El secreto de la tercera generación
El 90% de las empresas españolas son familiares, generan 6,6 millones de puestos de trabajo y el 57% del Valor Añadido Bruto, según el Instituto de la Empresa Familiar
Un ejemplo extremeño son las Bodegas Ruiz Torres, de Cañamero. La saga comenzó en 1870 con Miguel Ruiz haciendo vino de pitarra
La mitad se encuentra en la segunda generación; el 24% en la tercera y el 11% ya incorpora biznietos. Las recetas para lograr la longevidad son comunes en muchas de ellas BOLUDA Comunidad Valenciana El remolcador del buque del Canal de Suez José Luis Zaragozá
Uno de los secretos del éxito de Boluda Corporación Marítima -cuyos orígenes se remontan al lejano año 1837 con la creación de la naviera Fos, aunque el negocio de los remolcadores de la actual saga familiar es posterior, cuando Vicente Boluda Marí compró su primer barco en 1920-, es que «siempre ha sabido crecer en tiempos difíciles». Así lo reconoce el actual timonel de la compañía líder en Europa, Vicente Boluda Fos, de 66 años de edad y con la sucesión ya protocolizada entre sus tres hijos: Vicente (división de remolcadores), Ignacio (naviera) y Verónica (área jurídica y servicios).
Boluda logra alcanzar la cuarta generación en la prestación de servicio de remolque y la sexta, en la actividad de transporte marítimo y logística por su «vocación de continuidad, orientación constante a impactar de forma positiva en nuestro entorno y por la obsesión de transmitir valores y una cultura empresarial y de emprendimiento de generación en generación», explica el presidente de Boluda Corporación Marítima. El conglomerado empresarial está formado por un centenar de sociedades que facturan 612 millones de euros y que emplean a 9.000 trabajadores en medio mundo. Maneja una flota de 300 embarcaciones en Europa, África, Latinoamérica y Oceanía. Su prestigio en el ámbito marítimo del remolque es tan grande que ha participado en las tareas de reflotamiento del Ever Given, el megabuque de Evergreen que quedó encallado recientemente en el Canal de Suez y ha puesto en vilo el comercio marítimo mundial.
En opinión de Vicente Boluda Fos, las empresas familiares que perduran «lo hacen porque los empresarios que están al frente de las mismas son conscientes y asumen el rol de impactar en su entorno en términos de generación de empleo y riqueza y, con ello, y como parte activa de la sociedad, contribuyen a fortalecerla». Y explica algunas claves. «La primera -apuntaes que cada generación, además de una absoluta obsesión por respetar el legado recibido en términos de reputación (seriedad, honradez y cumplir con la palabra dada), ha sido capaz de generar un valor añadido adicional». Y añade: «El segundo de los motivos que puede justificar nuestra longevidad como empresa familiar es que al conjunto de colaboradores y trabajadores de nuestra corporación los sentimos como parte de una gran familia y que todos, sin excepción, sabemos la responsabilidad que tenemos por cumplir con nuestra misión y estamos cien por cien alineados con su consecución».
SAMPOL Mallorca De taller de radio a multinacional de ingeniería Fernando Guijarro
El Grupo Sampol, dedicado a la generación y distribución de energía, las infraestructuras de transporte, las instalaciones industriales y hoteleras y las telecomunicaciones, opera en 19 países y cuatro continentes. Su presidente, Gabriel Sampol, señala tres elementos clave para explicar que un proyecto que nació como un taller de reparación de radios se haya transformado en una multinacional. El primero es la formación de un equipo humano de primer orden, cuyo origen heredó de su padre. Pero los otros dos se sustentan en el ámbito familiar, y se centran en la unidad y fidelidad que él y su mujer han sido capaces de mantener, creando un núcleo sólido, y en el hecho de haber sabido transmitir a sus hijos la pasión por el proyecto empresarial, hasta el punto de que en pocos años se espera la incorporación de una cuarta generación.
El Grupo Sampol Ingeniería y Obras tiene su origen en 1934 de la mano de José Sampol Arbona, que crea Casa Sampol como un taller de reparación de radios. Su hijo, Gabriel Sampol, tomó las riendas tras fallecer el fundador y son ahora sus hijos los que llevan el día a día de la empresa, con Carmen como consejera delegada, junto a José Luis, Juan Carlos y Fernando.
Gabriel Sampol recuerda a su padre como «un hombre preparadísimo y un maestro» que fue capaz de crear «un equipo humano irrepetible», y como un pionero en el mundo de la electricidad. La expansión de la empresa va de la mano del desarrollo turístico de los años 60, pero la primera gran obra que le permitió obtener la clasificación para dar el salto a la península y trabajar en proyectos estatales fue la iluminación de la catedral de Palma. La firma fue reforzando ese impulso durante las décadas posteriores.
Entre las actuaciones que marcaron el desarrollo del grupo se señala la colboración con el sector hotelero en su expansión internacional y la adjudicación de la central de cogeneración en el aeropuerto de Madrid-Barajas ya en el nuevo siglo.
MOLINS Cataluña Sólidos como el cemento Agustí Sala
Los Molins, una saga con más de 200 miembros, sobrepasaron hace años la invisible barrera de la tercera generación que inquieta tanto a las empresas familiares. Cementos Molins, fundada en
1928 por Joaquim Molins Figueres, cuenta hoy con tres grandes ramas: los Molins Amat -entre los que está el presidente, Joan-, con un 31,57% del capital a través de Noumea S.A.l; los Molins Gil, con el 24,32%, a través de Cartera de Inversiones CM; y los Molins López-Rodó, con el 33,32%, a través de Otinix.
En su camino hacia el primer centenario en 2028, la compañía, caracterizada por una sólida visión compartida de sus parientesaccionistas, tropezó en 2017 con una piedra: el cambio de sede social a Madrid tras el referéndum en Cataluña. Una parte de los Molins Amat, próxima al independentismo, llevó la decisión a los tribunales. Es una discrepancia ideológica entre hermanos que puede trastocar las mayorías en el consejo, pero difícilmente la estabilidad de una empresa que capeó la crisis inmobiliaria de 2008, según quienes conocen el grupo. Además de en España tienen centros de actividad en Argentina, Uruguay, México, Bolivia, Colombia, Túnez y Bangladesh y participan en los negocios del hormigón, áridos, prefabricados de hormigón, morteros especiales, cementos cola y ecomateriales.
Cementos Molins, con una facturación que antes de estallar la crisis de 2008 superaba los 800 millones y que podría haber recuperado esos niveles en 2020 (los resultados se darán a conocer la semana que viene), ha llegado hasta la cuarta generación gracias al entendimiento entre primos y demás parientes. Y un elemento esencial ha sido un pacto por el que los accionistas se comprometen a vender sus títulos preferentemente al resto de miembros de la familia. En su última revisión, el acuerdo contó con el aval del 74% del accionariado. Para contribuir a esa paz ha sido esencial que la empresa cotice desde 1942 en el mercado de corros de la Bolsa de Barcelona, donde apenas se negocia el 5% del capital. Eso ha permitido obtener liquidez a los accionistas que lo quisieran. Aunque uno de los objetivos es aumentar la proporción de capital en la bolsa, no se le ha puesto fecha.
Este acuerdo ha permitido también que la gobernanza haya sido siempre consensuada, con altos cargos ocupados por miembros de la familia (como cuando el fallecido Casimiro Molins Ribot era presidente, como cuando el hoy presidente Joan Molins era vicepresidente ejecutivo), y hoy, cuando por primera vez el consejero delegado es una figura no familiar, Julio Rodríguez. Este alto ejecutivo, que ostentó una vicepresidencia global en Schneider Electric, desembarcó en la cementera en 2015. «Me siento orgulloso de ser un Rodríguez entre Molins», bromeó entonces.
BODEGAS FARIÑA Zamora Pioneros de la Denominación de Origen Toro María Jesús Cachazo
Tradición e innovación son los pilares en los que se sustenta Bodegas Fariña, una empresa famide liar zamorana con casi 80 años de historia que ha logrado convertirse en un referente en el sector vitivinícola, gracias a la pasión de tres generaciones entregadas al mundo del vino. A sus 34 años, el director técnico y adjunto a la dirección general, Manu Fariña, ha relevado a su padre, Manuel, al frente de una empresa que goza de un gran prestigio por la calidad de sus vinos y por ser una de las precursoras de la Denominación de Origen Toro.
Para Manu Fariña, ingeniero agrónomo y máster en Enología, la clave del éxito de la bodega y de que la pasión por el vino siga intacta en la tercera generación de la saga radica en el sentimiento de pertenencia a un «núcleo familiar» y en el contacto, desde la infancia, con un negocio que conoció «de forma natural y sin imposiciones». Salvador Fariña fundó en 1942 la primera bodega familiar en Casaseca de las Chanas, localidad a la que emigró desde Porto de Sanabria y en la que adquirió una casa y dos viñas, con las que se inició en el cultivo de la vid. Su hijo, Manuel, aprendió a trasegar y elaborar vino cuando era un niño y, tras estudiar Enología en Valencia, regresó e introdujo cambios trascendentales para el futuro de la bodega como el embotellado y la creación de una marca.
A principios de los años 70, Fariña comenzó a elaborar en Toro vinos que expresaban la personalidad del terruño y que supusieron un punto de inflexión para una zona que, a pesar de su tradición vitivinícola, no había logrado entender que el consumidor demandaba vinos «más amables». Fariña fue uno los impulsores de la Denominación de Origen Toro, reconocimiento que fue aprobado en 1987, pero la bodega de Casaseca de las Chanas quedó excluida y la familia decidió construir otra en tierras toresanas. La impronta de su padre ha marcado el camino de Manu Fariña, que siente predilección por el trabajo en el campo, aunque también valora la «parte creativa» del proceso de elaboración. En la actualidad, Bodegas Fariña comercializa, bajo el paraguas de los sellos de calidad Tierra de Castilla y León y Toro, cerca de cuatro millones de botellas en 38 países y, para 2022, prepara su 80 aniversario con la «puesta de largo» de su Museo Vino-Arte.
PIKOLIN Aragón 73 años de dulces sueños Jorge Heras
«Trabajo, trabajo y trabajo». Este es el «secreto a voces» que ha llevado a Pikolin a convertirse en el segundo grupo europeo del sector del descanso y el primero de carácter familiar, además de líder en los mercados de España y Francia. Así resume Alfonso Soláns, presidente de la compañía aragonesa, la receta de éxito que ha seguido la empresa en sus 73 años de historia. «Es la base sobre la que construir, puedes tener grandes ideas y proyectos, pero hay que trabajarlos, dedicar muchas horas y mucho esfuerzo», argumenta. «Los sueños hay que perseguirlos. Y la ilusión no perderla nunca», añade.
Otro factor fundamental es, recalca, «el compromiso con mayúsculas y a todos los niveles». El de la familia con el proyecto empresarial «y la gente que lo hace posible», el de los empleados «que con su esfuerzo y dedicación lo llevan adelante»; con la calidad para «ofrecer el mejor de los productos posibles», con el cliente para «alcanzar la excelencia en el servicio», con la innovación «para adelantarnos a las demandas del mercado» y con la sostenibilidad. «Y en nuestro caso, con Aragón, para generar riqueza en el lugar donde tenemos nuestras raíces», subraya.
Por último, Soláns cita otro elemento que para la trayectoria de Pikolin ha sido determinante: la profesionalización de la gestión. «Somos una empresa familiar con presencia internacional; una empresa que comenzó con tan solo seis trabajadores en 1948 y que hoy emplea alrededor de 3.000 personas en diez plantas de producción por todo el mundo». En concreto, cuenta con tres fábricas en España (dos en Zaragoza y una en Valencia), cuatro en Francia, dos en el sudeste asiático y una en Brasil.La empresa cuenta además con un protocolo familiar «perfectamente definido». «La tercera generación, mis hijos, están ya incorporados en el grupo, aunque ningún miembro de la familia ostenta un puesto ejecutivo», explica.