protagonistas de mis fotografías», cuenta.
La periodista Ana Alba, fallecida el año pasado, le ayudó a localizar a alguno de esos chavales. Y de esa idea ha visto la luz el documental Álbum de posguerra, de la productora Lukimedia y dirigido por Ángel Leiro y Airy Maragall, también bien conocedores de los Balcanes que se puede ver en Movistar+.
LOCALIZADOS EN FACEBOOK Los hombres y mujeres que aparecen tienen entre 34 y 43 años pero tenían entre 5 y 14 cuando fueron captados por la cámara del reportero. Solo a Edo le había seguido la pista Gervasio. Otros fueron localizados a través de Facebook y ni siquiera conocían la existencia de esas estampas de su niñez. Son testimonios impactantes, cada uno con su historia, la memoria viva del desgarro que produce una guerra en la infancia. «La guerra me privó de muchas cosas. Pude haber sido futbolista. Tenía talento, todos teníamos talento pero no tuvimos éxito. Solo teníamos que sobrevivir. Ese fue nuestro mayor éxito», afirma Edo mientras entrena con el balón a su hijo Amer.
Jasmin y Damir vuelven con Gervasio al mismo lugar donde de niños echaban unas canastas, con permiso de las bombas. Damir llegó a ser jugador profesional. Pero una lesión temprana fruto de su mala alimentación truncó su carrera. Jasmin quiso ser criminólogo «para perseguir a los corruptos». «Todo hubiera sido diferente sin la guerra. Todos perdimos. La gente perdió. Los políticos y los militares, no», afirma.
Las hermanas Alma y Selma fueron fotografiadas en un columpio. Su recuerdo de aquel día es que estaban al cuidado de su abuela y que escaparon a jugar a la calle. «Sobrevivimos, algunos se quedaron huérfanos, otros incapacitados», afirma Alma.
TESTIMONIO DE UNA ÉPOCA Danko fue fotografiado en brazos de su padre, Mirza Delibasic, el grandísimo tirador que jugó en la selección de Yugoslavia, en el Real Madrid y en la primera selección bosnia durante la guerra. Danko rememora ese momento. «Es extraño hablar de la guerra y recordar cosas bonitas», afirma.
Han pasado casi 26 años desde el fin oficial de una guerra que solo en Sarajevo costó la vida a 10.561 personas, 1.601 de ellos niños, así como 50.000 heridos. «El conflicto ya no está tan presente pero sí están muy presentes la desesperanza y la decepción», comenta el codirector del documental, Ángel Leiro. Al aragonés Gervasio Sánchez, ningún conflicto le pesa tanto como la guerra de Bosnia. Y eso que en tres décadas ha fotografiado bastantes. Y le sigue pesando la interminable posguerra y el abandono internacional, sobre todo por parte europea. Por ello, seguirá volviendo a Sarajevo y fotografiando vida donde antes hubo muerte, para mantener viva la memoria.