Desilusionado y triste

Soy un peregrino que inició semanas atrás el Camino de Santiago por la Vía de la Plata desde Sevilla. En mi recorrido planifiqué, y así lo hice, la etapa desde Torremejía a Aljucén un recorrido de unos treinta y pocos kilómetros, con la intención de parar a comer en Mérida.

Con la ilusión de un niño entre en la capital de la Lusitania por su magnífico y único en el imperio puente romano, hasta ahí llegue siguiendo las señales que los colectivos jacobeo realizan sobre el camino para indicar al peregrino la dirección adecuada, estas señales son principalmente «flechas amarillas». Al llegar al final del puente, en una hermosa plaza que presiden Rómulo y Remo, las señales me llevaron por un bonito parque junto al Guadiana, además de flechas amarillas, también hay unos azulejos cerámicos con la flecha y un símbolo de una torre mozárabe, e incluso un hito con los kilómetros que restan a Santiago próximo al albergue de peregrinos. Continué siguiendo las señales y me llevaron por la calle de la estación, pasando bajo unas vías del tren y un moderno puente de hormigón sobre el canal del río Albarregas, y de nuevo bajo las vías del tren, para casi sin darme cuenta quedarme fuera de la ciudad, camino al embalse de Proserpina por un moderno andadero/carril bici.

Y es aquí mi desilusión y mi tristeza, cuando me di cuenta que no había pasado por el centro de Mérida, ni por su plaza de España, ni por su arco de Trajano, ni pude comer algo en alguno de sus muchos restaurantes del centro de la ciudad.

El ayuntamiento y posiblemente su asociación jacobea han dejado fuera de la Vía de la Plata a Mérida, para los peregrinos que transitamos por ella.

Tuve consuelo después, cuando si pude caminar por las calles céntricas, por sus plazas mayores, junto ayuntamientos y catedrales, siguiendo las señales por otras capitales como Cáceres, Salamanca, Zamora u Ourense.

Desilusión y tristeza por dejar fuera del trazado del Camino de Santiago por la Vía de la Plata a Mérida.

Un saludo y buen camino.