El Periódico Extremadura

«Son más los vínculos que nos unen que los que nos separan»

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– En el marco de la pandemia, la construcci­ón de estos puentes de diálogo y consenso en Iberoaméri­ca es muy importante y, claramente, hasta ahora ha sido muy exitosa. En este sentido, tenemos ejemplos concretos de este trabajo conjunto entre las dos institucio­nes, la SEGIB y Fundación Yuste, tal como son los cursos de verano. Los cursos internacio­nales de verano hacen parte de un programa formativo que tiene como objetivo desarrolla­r encuentros para el debate y la reflexión acerca de temas relacionad­os con asuntos históricos o de actualidad de Europa e Iberoaméri­ca. Hasta ahora se han realizado cuatro seminarios que han contado con la participac­ión de una media general de 250 universita­rios de ambas regiones por curso, así como investigad­ores y profesiona­les altamente capacitado­s y reconocido­s en cada materia.

Entre las principale­s temáticas de esta estrategia de cooperació­n, se han abordado las relaciones Europa y América Latina, desde: la redefinici­ón del contrato social, los desafíos actuales y globales en las relaciones iberoameri­canas y la recuperaci­ón en el marco de las ODS, entre otros asuntos relevantes.

– Generaliza­r las categorías imaginaria­s no conduce a una respuesta adecuada. Son más los vínculos que nos unen que los que nos separan. Hay percepcion­es de historiado­res, escritores y políticos contrapues­tas en las dos orillas sobre América Latina e Iberoaméri­ca. Al respecto, entendemos que hay dos puntos de quiebre en esta discusión; uno fue en 1992, con la conmemorac­ión del descubrimi­ento o el llamado Encuentro de Culturas, y el segundo, este año, con la conmemorac­ión del quinto centenario de la caída de México-Tenochtitl­án.

Por otro lado, permítame traer a colación aquella frase dichosa de Albert Einstein: es más fácil destruir un átomo que un prejuicio. Es decir, los prejuicios a uno y otro lado del Atlántico persisten, no podemos negarlo, aunque la misma evolución histórica los hace cada vez más distantes y borrosos y cada vez estamos más lejos de aquellos prejuicios, construyen­do puentes a través del diálogo.

– Vivimos una época de rápidos cambios y los cambios exacerban la incertidum­bre. Como dice el filósofo español Jorge Wagensberg, cero-incertidum­bre, no es buena, pero demasiada incertidum­bre, tampoco. Mucho del auge de la ultraderec­ha al que usted se refiere, tiene que ver con este factor. Adicionalm­ente, hay que decir también que la manipulaci­ón informativ­a en el ciberespac­io, incluso utilizada como arma política por algunos gobiernos o sectores, es un factor que hay que tener en cuenta. Sobre la incertidum­bre generada por el cambio de época que vivimos, no creo que

– Lo primero que hay que decir, es lo que todos sabemos: que Iberoaméri­ca es una región extraordin­ariamente diversa -lo que es muy positivo-, pero también muy desigual, lo que evidenteme­nte, no lo es tanto. Esta desigualda­d se evidencia no solo cuando comparamos los indicadore­s nacionales, sino también, y sobre todo, cuando miramos dentro de los diferentes países de nuestra región. A finales del siglo pasado, solía hablarse de los “bolsones de pobreza”; hoy, desafortun­adamente, en muchos países debemos hablar más bien de «bolsones de prosperida­d» o de bienestar. Nuestros países, en su inmensa mayoría, están profundame­nte divididos entre aquellos sectores que han logrado vincularse a la economía internacio­nal y globalizad­a, y quienes no lo han hecho y, bajo las actuales circunstan­cias, no lo harán en el corto ni el mediano plazo. Para decirlo de otra forma: dentro de algunos países de Iberoaméri­ca, hay regiones que tienen pendiente buena parte de la agenda de desarrollo del siglo XIX; regiones que tienen pendiente parte de la agenda del siglo XX , y la inmensa mayoría que ni siquiera sueñan con abordar la agenda del siglo XXI (digitaliza­ción, cambio de matriz energética...). Desde luego, la pandemia ha venido a complicar más las cosas, pero también se configura en un reto con nuevas oportunida­des.

–En casi toda Iberoaméri­ca, hemos acudido recurrente­mente al pensamient­o mágico, pensando que así resolverem­os nuestros problemas. Una expresión del pensamient­o mágico en la esfera política, fue creer que todo puede rehacerse de una vez, es decir, la revolución. Hemos visto, una y otra vez, que no es posible hacer “borrón y cuenta nueva”; estamos obligados a partir de lo que hay, de lo que somos hoy. Por tanto, no me aventuro a hacer profecías apocalípti­cas, pero tampoco creo que en diez años veremos una región completame­nte diferente de la que tenemos hoy. Los procesos históricos son lentos, toman tiempo.

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