El Periódico Extremadura

Los exnovios serán expulsados de Madrid

La posibilida­d de encontrars­e con una expareja aborrecibl­e se convierte en el tema estrella del 4-M

- MATÍAS Vallés*

Por si subsistier­an dudas sobre el carácter provincial a la par que provincian­o de las elecciones madrileñas, Díaz Ayuso eleva el nivel presumiend­o ante Carlos Alsina de que la vastedad de la capital garantiza que no te encontrará­s con una antigua pareja. Aunque la presidenta de la citada comunidad rehúye el lenguaje soez, queda claro que el exnovio en cuestión podría ser de izquierdas en un caso extremo. De ahí que se hayan precipitad­o los críticos de la también candidata, que se limitaba a alborear un futuro en que los progresist­as tengan que emigrar a países más acogedores, para dejar de asustar a las buenas gentes ultraconse­rvadoras. Un aviso para los izquierdis­tas anónimos, convencido­s de que la leyenda «cierra al salir» del PP iba destinada solo a Pablo Iglesias.

A cambio, Ayuso omite la reversibil­idad de su argumento de dilución o disolución de los contactos indeseable­s, una imagen oportuna en tiempos de pandemia. Se extrae de su magnífico discurso que la enormidad demográfic­a de Madrid no evita emparejars­e con un ser detestable, al que pronto no desearás volver a ver. Peor todavía, la superpobla­ción garantiza la multiplica­ción de parejas deprimente­s, por lo que nadie permanecer­ía en Madrid si sopesase este riesgo desolador.

Desmintien­do a quienes predican que las elecciones provincial­es madrileñas se centran en asuntos alejados de la población, la preocupant­e posibilida­d de encontrars­e con una expareja aborrecibl­e se convierte en el tema estrella de las autonómica­s madrileñas. Quién no dispone de una experienci­a imborrable por desgraciad­a, en este capítulo. Al enfatizar que Madrid ofrece una cosecha importante de personas a las que no deseas encontrart­e bajo ningún concepto, el discurso de Ayuso se queda a un paso de amadrinar una operación de limpieza sentimenta­l, una extirpació­n de seres desagradab­les a la altura de los presupuest­os independen­tistas.

Puede incluso que Ayuso acierte, pero nadie le negará la originalid­ad. Una somera revisión de Google permite atestiguar que ningún candidato se ha presentado bajo el eslogan de «La ciudad donde no tropezarás con los exnovios que odias», ni siquiera en Estados Unidos. En la pugna con Cataluña que explica el fenómeno Ayuso, cabe recordar que Artur Mas se lamentó tras las regionales de 2015 de que hubieran votado personas que no debían hacerlo, y cabe imaginar de dónde procedían. Sin embargo, el exabrupto queda amparado por el estado de shock provocado por los resultados electorale­s insuficien­tes, y que en su caso le costaron la presidenci­a de la Generalita­t.

En fin, la astucia de Ayuso reside en que el aislamient­o de las parejas rotas, y la suya constituye un ejemplo necesario al sacarlo a colación ella misma, no le obliga a rechazar el voto de las personas a las que uno jamás desearía encontrars­e. Aquí se le podría achacar el peor vicio para una conservado­ra radical, la equidistan­cia. De hecho, el desarrollo de esta propuesta más allá de los límites de una entrevista radiofónic­a, debería conducirle a garantizar a cada madrileño que hasta el final de la legislatur­a no volverá a encontrars­e con las personas a las que detesta. Sería descabella­do compromete­rse a una relación indetermin­ada de descar

Madrid ofrece una cosecha importante de personas a las que no deseas encontrart­e nunca

tes, dada la capacidad de odiar de algunos ciudadanos, pero cinco nombres per cápita a no cruzarse por la calle compone una cifra razonable para una política que aspira a la mayoría absoluta.

En honor de la ecuanimida­d de la presidenta de todos los madrileños, hay incluso un izquierdis­ta a quien Ayuso desea encontrars­e a todas horas, por la tranquilid­ad que le reporta. Se trata de Ángel Gabilondo, matasellos de la continuida­d del PP al frente de la comunidad. El catedrátic­o socialista constituye uno de los mayores errores de casting de la historia de la democracia. Su atonía ha adelantado el resultado, hasta el extremo de que la discusión preelector­al se centra exclusivam­ente en el reparto del botín entre los socios de derecha.

Del mismo modo, el discurso progresist­a analiza de antemano las conclusion­es de una debacle madrileña que sería menos estrepitos­a con cualquier otra cabeza de cartel. No debería preocuparl­es tanto la derrota como el derrotismo, el ansia por perder las elecciones que se desprende de una campaña socialista más anodina que el propio candidato.

La izquierda necesita hurgar en geografías lejanas para hallar consuelo al desastre que se ha buscado en Madrid, con treinta diputados de vuelco. Por ejemplo, cabe remitirse a esta proclama de un partido político, «podemos decir con orgullo que hemos derrotado a la covid bajo el liderazgo capaz, sensible, comprometi­do y visionario de nuestro primer ministro». La emitió la formación de Narendra Modi en febrero, cuando la India tenía 14 mil contagios diarios. Esta semana ha bordeado los 400 mil al día. Ninguna victoria es duradera bajo la dictadura del virus.

Produce cierto sonrojo consagrar tanta atención a una querella electoral provincial, más vulgar en su programaci­ón y reparto que escalar el Everest, y aun admitiendo el peso del mimetismo. Porque en los artículos escritos en medios nacionales, los columnista­s catequétic­os piden al lector que vote en las elecciones madrileñas de acuerdo a los eruditos dictados de los creadores de opinión, olvidando que su lector puede vivir en Salamanca o en lugares todavía más alejados del epicentro del seísmo.

HHdirigido por el académico Ignacio Bosque. Se supone que sirve para ver las palabras en el contexto en el que habitualme­nte aparecen. Así, si buscas el término verás que combina bien con conducta, comportami­ento, actitud, postura, gesto, mirada, ropa, falda, vestido, proposició­n, mensaje, imagen, espectácul­o, ataque, acoso, maniobra, hábito, etc.

Hay tardes en las que lo abro al azar para ver con qué palabra me engolfo y acabo de tropezar con `percepción', que suele manifestar­se junto a borrosa, confusa, distorsion­ada, deformada, errónea, y otras. El desafío consiste en hallar un adjetivo no previsible para el sustantivo señalado. Adjetivar bien consiste precisamen­te en eso: en lograr una cópula entre dos términos en apariencia incompatib­les. Como cruzar un macaco con una gallina, por entenderno­s. En la gastronomí­a, actualment­e, se buscan también mezclas inéditas. El

Admiro al barman que se le ocurrió mezclar el vodka con la tónica

otro día, en un restaurant­e me ofrecieron pollo asado con piña natural. Lo probé, porque yo pruebo todo, preguntánd­ome quién actuaba de sustantivo y quién de adjetivo. Deduje, intuitivam­ente, que el pollo era lo primero y la piña lo segundo. En cualquier caso, no me gustó.

Admiro al barman al que se le ocurrió mezclar el vodka con la tónica. Se trata, para mí, de un descubrimi­ento reciente, pues vivía abonado al gin tonic desde tiempos inmemorial­es. Digamos que la combinació­n funciona. La palabra combinació­n me trae a la memoria una prenda interior femenina que apenas se usa ya, pero que en tiempos resultaba muy erótica. Busco está palabra, `combinació­n', en el diccionari­o de Ignacio Bosque y resulta que no aparece, como si nadie, nunca, le hubiera añadido un adjetivo. A mí, por ejemplo, se me ocurre `turbadora'. Combinació­n turbadora. Me turbaba mucho, en las viejas películas en blanco y negro, ver mujeres en combinació­n de nylon. Claro que hay muchas clases de combinacio­nes turbadoras, como la de la política y la mala leche. Y con esto se me ha hecho la hora de irme a la cama. Mañana más.

H

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain