La división en Escocia frena la vía hacia la independencia
Salmond crea el partido Alba y rompe la histórica unidad de los nacionalistas La presión sobre Sturgeon aumenta para que logre un segundo referéndum
Nicola Sturgeon pide calma y cautela al poner fecha a un segundo referéndum. Alex Salmond, en cambio, quiere iniciar inmediatamente las negociaciones para la separación del Reino Unido. Entre la ministra principal y su antecesor en el cargo hay diferencias estratégicas, pero también un enfrentamiento personal que acabó en los tribunales y desveló las disputas internas entre los nacionalistas escoceses.
A la espera de conocer los resultados de las elecciones al Parlamento escocés de ayer, las fuerzas independentistas confían en haber logrado la mayor victoria de su historia. Un triunfo que paradójicamente puede exacerbar la pelea entre los que no quieren arriesgarse al fracaso de una nueva consulta y los que pretenden pisar el acelerador. Una fractura que beneficiaría a los defensores de continuar en la unión.
UNIDAD ROTA El movimiento independentista en Escocia había estado regido hasta ahora por una única formación. El Partido Nacional Escocés (SNP) ha aglutinado todas las fuerzas, frente a un unionismo fragmentado y enfrentado entre sí. Su éxito en las urnas ha sido imparable. Sturgeon, la actual líder y ministra principal desde 2014, se prepara para renovar el mandato. En la última legislatura ha venido gobernado en alianza con los Verdes, pero la entrada en escena del nuevo partido de Salmond, Alba, ha roto por primera vez la unidad en el SNP y ha podido robarle unos votos preciosos. «El mayor riesgo para que el SNP pueda realizar sus ambiciones se halla en sus propias divisiones internas», afirma el profesor John Curtis, politólogo y gran especialista en sondeos.
A finales del pasado año el apoyo en favor de la independencia alcanzó la cifra récord de 58% a consecuencia del rechazo al Brexit y de la buena gestión de la pandemia del Gobierno escocés. Desde entonces ese respaldo se ha ido reduciendo y los partidarios de quedarse o marcharse están ahora igualados. Una de las causas de ese descenso ha sido la virulenta disputa entre Sturgeon y Salmond. Este último se volvió contra quien había sido su discípula cuando ella se negó a intervenir en la investigación sobre 12 alegaciones de agresión sexual por las que fue juzgado y declarado inocente, aunque su reputación quedó tocada. En marzo, poco después del veredicto, Salmond creaba Alba. Volvía a la política y se presentaba a las elecciones como rival y con ganas de revancha. La pelea mostró las querellas, conspiraciones y feudos existentes en el movimiento nacionalista. «Si hubiera querido destruirla, hubiera podido hacerlo», dijo Salmond al The New Yorker, refiriéndose a Sturgeon.
Alba puede captar la frustración entre ciertos militantes por la estrategia de ir paso a paso, pisando terreno firme, de Sturgeon. «Soy una absoluta creyente en la independencia, quiero que Escocia sea independiente, pero primero hay que sacar al país de la crisis (de la pandemia) y por supuesto debemos construir una mayoría en favor de la independencia, con paciencia, con persuasión.
La gente que quiere lograr la independencia creo que lo entiende así», dijo durante la campaña.
El SNP podría haber obtenido en estas elecciones mayoría absoluta en el Parlamento. La última vez ocurrió en 2011 cuando Salmond dirigía el partido y el Gobierno de Escocia. Ante aquella victoria el entonces primer ministro británico, David Cameron, cedió a la petición de autorizar un referéndum, que tuvo lugar en 2014 y en el que se rechazó la escisión con el Reino Unido. Los independentistas confían en que ahora pueda ocurrir lo mismo con Boris Johnson.
De confirmarse el triunfo sobre Sturgeon va a recaer una gran presión para que se pueda celebrar un nuevo referéndum.
«Si hubiera querido destruirla, hubiera podido hacerlo», dice Salmond de Sturgeon