Éxtasis colectivo con el nuevo filme de Tom Cruise
Tom Cruise tiene edad suficiente para ser el abuelo de un piloto de combate pero eso no le ha impedido protagonizar Top Gun: Maverick, y no solo porque sigue poseyendo un estado de forma fantástico y un cutis fulgente. Es un hombre que ha cargado el peso de toda una industria en crisis sobre sus propios hombros, y probablemente esté convencido de que ponerse de nuevo al mando de un avión del Ejército estadounidense representa el reto más importante de su carrera: salvar el cine.
«Jamás trabajaré para una plataforma de streaming, porque para mí las películas son algo que se experimenta en comunidad», comentó al respecto ayer en el festival de Cannes durante su encuentro con un público en estado de éxtasis colectivo, horas antes de que el certamen acogiera la presentación internacional de la esperada secuela. Dirigida por Joseph Kosinski -que ya trabajó al lado de Cruise en Oblivion, drama de ciencia-ficción tan reluciente como vacío-, la película finalmente llega a los cines después de ir posponiendo
`Top Gun: Maverick' reivindica las cualidades sobrehumanas del actor
la fecha de su estreno sucesivamente durante más de dos años, mientras otros blockbusters trasladaban el suyo a las plataformas de vídeo bajo demanda. Algunos sin duda se preguntarán qué necesidad hay de ella a estas alturas, pero en cualquier caso es una película incapaz de decepcionar, porque proporciona exactamente lo que se espera de ella, en todo momento.
Maverick llega 36 años después de Top Gun: ídolos del aire (1986), aquella oda a las máquinas que vuelan y rugen, así como a los músculos sudorosos de hombres que juegan al vóleyplaya, que se erigió en uno de los blockbusters más icónicos de su década. Dirigida por Tony Scott antes de la eclosión de los efectos digitales, la obsesión de Hollywood por las secuelas y mucho antes del streaming, hoy es algo parecido a una reliquia. Lo mismo puede decirse de los pilotos de combate en un Ejército dominado por drones y computadoras, y por eso existen obvios paralelismos entre la historia que la nueva película cuenta y la oda a un Hollywood en vías de extinción que representa.