Un bogavante a la orilla de la Ribera del Marco
José Luis Rodríguez y Conchi Martín suman más de una década de experiencia y tradición en la restauración El local es un referente de la cultura culinaria cacereña
Cáceres es una ciudad para comérsela. Lo saben sus vecinos y también quienes visitan sus restaurantes y casas de comidas para degustar sus especialidades, hay establecimientos de todas las edades en los que lo único que no ha cambiado es la calidad y el gusto con que se preparan unas materias primas de 10. Con especial peso para las carnes, pero sin faltar referencias de pescados, arroces y mariscos.
Uno de ellos es José Luis, ubicado en la calle la Bula (muy cerca de la Ribera del Marco). Más de 16 años de experiencia y tradición en la restauración elevan a este local como uno de los templos cacereños de la gastronomía donde descubrir el sabor de las carnes ibéricas, mejillones o una lubina a la brasa. Su trayectoria se remonta a cuando José Luis Rodríguez y Conchi Martín abrieron un bar en la zona del Espíritu Santo. No podrían imaginarse que después de tantísimo tiempo sería un restaurante con personalidad propia y carácter. Lo consiguen equilibrando una cocina que aúna lo contemporáneo con lo de siempre.
La sangre hostelera recorre por las venas de este matrimonio. «Hemos sido muy felices detrás de la barra, pero ahora toca una etapa nueva etapa. Para nosotros un cliente es la persona que entra por la puerta y siempre tiene que salir satisfecho para que repita, sea quien sea», ma
nifiesta Rodríguez con orgullo.
Todo ello con la brasa como protagonista de sus fogones y, como actores principales, una cuidada selección de alimentos. «Ofrecemos a los comensales una pluma ibérica y un arroz con bogavante de premio Nobel. Tampoco falta el rodaballo a la brasa o los mejillones al vapor. Disponemos de una amplia bodega con vinos de distintos países. Además, hay postres como la tarta de queso y crujiente de hojaldre con crema pastelera», detalla José Luis a El Periódico Extremadura. Una alternativa de la gastronomía cacereña, con la vocación de dar bien de comer.