En lo más alto de la Farmacia
Ha conseguido, a la primera, una plaza de Farmacéutico del Estado en una oposición con más de 700 aspirantes de todo el país y le gustaría quedarse en la región
Adrián López Clemente
TÉCNICA EN INFORMACIÓN TURÍSTICA
Tiene el trabajo asegurado
Ha logrado a la primera aquello a lo que muchos graduados en Farmacia aspiran y no consiguen o tardan varios años en obtener, una plaza de Farmacéutico del Estado. Adrián López Clemente, placentino de 27 años, ha tenido que superar a más de 700 aspirantes, pero ya respira tranquilo, y orgulloso, porque tiene el trabajo asegurado y no en una farmacia, que respeta y ha ejercido, sino en alguno de los principales organismos sanitarios del país.
Entre sus posibles opciones estarán la Agencia Española del Medicamento, el Ministerio de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, el Centro Militar de Farmacia de la Defensa y las áreas de Sanidad de las delegaciones del Gobierno.
Esto último es lo que más le atrae y le «encantaría» quedarse en Extremadura, aunque reconoce que «es más difícil porque hay menos opciones, pero a largo plazo nunca se sabe».
De momento, en torno a septiembre tendrá que hacer un curso formativo en Madrid y comenzará a cobrar como funcionario en prácticas hasta que tenga destino. Solo 52 aspirantes, los que superaron la oposición con él incluido, podrán elegirlo.
Le ha costado un año y medio de estudio. Entre nueve y diez
Aunque el origen de la celebración de un día dedicado a ellas se remonte a la civilización griega, la idea de oficializar a nivel institucional un día concreto del año no se produce hasta el siglo XX, cuando Anne Jarvis, al fallecer su madre, propone establecerlo cada segundo domingo de mayo. Su lucha duró años pero, lo que pretendía ser un sentido homenaje de reconocimiento a las madres, terminó corrompido por el sistema al convertirlo en un día casi meramente comercial, determinado por intereses que tergiversan su auténtico significado, a pesar de que, en la mayoría de ocasiones coincida alrededor de la primavera, dadora de vida.
Intentar definir su significado es imposible, pues cuando de sentimientos se trata, las palabras se quedan cortas. Porque son tantas la formas que adopta y se expresa,
Adrián López, ante una farmacia de Plasencia.
horas al día ante el ordenador, porque se ha preparado con una academia y, debido al covid, ha tenido que ser de forma telemática. Así ha estudiado los 110 temas de la oposición para afrontar cuatro pruebas: una tipo test, una de desarrollo de tres temas, un examen de inglés y un caso práctico relacionado con el covid.
Adrián destaca que los farmacéuticos del Estado son un eslabón muy importante en esta pandemia porque por ellos pasa la regulación de las vacunas, los ensayos, el mercado de mascarillas y la parte administrativa, «cerciorarse de que los resultados de los laboratorios son los adecuados. Sin su visto bueno, la vacuna no saldría».
De momento, ya ha tomado contacto con el covid, profesionalmente hablando, trabajando como rastreador durante el pasado verano y de forma intermitente a lo largo del año. Afirma que, por su experiencia, «la mayoría de la gente cumple, aunque siempre está el típico que luego te enteras de que se ha saltado la cuarentena».
Sacrificios
Hasta llegar a su situación actual, Adrián se ha formado y ha trabajado en distintos sectores. Estudió el Grado de Farmacia en Salamanca y después se marchó a Madrid para realizar un máster en Industria, quería conocer más a fondo la industria farmacéutica.
Ya sobre el terreno, ha trabajado en la farmacia del Pilar, barrio en el que reside y también como farmacéutico de Atención Primaria en centros de salud, donde los farmacéuticos realizan labores como la gestión de las farmacias y la inspección de establecimientos alimenticios. Además, junto a los veterinarios, en Extremadura realizan funciones de Salud Pública, entre ellas las relacionadas con el covid.
«Con la edad que tengo, me interesa conocer de todo y formarme en otros aspectos», responde a la pregunta de por qué decidió opositar para Farmacéutico del Estado. No obstante, a pesar del estudio y de renunciar a tiempo con sus amigos o jugando al baloncesto, no se lo creía cuando una compañera le escribió para decirle que lo había conseguido. Iba montando en bici y «tuve que bajarme».
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