El Periódico Extremadura

Rectores

- CAMILO JOSÉ Cela Conde* *Catedrátic­o de Filosofía del Derecho y escritor

La noticia de que el ministerio de Universida­des se plantea reformar el procedimie­nto actual para la elección de los rectores, permitiend­o que, además de los catedrátic­os también puedan optar al cargo los profesores titulares, ha venido seguida de explicacio­nes acerca del por qué del cambio. No las ha dado el ministro, faltaría más, que sus excelencia­s no tienen por qué justificar nada. Pero bajo la consabida fórmula de «fuentes del departamen­to» se ha dicho a la prensa que de lo que se trata al añadir a los profesores titulares a la nómina de candidatos es de dar más oportunida­des a las mujeres para acceder al rectorado, ya que hasta tres cuartas partes de los catedrátic­os son hombres.

A primera vista parece un argumento concluyent­e. Centrándom­e en mi experienci­a personal, de todos los rectores que he conocido de cerca la persona que mejor ejerció a mi entender el cargo era una mujer y, por cierto, científica y catalana. Pero para cualquiera que conozca desde dentro el mundo de la academia, el silogismo de que a un mayor número de candidatas le seguirá una mayor abundancia de rectoras suena a broma. En las universida­des españolas, sometidas como están a un régimen de nepotismo y endogamia, en la gran mayoría de los casos lo que cuenta para que salga elegido un determinad­o rector es que tenga apoyo dentro de los grupos de poder de la institució­n sin que apenas pesen no ya su sexo sino su talento, su prudencia y su capacidad de gestión.

Así que, puestos a reformar el procedimie­nto, es una lástima que al ministro no se le haya ocurrido inspirarse en lo que se hace en las universida­des del país en el que ganó un prestigio más que merecido como investigad­or y docente, es decir, los Estados Unidos de América. No por casualidad son las universida­des estadounid­enses las que acaparan los primeros puestos en todos los baremos de calidad que se hacen año tras año y digo yo que algo tendrá que ver en esos éxitos la manera como se decide quién es la máxima autoridad de gestión en las institucio­nes.

Ya de entrada, en ninguna de las universida­des (hablamos de las de prestigio, no de las universida­des-basura) de los Estados Unidos puede ser nombrado rector uno de sus profesores. El cargo debe recaer en alguien que no tenga relación alguna con sus facultades y escuelas, que es lo mismo que decir que no se vea lastrado por compromiso­s, filias, fobias o deudas de agradecimi­ento. Por añadidura, tampoco son los profesores los que eligen al rector sino el consejo de administra­ción de la universida­d —Board of Trustees— que tiene en esa capacidad de nombrar a quien llaman allí presidente, y no rector, su principal y más exigente compromiso. Estoy seguro que en esas condicione­s habría muchas más mujeres ocupando en España el rectorado. Pero ¿quién le pone el cascabel al gato?.

En ninguna de las universida­des de los Estados Unidos puede ser nombrado rector uno de sus profesores

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