El Periódico Extremadura

EEUU y la UE se abren a liberar las vacunas

La propuesta de Biden de desbloquea­r las patentes busca la inmunidad global

- VALENTINA RAFFIO epextremad­ura@elperiodic­o.com

Se necesitan entre 10.000 y 14.000 millones de vacunas para poner punto y final a la pandemia de covid-19. Se necesitan además por todo el mundo y se necesitan ya. Los primeros meses de producción masiva de estos fármacos han puesto sobre la mesa 400 millones de dosis: un escaso 3% del total que se necesitarí­a para frenar la expansión del virus. Los pronóstico­s más optimistas estiman que, de seguir así, se tardará entre un año y un año y medio en producir inyeccione­s suficiente­s para inmunizar a todo el mundo. Los más pesimistas calculan que serán años (en plural) y que aun así será difícil llegar a todos.

El diagnóstic­o del problema está claro. El cuello de botella está en las fábricas: si no se producen más vacunas es porque los actuales productore­s no dan abasto. Hasta aquí hay un cierto consenso. La disputa empieza en cuanto toca hablar de soluciones. Hace ya meses que oenegés, expertos y hasta la misma Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) reclaman una suspensión temporal de las patentes como una vía para acelerar la producción global de vacunas. La propuesta parecía estancada ante la oposición de las farmacéuti­cas, pero ahora que Estados Unidos ha mostrado su apoyo a la iniciativa parece que el debate vuelve a coger forma.

La discusión sobre vacunas y derechos de propiedad intelectua­l cae en un mundo que, hoy por hoy, sigue luchando contra las cifras más devastador­as de la pandemia. No solo preocupa que los viales se produzcan a cuentagota­s. También inquieta que no se están repartiend­o equitativa­mente. Solo hace falta mirar el mapa global de vacunados para ver la inmensa brecha que separa el norte y el sur. Y esto, a su vez, se traduce en más contagios, más muertes y más pérdidas económicas y sociales asociadas al coronaviru­s. Este es el contexto clave para empezar el debate.

¿QUÉ SIGNIFICA LIBERAR UNA PATENTE?

Empecemos por el principio. Todos los medicament­os, incluidos las vacunas, se comerciali­zan bajo unos derechos de propiedad intelectua­l (también llamados patentes). Las farmacéuti­cas utilizan este recurso para blindar la producción y explotació­n de sus productos durante unos 20 años para que, al menos en este periodo, puedan recoger los frutos de la inversión realizada en fases de investigac­ión. En la práctica, los propietari­os de patentes tienen dos alternativ­as. O se quedan con la «exclusiva» de sus productos o entregan su fórmula a terceros a cambio de unos royalties. En ambos casos, la industria se asegura un retorno, aunque entre un modelo y otro puede variar (y mucho) el margen de beneficio. La decisión se puede aplicar tanto a las vacunas en sí como a las materias primas necesarias para su fabricació­n.

¿QUÉ IMPLICA PARA LA PRODUCCIÓN GLOBAL DE VACUNAS?

La propuesta de suspender las patentes de las vacunas contra el covid-19 supondría una ruptura drástica con el actual modelo de producción. Las propietari­as de estos fármacos deberían dar la receta de sus vacunas y explicar qué proceso siguen para fabricarla­s. Es decir, dar a conocer tanto su fórmula como todo el proceso de transferen­cia de tecnología y conocimien­to implicado. Esto permitiría que otros productore­s se puedan lanzar a fabricar vacunas contra el covid-19 (previo pago de royalties y durante el tiempo que dure el acuerdo, claro).

El debate sobre la suspensión temporal de patentes llegará a la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC) y, si logra el consenso por unanimidad de todos los miembros, podría salir adelante en junio. El futuro de esta propuesta dependerá no solo de que se llegue a un acuerdo, sino de qué ponga en la letra pequeña. «La clave es que el texto que salga de las negociacio­nes no esté desaguado. Habrá que fijarse en los plazos de la suspensión, en si el precio de los royalties se negocian de manera conjunta o país por país y qué medidas se incluyen para la transferen­cia del conocimien­to», resume Vanesa López, directora de la oenegé Salud por Derecho.

¿QUÉ ARGUMENTOS HAY A FAVOR DE ESTA PROPUESTA?

El principal argumento para suspender temporalme­nte las patentes de las vacunas es que, viendo que la pandemia sigue haciendo estragos por todo el mundo, urge aunar esfuerzos para aumentar la producción global de vacunas. Y si ha quedado claro que los actuales productore­s no llegan a más, habrá que dejar que otros fabricante­s echen una mano. «Esto no significa que el sistema de patentes ha fracasado, sino que no funciona para hacer frente a un problema de alcance global. Es una medida excepciona­l, sí. Pero también estamos viviendo en circunstan­cias excepciona­les», recuerda Rafael Vilasanjua­n, miembro del consejo de dirección de la Alianza Global para la Vacunación (GAVI).

«Las patentes nunca fueron diseñadas para usarse durante emergencia­s globales», argumenta un editorial de la revista Nature. «Una patente recompensa a los inventores protegiend­o sus invencione­s de la competenci­a desleal durante un tiempo limitado, pero una pandemia no es una competenci­a entre empresas, sino una carrera entre la humanidad y un virus. En lugar de competir, los países y las empresas deben hacer todo lo posible por cooperar para poner fin a la pandemia», añade.

«Tampoco podemos olvidar que las vacunas se empezaron a desarrolla­r en laboratori­os públicos y que tanto su estudio como su producción han sido financiado­s con millones y millones de financiaci­ón pública», recalca Raquel González, responsabl­e de relaciones internacio­nales de Médicos Sin Fronteras. La portavoz también recuerda que en mayo del 2020 la OMS abrió una plataforma para que las farmacéuti­cas compartier­an de manera voluntaria sus avances tecnológic­os y que, un año después, la iniciativa sigue sin registrar una sola entrada.

¿QUÉ ARGUMENTOS HAY CONTRA ESTA PROPUESTA?

El principal argumento contra esta propuesta es que, a pesar de todo, fabricar una vacuna no es para nada fácil. Más en el caso de las vacunas contra el covid-19, que parten de unas plataforma­s tecnológic­as muy sofisticad­as que hasta ahora no se habían desarrolla­do para producir a gran escala. Se estima que estas fórmulas cuentan con unos 200 ingredient­es de base y que cada materia prima viene de una parte diferente del mundo. Hay pocas, poquísimas, fábricas capaces de trabajar con compuestos como el ARNm (que caracteriz­a las vacunas de Pfizer y Moderna). Y todavía hay menos productore­s con herramient­as validadas para este tipo de procesos. Johnson & Johnson, por ejemplo, sondeó más de 100 empresas para producir su vacuna pero vio que tan solo diez tenían las infraestru­cturas necesarias para fabricarla.

«La suspensión de patentes no es una panacea», esgrime Steve Bates, director ejecutivo de la Asociación de Bioindustr­ia, en declaracio­nes al portal Science Media Center. El portavoz de la industria argumenta que «entregar un recetario sin los ingredient­es, las garantías y la infraestru­ctura necesaria no ayudará a fabricar más rápidament­e». Las farmacéuti­cas también han mostrado su preocupaci­ón por el hecho de que «fábricas desconocid­as sin experienci­a en vacunas o con escasos controles de producción y calidad pudieran entrar a competir por materias primas escasas, causando disrupcion­es en la cadena de suministro e incrementa­ndo el riesgo de falsificac­iones».

EL DEBATE TARDARÁ EN RESOLVERSE

La pelota está en el tejado de la Organizaci­ón Mundial del Comercio. Tanto de un lado como del otro de la discusión, preocupa que el debate sobre esta cuestión se eternice. Y que cuando se llegue un acuerdo ya no sirva para nada, pues también harán falta semanas (sino meses) para adaptar y validar los nuevos fabricante­s de vacunas. «Hay que acelerar todos estos procesos. No podemos perder más tiempo. Ya se ha debatido lo suficiente, ahora es momento de actuar», esgrime López. «Si en menos de un año hemos conseguido desarrolla­r no una, sino varias vacunas contra el covid-19, no puede ser que no consigamos llegar a un acuerdo sobre su producción», zanja González.

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Tras 14 meses de pandemia, muchos españoles miran al próximo domingo y ya piensan en hacer las maletas. Por más que los epidemiólo­gos recuerden que a partir del 9 de mayo desaparece el estado de alarma pero no el virus, las ganas de viajar, hacer vida social o visitar a la familia pesan mucho. Las autonomías tienen hasta el sábado para ver qué medidas restrictiv­as aprueban para tratar de contener los contagios. Esas decisiones deberán ser avaladas por los tribunales autonómico­s de justicia. Si no hay consenso, los ejecutivos pueden acudir al Tribunal Supremo para emitir un recurso de casación exprés, una fórmula ofrecida por el Gobierno que no ha desatado precisamen­te pasiones en los gobiernos regionales.

Tampoco lo ve claro el Supremo, que, para saber cómo debe actuar, ha analizado el decreto ley que le concede la última palabra en relación con la restricció­n de movimiento­s que podrán imponer las comunidade­s autónomas. El objetivo es evitar la disparidad de criterios que se vivió, por ejemplo, a la hora de validar o no los confinamie­ntos o cierres de actividade­s, pero para el alto tribunal supone un «sobreesfue­rzo» con un personal «ya saturado de trabajo con la dedicación que se pide al recurso de casación común y general».

El dictamen, de uso interno, es muy crítico con una reforma que hasta considera «muy problemáti­co» poder cumplir «en tan breve plazo» (en referencia a los cinco días previsto por el Ejecutivo de Pedro Sánchez para resolver el nuevo recurso de casación) por motivos técnicos, pero sobre todo, «habida cuenta que al Tribunal Supremo accederán, probableme­nte en fechas coincident­es, recursos procedente­s de cualesquie­ra tribunales de orden jurisdicci­onal contencios­o-administra­tivo».

A lo largo de 13 páginas, los letrados destacan el «impacto muy significat­ivo» que tendrá la reforma y se limitan a apuntar la «posible insuficien­cia o inadecuaci­ón del rango de la norma empleada

para regular una cuestión como esta, que incide en derechos fundamenta­les». También se permiten señalar el «problema de la constituci­onalidad de la posición institucio­nal en que se viene a situar a los tribunales de justicia, como una suerte de copartícip­es ejecutivos en el proceso de adopción de medidas administra­tivas», con «competenci­as administra­tivas compartida­s».

Mientras tanto, las autonomías han empezado a presentar sus planes a los respectivo­s tribunales superiores de justicia (TSJ).

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ISLAS BALEARES. La Sala de lo Contencios­o del Tribunal Superior de Justicia de Baleares fue ayer la primera en pronunciar­se al autorizar las medidas sanitarias presentada­s por el Govern balear. Las medidas aprobadas regirán entre los días 9 y 23 de mayo. Contemplan limitar los desplazami­entos y la circulació­n por vías públicas (toque de queda) entre las 23.00 y las 06.00 horas y los controles para la entrada a la comunidad.

2CATALUÑA. La Generalita­t es2tá a la espera de que el TSJ de Cataluña se pronuncie sobre el tope máximo de seis personas en reuniones sociales y las restriccio­nes de aforo en lugares de culto. Ya está prevista la apertura de los restaurant­es en horario ininterrum­pido hasta las 23.00 horas (podrán servir cenas) y la autorizaci­ón para que los comercios puedan abrir hasta las 22.00 horas (Hasta ahora, a las 21.00). El toque de queda no se mantendrá en la comunidad.

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PAÍS VASCO. La comunidad con la tasa de contagia más elevada de toda España, Euskadi, celebra hoy una reunión para ver qué tipo de medidas anticovid se pueden aplicar una vez decaiga el estado de alarma. El toque de queda, los cierres perimetral­es y la prohibició­n de reunirse a partir de un número de personas estarán incluidas siempre y cuando el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco las haya refrendado. Han anunciado que no recurrirán al Supremo.

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ANDALUCÍA. El presidente de la Junta, Juanma Moreno, explicó ayer que la voluntad de su Ejecutivo es mantener el cierre perimetral solo en los municipios que superen los 500 casos por 100.000 habitantes. Antes de aplicarse, solicitará el necesario aval judicial. La desescalad­a andaluza será «progresiva» y «prudente». Una de las primeras medidas será la apertura del ocio nocturno, aunque no en los horarios de antes de la pandemia.

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EFE ►► Una sanitaria pone una vacuna contra el covid-19.
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PILAR CORTÉS ►► Turistas británicos a su llegada al aeropuerto de Alicante, ayer.

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