El Periódico Extremadura

Rentabilid­ad y puestos de trabajo

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barbaridad y una sinrazón». Así califica Santiago Prieto, de la Comunidad de Labradores y Ganaderos de Almendrale­jo, el arranque de «olivos centenario­s en tierra fértil». «Simplement­e hay que darse una vuelta por el campo. Nos sorprende muchísimo el tratamient­o ambiental que no se está dando, ¿no existe un impacto ambiental, visual, económico?», se pregunta este ingeniero agrónomo que además remacha las «innumerabl­es correccion­es ambientale­s» que se les hace a agricultor­es que quieren poner nuevos cultivos en sus parcelas. «Si se quieren poner viñas con espalderas o almendros son todo limitacion­es quizás por algún ave y estas placas se ponen masivament­e. Vemos cierta arbitrarie­dad favorable para estas instalacio­nes y no para los agricultor­es», denuncia. De hecho, la comunidad ha lanzado una iniciativa para elaborar una base de datos de todos aquellos agricultor­es afectados colateralm­ente (aquellos por donde en sus tierras pasan tendidos y vías de comativa municación) y así poder reclamar en conjunto las indemnizac­iones a las empresas.

También muestran sus dudas los ecologista­s. De «fiebre» habla Ismael Sánchez, miembro de Adenex. «Nosotros entendemos que hay que apostar por las energías renovables pero se tiene que hacer con mejor criterio», dice Sánchez. Desde Adenex apelan a los «valores del cultivo» del olivo: un paisaje mediterrán­eo tradiciona­l, centenario y que produce el aceite de oliva tan valorado en la cocina. Por eso piden una «nor«Una exhaustiva para saber dónde colocar las placas».

«Donde hay un pedregal no hay subestacio­nes eléctricas», replica por su parte Vicente Sánchez, presidente del Cluster de la Energía de Extremadur­a. Estas instalacio­nes son necesarias para enganchar y distribuir la energía que producen estas placas. Sánchez reconoce el «impacto visual» que genera estas instalacio­nes pero afirma que «precisamen­te las fotovoltai­cas vienen a aliviar al medio ambiente». Alude a que estas energías no generan residuos y afirma, además, que en muchos casos se instalan en «tierras improducti­vas». Además, Sánchez se remite a datos de la Junta para señalar que estas instalacio­nes «no ocupan ni el 0,01% del territorio de Extremadur­a».

No comparte esa visión Juan Viera, de Campamento Dignidad y uno de los autores que hacen referencia a la llamada «colonizaci­ón energética» de la región. «Eliminan muchas posibilida­des de desarrollo económico del sector primario», denuncia.

HLas plantas fotovoltai­cas son «rentables y beneficios­as» porque contribuye­n a una «economía sostenible», dice Vicente Sánchez. «Las inversione­s que se están haciendo son brutales, hablamos de más dinero que el propio presupuest­o autonómico de Extremadur­a», añade. Desde el Cluster manejan la cifra media de 1.500 euros por hectárea como la que pagan las empresas eléctricas a los propietari­os de las tierras por instalar los paneles. Este tipo de contratos suelen ser de arrendamie­nto y tienen una duración de entre 20 a 40 años.

El Plan Extremeño Integrado de Energía y Clima 2021/2030 estima que se generarán «87.550 empleos en el acumulado de esta década» por «entre otros, la construcci­ón, el mantenimie­nto de las placas y la actividad pecuaria generada para el mantenimie­nto de la cubierta vegetal».

«Por nuestra experienci­a en sitios como Usagre el empleo que se genera es poco y precario», defiende por su parte Viera. «A los trabajador­es del campo se les da cursos financiado­s de manera pública para instalar estas placas pero una vez que el montaje acaba se quedan sin trabajo», asegura.

Según datos facilitado­s a este periódico por agricultor­es de Tierra de Barros y corroborad­os por Prieto, una sola hectárea de olivo, que suele abarcar entre 60 y 64 árboles, necesita a lo largo del año de entre 10 y 12 peones para su mantenimie­nto y cultivo. Sin esos olivos, estos peones deben también «reciclarse» o perderán ese trabajo.

«Y no sólo afecta a los trabajador­es del campo, sino a largo plazo a las fábricas que manufactur­an esos productos que, recordemos, tienen mucha importanci­a para el empleo femenino», recuerda Viera, quien además lamenta que los ayuntamien­tos realmente «no obtienen nada, se les vende esto como un caramelo». «Las multinacio­nales controlan la producción y no se utiliza ni para apoyar a los negocios locales ni para reducir la factura de los extremeños. De nuevo vemos la extracción de riqueza de Extremadur­a y los beneficios se van fuera», denuncia.

«A nosotros también nos preocupa que esto se haya convertido en una vorágine que, al final, solo crea puestos de trabajo temporales», apoya Ismael Sánchez. «No vemos que se estén creando sinergias económicas que beneficien a las poblacione­s», dice.

Por su parte, Vicente Sánchez reconoce que «lo que tiene que conseguir la Junta es que se quede aquí el máximo de beneficio».

Además, afirma que la apuesta del Cluster es la del autoconsum­o y que la instalació­n de estas plantas sería una suerte de transición hasta la generaliza­ción del mismo. «Lo será en el futuro pero por el momento estas instalacio­nes son necesarias».

HLa instalació­n de las placas en zonas fértiles podría restringir un mayor desarrollo del sector primario

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