Coches limpios, cobalto sucio
De los vehículos eléctricos, cobra vida el debate sobre el impacto ambiental de su fabricación para las baterías se extrae en duras condiciones
En pleno auge
El mineral
«Si los 30 millones de coches de Japón se transformasen de repente en eléctricos, el país se quedaría a oscuras por falta de electricidad». Con su frase, Akio Toyoda, presidente de Toyota, causó días atrás una gran impresión, sobre todo en la UE, comprometida en una transición verde y ecológica que debería estar lista en 2030.
Roberto Cingolani, ministro italiano de Transición Ecológica, ha parafraseado a Toyoda diciendo que «no será una invasión de coches eléctricos la que salve el clima». Los gobiernos están empujando demasiado sobre el coche eléctrico «sin comprender el nivel de su impacto ambiental», ha subrayado Carlos Tavares, consejero delegado del grupo automovilístico Stellantis, integrado por Fiat Chrysler Automobiles (FCA) y Peugeot, Citroën, DS, Opel y Vauxhall (PSA). Las directrices de la futura norma europea, basada en un estudio de Elsevier Ltd, serán publicadas este junio. Mientras, en las ciudades de Europa ya empiezan a proliferar los puntos de recarga y pocos parecen percatarse de que gran parte de la electricidad de los «coches limpios» es aún producida por energías fósiles, o sea contaminantes.
Citando un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Mariano Marzo, profesor de ciencias en la Universidad de Barcelona, ha proyectado
Mina de la República Democrática del Congo. que si en 2025 ya hubiese 10 millones de coches eléctricos en circulación harían falta 330.000 toneladas de cobalto anuales para sus baterías, cuando la producción actual de este mineral es de
290.000. Para una batería de coche son necesarios entre 8 y 10 kilogramos. La República Democrática del Congo extrae cada año entre 90.000 y 100.000 toneladas de cobalto, convirtiéndose en la ma
La congresista Liz Cheney. yor mina del mundo para coches eléctricos. El cobalto es un mineral bruto, que para usarlo en los acumuladores tiene que ser tratado químicamente y refinado, pero ofrece una ventaja sobre el litio; permite más cantidad de energía en muy poco espacio.
Cobalto no ético
En diciembre de 2019 la oenegé International Rights Advocates presentó en Washington, por cuenta de 14 familias del Congo, un pleito contra Tesla, Apple, Google, Dell y Microsoft, entre otros, por usar cobalto no ético o «sucio». Los cargos eran de complicidad en la muerte de menores –niños y niñas de 6 a 17 años– y mujeres embarazadas o que acaban de dar a luz con los bebés dentro de una cesta en las minas, trabajo forzado, enriquecimiento ilícito, vigilancia negligente y provocación intencional de sufrimiento emotivo.
Los demandados se han escudado en que controlan lo que pueden del circuito del cobalto y que ellos no usan a menores ni personas vulnerables y que, de suceder, «no son conscientes». De ahí ha surgido la necesidad de que el cobalto sea certificado y trazable porque los auditores del circuito no son siempre transparentes.
El pleito estadounidense es solo el último eslabón de denuncias contra la explotación de los que llaman «esclavos digitales», porque el cobalto es necesario para ordenadores y móviles.
HTrump de «amenaza para la democracia» y le acusó de estar «en guerra con la Constitución» y el Estado de derecho, antes de la votación Cheney habló ayer a sus compañeros de filas, que la recibieron con abucheos. Reiteró sus alertas de que Trump y sus mentiras dirigen al partido y a la nación hacia «la destrucción».
La guerra interna está abierta en el Partido Republicano pero el dominio aparente es el del trumpismo. Y el formato de la reunión de ayer, donde la votación secreta se cambió por una de viva voz, impide saber qué respaldo mantenía Cheney. Trump celebró la defenestración de Cheney en un comunicado plagado de insultos. Kevin McCarthy, el líder republicano en la Cámara baja, organizó para mañana la votación para darle el relevo. La favorita es Elise Stefanik, que con el tiempo se ha ido volviendo en una acérrima defensora de Trump.
HLa justicia le atribuye un delito de falso testimonio por ocultar información
que se habían realizado donaciones políticas «secretas» desde las empresas austríacas más importantes y proponiendo a una supuesta oligarca rusa venderle participaciones en empresas estatales a cambio de favores políticos.
Cuando se hizo público el vídeo en mayo de 2019, Strache dimitió como vicecanciller y Kurz puso fin a la coalición. Ahora, los fiscales están investigando la implicación del jefe del Gabinete austríaco. Kurz, por su parte, indicó que no contempla la posibilidad de dimitir incluso si es condenado. «Honestamente, no puedo imaginarlo», expuso antes de matizar que trató de responder a las preguntas de la comisión de forma franca.
La fiscalía les acusa de haber hecho declaraciones falsas a la comisión parlamentaria que investiga el llamado caso Ibiza. «Me esforcé en contestar todas las preguntas lo mejor posible, dentro de lo que podía recordar, y de acuerdo a la verdad, pese a que se tata de temas de hace años», sostuvo Kurz. Según algunos medios, la fiscalía asume que cuando la comisión parlamentaria pidió acceder a los correos electrónicos del canciller, este escondió la existencia de una de las tres direcciones de e-mail que usa.
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